Vencer, adversidad, deportistas, optimismo
Enfrentar y sobreponerse a los peores momentos demuestra no solo valentía sino una enorme capacidad de resiliencia, que permite ver el mundo desde un prisma mucho más optimista. Tres valientes relatan aquí no solo cómo resultaron fortalecidos de la dificultad, sino cómo se convirtieron en inspiración para otros
El deporte como terapia
Mercedes Gómez, estudiante y atleta
Una noche de festejo con amigos terminó de la manera menos esperada para la entonces joven estudiante de turismo y madre soltera venezolana, residenciada en Surinam, Mercedes Gómez. El accidente automovilístico ocurrió hace nueve años, pero aún recuerda el fuerte impacto que la hizo caer, junto a sus acompañantes, por un acantilado, suceso que físicamente le causó una lesión traqueomedular y también una gran depresión, al verse obligada a regresar a su país y permanecer en silla de ruedas.
“Cuando ocurrió el accidente no estaba sensibilizada con el problema de la discapacidad, no pensaba en eso ni tenía idea de lo que implicaba. Conocía a una sola persona con esa condición y nos hablábamos a distancia, por correo. El cambio fue muy duro, no solo para mí, sino para toda mi familia que se dedicó a ayudarme”.
La depresión, mezclada con la negación a verse en silla de ruedas, no tardó en aparecer, así como las dudas sobre un futuro visto desde la frustración como mujer, madre y profesional. “Al principio a mi hija le perjudicó emocionalmente el cambio de país, entonces decidí asumir que no podía seguir afectando su vida. Eso me impulsó a salir adelante. Fue un proceso en el que fui descubriendo cosas que quise asociar con lograr mi independencia porque no deseaba sentir que no podía cumplir con mis deberes como madre. Pensaba: ella es mi hija y el hecho de que yo tenga una discapacidad no cambia eso”.
Durante dos años Gómez recibió rehabilitación física aunada a la ayuda psicológica y familiar, una etapa que le permitió adaptarse a su condición y socializar con otros en la misma situación. De allí surgió una gran amistad con el atleta de baloncesto en silla de ruedas de la selección de Colombia, Emeison Calles, quien la inspira no solo a seguir su vida como cualquier otra persona, a usar sus tacones y hasta salir a bailar, sino que la instruye sobre el deporte adaptado, lo que la motivó a participar en su primera carrera en la ciudad de San Cristóbal.
“La satisfacción personal fue gigantesca. Pensaba en que realmente pude lograrlo y eso me llenó mucho. Poco a poco conocí a otras personas con discapacidad que participaban en eventos deportivos, una carrera me fue llevando a otra y decidí viajar a Caracas para maratones más importantes. Mi amigo me habló mucho de las competencias internacionales, me veía como una de la mejores atletas del mundo, me abrió esa visión de pensar siempre en ser la mejor”, relata quien, tras mucha dedicación, se ha convertido en atleta de la preselección nacional y selección del estado Miranda. Gómez ha llevado el nombre de Venezuela a los maratones de Lanzarote, en las Islas Canarias, de la ciudad de Los Ángeles, a los medio maratones de Bogotá y de Palmira en Cali, Colombia, y más recientemente a las competencias de Chicago y de Nueva York, a las que ha asistido en varias oportunidades.
Desde hace casi dos años se dedica con entusiasmo al Programa de Deporte Adaptado, iniciativa surgida entre Achilles Internacional, organización cuya labor promociona en Venezuela, y la asociación Discapacidad 0, con la intención de promover el deporte como herramienta de inclusión social. Ese mensaje ha sido reconocido por el Departamento de Estado de Estados Unidos, a través de la embajada, como parte del Programa de Intercambio Global de Mentores Deportivos.
Gómez habla de dos mujeres, un antes y un después de aquel fatídico accidente que concibió como su peor pesadilla, pero que hoy no duda en reconocer como una bendición. La prudencia tras el volante y el consumo responsable de alcohol son parte de sus consejos para la sociedad, especialmente para los más jóvenes, pero también alienta a quienes perciben que tener esta condición es el fin del mundo: “La única discapacidad que existe es la que la persona quiera tener. Está en cada quien salir adelante o no. Todo se puede lograr solamente si uno lo acepta y lo determina”.
Alma filantrópica
Paul Montiel, empresario y deportista
Paúl Montiel no pasa inadvertido. Su cuenta en Instagram, donde es conocido como @hombredetitanio, se llena de elogios y no pocos le reconocen el mérito de recorrer cientos de kilómetros con la prótesis que debió colocarse, luego de un episodio trágico cuando apenas tenía 25 años de edad. “Me encontraba comiendo en un lugar de comida rápida en la ciudad de Maracaibo. Un carro que había colisionado muy cerca perdió un caucho delantero, que pasó por encima de mis piernas; con el rin me cortó la derecha en el acto y la izquierda quedó destrozada”.
Al sufrir una fuerte infección en esa parte del cuerpo, Montiel fue trasladado a bordo de una aeroambulancia a Estados Unidos, donde los médicos indicaron tratamiento durante un año en una cámara hiperbárica; allí permanecía varias horas al día. Posteriormente debió someterse a 4 cirugías y 2 años de rehabilitación, con más de 80 clavos en la pierna.
Luego de aquel episodio quedaron relegados sus cinturones negros en taekwondo y kárate. También su autoestima y las ganas de luchar. Define aquellos días con dos palabras: “Toqué fondo”. Drogas y alcohol fueron parte de la experiencia, de la que logró sobreponerse mientras concentraba el pensamiento en cuál sería el futuro de sus tres hijos, en especial de su niña aún en una cuna, si no vencía la adversidad. “Me aferré a Dios y a mis hijos. También a la palabra ‘aceptación’. Cuando concedes, empiezan los cambios. Pienso que si tomas el destino equivocado, te hundes, pero en el camino correcto te levantas y sigues adelante”.
