Tamara busca debate en medio de la intolerancia

La directora de Tamara, Elia K. Schneider, califica como un sincretismo la película que estrena mañana y que tiene como protagonista a un personaje inspirado en la activista y diputada a la Asamblea Nacional Tamara Adrián.

En esa figura, encarnada en la ficción por Luis Fernández, confluyen las vicisitudes de la comunidad transgénero en Venezuela.

No es la primera vez que la diputada por Voluntad Popular está en el cine. En el año 2011 la documentalista Andrea Baranenko estrenó Yo, indocumentada, sobre los problemas legales de las personas transgénero en el país; por ejemplo, las adversidades ante la ausencia de un documento de identidad que represente su sexo. Baranenko, de hecho, aparece en los créditos de la cinta.

En Tamara permea esa denuncia a través de una historia personal de un buen abogado cuya vida personal y profesional empieza a ser trastocada por ser transgénero.

Se casa, tiene hijos y empieza a trabajar en un importante bufete. Pero siente que todo en su vida es impuesto, la constante sensación de que cada día se basa en la apariencia de lo que no se es.

Una vez comienzan los cambios en su vestimenta y cuerpo, los prejuicios afloran en su entorno, especialmente en la universidad en la que se desempeña como uno de los más destacados profesores. Rechazo a su presencia, la hostilidad por solo asumir su verdadero género.

La actuación de Fernández es convincente. Logra expresar cada etapa de la protagonista con certeza, desde la aparente normalidad, pasando por las dudas, frustraciones y desencuentros, hasta la emancipación de un personaje que durante años vivió bajo la sombra de los prejuicios.

El largometraje logra su cometido en cuanto al drama que busca presentar. Sin embargo, falla en la ubicación en el tiempo. La dirección de arte no acierta en lograr contextos que permitan fijar la década en la que se desarrolla la historia. Al final, todo lo que se ve en pantalla pudo haber sido tanto en el mismo año como en un lustro de diferencia.

Schneider subraya su denuncia al poner acento con su cámara en aquellos lugares en los que se llevan a cabo los vejámenes contra su protagonista. Cuando Teo Almanza (Tamara) es obligada a desnudarse por funcionarios de inmigración, la cineasta y guionista recalca que es en el aeropuerto de Maiquetía. En una de las escenas finales, en la que Tamara acude a la justicia para resolver su contratiempo legal, presenta al Tribunal Supremo de Justicia como un nido de burócratas incompetentes.

Problemas y pertinencia. La también guionista del filme asegura que una de las razones por las que el logo del CNAC no aparece en los afiches fue por decisión del organismo estatal. “Hubo varios obstáculos. El tema del contenido fue uno. Por ejemplo, pedían a través del productor delegado (designado por el comité ejecutivo de la institución para supervisar el correcto uso de los recursos), cuya supervisión fue casi policial, que respondiera en detalle a cada cambio que pudiera hacerle a las escenas”, agrega sobre la relación con el ente cinematográfico del Estado que participó en la realización de la película.

Aún así, considera pertinente el estreno. “Preocupa mucho la actitud machista y discriminatoria a las que son sometidas las personas gay, transgénero y en general todas las que se salen de lo que se considera lo normal. No es la primera vez que vemos la forma peyorativa y abusiva con la que se dirigen a ellos diputados del gobierno en la Asamblea Nacional. Lo peor son las conductas persecutorias y abusivas que ha habido”, dice Schneider.

El actor Luis Fernández ve importante el debate que pueda generar. “El hecho de que se convierta en un tema protagónico en la conversación diaria es un gran logro. La comunidad trans sigue extremadamente discriminada. Lucha por tener derechos, aquellos que otros damos por sentado todas las mañanas. Ellos se despiertan a luchar por ellos cada día”.

Tamara
Estreno: mañana
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