Simón Rondón, Me fu, Venezuela, intención, llenar un vacío, venezolanos en el exterior
Simón Rondón es el venezolano que se hizo famoso con su versión de “Despacito” en el metro de Madrid. El ingeniero de Minas y violinista formado en el sistema nacional de orquestas decidió mudarse a España hace 4 meses. Le ganó la batalla al cáncer y ahora solo quiere dedicarse a aquello que lo hace feliz: la música
El metro de Madrid tiene 294 kilómetros de extensión. Entre las líneas 1 y 5 se encuentra la estación Gran Vía y allí, en algún lugar y completamente abstraído de lo que pasa a su alrededor, está el venezolano Simón Rondón tocando su violín.
El músico que jamás imaginó convertirse en noticia al ser protagonista de un video que un desconocido le tomó y que en cuestión de días ya tenía más de 8 millones de reproducciones nació en San Félix, estado Bolívar, hace 32 años. Ingresó en el sistema nacional de orquestas, núcleo Ciudad Guayana, a los 6 años de edad.
Como músico fue formado por Fernando Puentes y luego por Borgan Ascanio. “No me faltó nada durante mi carrera como integrante de orquesta. Tuve la oportunidad de ser dirigido por Inocente Carreño y Aldemaro Romero en varias oportunidades. También hice ópera con Cayito Aponte y participé en el videoclip Los niños cantan al nuevo milenio (1999), con Simón Díaz para RCTV”, señala el violinista por teléfono desde la capital de España.
Rondón fue miembro de la Orquesta Sinfónica Antonio Lauro de Ciudad Bolívar. También compartió escenario con la Serenata Guayanesa, Ensamble Gurrufío y participó en la orquesta de Ricardo Montaner en un par de ocasiones.
“Como músico venezolano he tenido mucha dicha”, dice. Sin embargo, a los 21 años de edad abandonó el sistema de orquestas para dedicarse a su carrera universitaria y en 2010 recibió su título como ingeniero de Minas en la Universidad de Oriente.
Estuvo dos años sin conseguir empleo fijo, así que decidió comenzar una maestría en Finanzas. Viajaba todos los fines de semana a Barcelona para recibir clases. En ese tiempo consiguió trabajo en la división Costa Afuera de Pdvsa, en Cumaná. Se encargaba de los proyectos de ingeniería en el área de gasificación de Sucre y Nueva Esparta.
El golpe
En 2014 fue diagnosticado con linfoma de Hodking en el mediastino. “Tomé el cáncer como un resfriado, aunque sí me afectó cuando me dijeron que tenía que someterme a quimioterapia y radioterapia. Sentí que me tiraron al suelo, pero Dios no nos pone frente a situaciones que no podamos afrontar”, recuerda. Recibió el tratamiento en Caracas.
El músico describe las sesiones de quimioterapia como inyecciones de fuego en las venas. Se las aplicaban tres días seguidos, con un refuerzo al séptimo día.
Como su cáncer estaba muy cerca del corazón, las sesiones de radioterapia debían ser precisas. “Los médicos me enviaron al Centro Médico Docente La Trinidad, donde tenían los equipos indicados para que no me cocinaran el corazón”.
A pesar de todo, intentaba mantenerse ocupado. En esos días preparaba su tesis de maestría y tocaba el violín, su fiel compañero.
Defendió su tesis hinchado, sin cabello, pero lleno de orgullo. Logró el primer lugar de su promoción y sus profesores lo postularon a un doctorado. Ya libre de la enfermedad volvió a su oficina, pero se percató de que no era feliz.
Resignarse no estaba en sus planes después de librar una batalla tan dura, así que hace 4 meses hizo sus maletas, empacó su violín, tomó su pasaporte y se fue para Madrid a tocar, porque eso es lo que le gusta. El primer mes fue difícil. Contactó a otros músicos venezolanos para que le dieran luces. A finales de enero empezó a tocar en el metro de Madrid.
“Me fui de Venezuela con la intención de llenar un vacío. Cuando veo en el rostro de la gente que disfruta lo que hago, que se toman aunque sea un minuto de su tiempo para escucharme, siento que cumplí mi objetivo del día”, señala.
Rondón sale de su casa todos los días a las 11:00 am. A esa hora comienza a buscar dónde tocará: “Hay que marcar el punto de la estación para no coincidir con otros músicos”. A las 2:00 pm comienza su concierto. Tiene 15 canciones en su repertorio y todas las semanas agrega una. “Cuando veo que a la gente no le gusta mucho una, la saco y coloco otra”.
De lo clásico a lo pop
Rondón se hizo famoso por un video que fue difundido en las redes sociales en el que aparece tocando “Despacito”, el tema de Luis Fonsi con Daddy Yankee. Aunque su formación musical es académica, confiesa que le gustan todos los géneros musicales, en especial el rock.
“La primera banda en la que toqué fue en La Octava Sorda, de rock sinfónico. Me encanta el rock y el heavy metal porque son géneros que me hacen vibrar y me lo tripeo”, dice.
Aunque disfruta tocar violín en el metro, la actividad le pasa factura en las noches. “Llego a mi casa y meto las manos en agua caliente. En la mañana lo vuelvo a hacer si amanecen entumecidas. No es fácil tocar durante cuatro horas seguidas”.
Sus bandas favoritas son Scorpion y Metallica. Su sueño es tocar con ellos alguna vez en un concierto sinfónico: “No importa si estoy en el último atril de los violines. Igual no podría tocar ni una nota porque estaría toda la noche bañado en lágrimas de la emoción”.
La nostalgia de un venezolano
Más allá de las arepas y el calor de su gente, Rondón confiesa que lo que más extraña del país es el olor y el sonido de las playas en Cumaná. “Cuando estaba libre me iba a la playa y pasaba todo el día bajo la sombra con una cerveza. Era mi lugar favorito”.
Todos los días se comunica con sus padres. Su papá es de El Tigre y su mamá de Carúpano. A ella le prometió que ahorraría lo suficiente para llevarla de visita a España.
La vida como músico en Madrid no ha sido sencilla. Acepta todas las invitaciones que le hacen, mientras comparte su talento en el metro. El miércoles es el único día que no toca en el subterráneo porque recibe menos propinas. Recomienda visitar el Museo del Prado, aunque su lugar favorito es el Parque del Retiro, que frecuenta en su tiempo libre. Vive cerca de la estación La Almudena.
En cuanto a las experiencias con el público, Rondón recuerda especialmente el día que comenzó a interpretar “Venezuela” y una joven se le acercó: “Cuando terminé de tocar se puso a llorar, con ese llanto que parte almas, y me preguntó: ‘¿Sabes de dónde soy?’. Con lágrimas en los ojos le respondí: ‘Sí, somos venezolanos’, y nos abrazamos. Ese ha sido el mejor día que he tenido”, finaliza.
Fuente El Nacional
Simón Rondón, Me fu, Venezuela, intención, llenar un vacío, venezolanos en el exterior