Tras esa introspección, poco a poco comenzó a retomar su afición por los deportes con una participación en el Maracaibo Gatorade Rock, carrera en la que el mayor reto fue proseguir a pesar del dolor causado por los clavos. Posteriormente, ha participado en competencias en aguas abiertas y natación, además de su entrenamiento en el gimnasio, clases de spinning, aeroyoga, pilates, ciclismo, equitación y hasta el modelaje, actividades que realiza sin ningún tipo de limitación, siempre con una premisa: “Sí podemos. ¿Cuál es tu excusa?”. En la actualidad se prepara para participar en actividades deportivas en Panamá, escalar un cerro en Colombia y hacer rapel en el salto Ángel.
Del hogar proviene su interés por ayudar a otros, una labor que incluye a personas con discapacidad, a través de charlas motivacionales, en las que -siempre desde la esperanza- conversa sobre las verdaderas limitaciones, que únicamente surgen de la mente. Su alma filantrópica se extiende a todos los que lo necesiten, desde quienes están en condición de calle, requieran alimentos o medicamentos hasta los que no pueden adquirir una silla de ruedas, equipo médico o prótesis. “Si vuelvo a nacer no tengo problema en que me pase lo mismo. Perdí una pierna, pero Dios me devolvió tres hijos hermosos. Todo lo sucedido lo tomo como un aprendizaje de humildad, de levantarme las veces que sea necesario y de creer en mí, de estar seguro de lograr todo lo que me proponga”.
En Instagram: @hombredetitanio
Ayudar desde la motivación
Desireé Polo, informática y emprendedora
La detección de un sarcoma osteogénico en la pierna izquierda, severo cáncer que disminuía en 85% la posibilidad de seguir con vida, no amilanó a Desireé Polo, en gran parte por el desconocimiento sobre un asunto del que poco se hablaba hace veinte años. “Sabía que estaba enferma, que no era algo muy bueno porque así me lo hicieron saber, pero no conocía qué tan grave era. Eso me ayudó a superar muy pronto la situación de la enfermedad como tal”. La joven aeromoza y estudiante de informática inició así un tratamiento de quimioterapia que precedió a la primera de 21 cirugías con las que intentaron salvar su pierna. “Fui un proceso muy duro, de muchas veces llegar a la clínica casi muerta porque me descompensaba o me desmayaba, incluso me dio un paro respiratorio. Yo fui rechazando todos los tratamientos y equipos médicos que me pusieron en la pierna, desde prótesis de rodilla, injertos de hueso óseo en dos oportunidades, prótesis de titanio con circonio, las cosas más modernas que existían entonces y a las que tuve la bendición de poder acceder. Después de batallar 20 años con esto entiendo que el cuerpo nunca aceptó, siempre lo rechazó; esas prótesis nunca quisieron estar conmigo”, asevera.
La última cirugía fue hecha poco después de recibir la que considera la peor noticia de su vida, incluso más que el propio diagnóstico médico: la muerte de su madre, acontecimiento que la sumergió en una profunda depresión y la mantuvo en cama por casi un año, solo superado con la ayuda de su pequeña hija, con quien comenzó a confeccionar y coser bolsos, tal como lo hiciera su fallecida madre, pese a no tener ninguna experiencia en costura.
Su más reciente operación quirúrgica, sin los resultados esperados y ante la imposibilidad económica de sustituir la prótesis, agravaron la situación de la ya afectada pierna y dejaron claras las dos únicas opciones médicas posibles: realizar otra cirugía con elevado riesgo de complicaciones, que incluían morir, o amputarla, que por muy grave que pareciera le ofrecía la posibilidad de seguir con vida.
“Tu eslogan será una pierna por una vida. En este momento, entrégale a la vida esa pierna que ya no quiere estar contigo y enfócate en las nuevas experiencias que comenzarán para ti. Ahora es que realmente vas a vivir”, recuerda las palabras que le dijo el psicólogo Alberto Barradas, conocido en las redes como @psicovivir, y a quien había recurrido poco antes de realizarse la amputación, un proceso del que muchos allegados se enteraron a través de un post en Instagram.
“Abrí los ojos en el quirófano y solo di gracias a Dios por estar viva. Yo nunca quise perder la vida pese a todo lo que me había ocurrido, lo único que pedía era otra oportunidad para estar con mi hija, con mi familia, y Dios me la concedió”.
Han trascurrido apenas cuatro meses desde la última cirugía y Polo se prepara para recibir una prótesis donada por un “ángel anónimo” y la ayuda de la directiva de Venezuela Biónica, a la que considera como su familia. De manera tan inesperada como satisfactoria, en las redes sociales ha encontrado la vitrina no solo para compartir su experiencia sino para motivar a otros, lo que la ha inspirado a prepararse para dictar conferencias, escribir un libro desde la esperanza con claves para superar la adversidad, e incluso crear su propio stand up comedy, convencida de que “uno debe reírse de uno mismo”. “Después de que empecé a salir a la calle y la gente me miraba, me convencí de que no existe un acto de libertad más grande que darme permiso de ser quien soy. Ese día empecé a disfrutar mi nueva condición, aceptándome y dándome a mí misma el permiso de vivir en libertad”.
En Instagram: @desipolo28
Fuente Todo En Domingo
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