A las cuatro de la mañana, hora venezolana, llamaron por teléfono de Granada a Rafael Cadenas para enterar al poeta, habitante de Caracas, de la concesión del premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. Atendió su esposa Milena, quien no quiso despertarlo y solo se lo dijo dos horas después.
A partir de ese momento, el teléfono no dejó de sonar. Cadenas, quien tiene fama de tímido y de rehuir a las entrevistas, debió dar varias por teléfono. Sin embargo, en la que concedió al periodista radial Cesar Miguel Rondón, esta mañana, se notaba risueño y muy feliz a juzgar por las risas.
Rafael Cadenas nació en Barquisimeto, ciudad centro occidental de Venezuela, en 1930. Apenas a los 16 años publicó los Cantos iniciales, donde a pesar de su juventud se revela como un poeta con un exquisito manejo del lenguaje. “La delicadeza, la decantación del sentimiento traducido a una escritura fina y sobria, por dentro vibrante, sorprende en un adolescente, pues en esa edad imperan más bien las explosiones verbales y vitales”, comenta el también poeta y ensayista Juan Liscano.
El autor del prólogo de ese libro es otro de sus contemporáneos, el escritor Salvador Garmendia, quien compartió con Cadenas la juventud en Barquisimeto natal. Señala como influencias de esos poemas tempranos las lecturas del español Juan Ramón Jiménez, el bengalí Rabindranath Tagore y el argentino Francisco Luis Bernárdez.
Luego el poeta emigró a Caracas, donde combinó la literatura con la actividad política como militante del Partido Comunista de Venezuela, lo cual le valió 15 días de cárcel y un breve exilio en Trinidad durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. Una vez derrocado este, el 23 de enero de 1958, regresa a Venezuela.
Cadenas no volvió a publicar sino hasta 1960, cuando Tabla Redonda, grupo del que formaba parte, edita Los Cuadernos del destierro, textos en prosa emparentados con la obra de Rimbaud y José Antonio Ramos Sucre.
De inicios de los años 60 también es Derrota, posiblemente su poema más famoso, pues se trata de un texto fundacional que resume el fracaso político y militar de la experiencia guerrillera de izquierda en Venezuela, y a la vez abre nuevos caminos a la palabra como herramienta de búsqueda ontológica, de despojamiento y desenmascaramiento. Algún crítico lo ha comparado a Howl (Aullido), de Allen Ginsberg, por tratarse de un poema que resume la experiencia vital de toda una generación.
En 1966 aparece una nueva colección de poemas, Falsas maniobras. Según Liscano, en este libro Cadenas “es el monstruo, el ser desollado, desnudo, despojado, expuesto al público que pide pan y circo; es la convergencia de sí hacia sí mismo, es el evadido que busca consuelo en la naturaleza”.
En 1983 publica un lúcido ensayo titulado Anotaciones, uno de varios en los que reflexiona sobre el lenguaje. Es un libro en el que hay poco espacio para lo lúdico, pues su autor se manifiesta fundamentalmente preocupado por un problema de la modernidad: el deterioro del lenguaje, una angustia que Cadenas no sólo transmite en esos textos, sino desde la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, en sus talleres de poesía, dondequiera que se encuentre.
Desde su cátedra en la UCV plantea, por ejemplo, unas palabras arriesgadas para un poeta: “Hemos buscado plenitud a través de la expresión cuando la plenitud tiene que estar antes y expresarse (o no expresarse) después”.
Conociendo a Cadenas, esa plenitud no tiene nada que ver con el éxito poético sino con una búsqueda existencial permanente, una inconformidad con el mundo y con el uso de las palabras. Tal vez por eso en repetidas ocasiones él ha afirmado considerarse un “outsider”, alguien que se siente a gusto permaneciendo al margen de los circuitos literarios.
De hecho, en Anotaciones afirma: “La sociedad moderna hace de la lengua, que es un instrumento de expresión de todo el ser, un artefacto funcional para el intercambio mínimo imprescindible, el que permite la marcha del engranaje. El milagro del lenguaje se reduce a repertorio de signos básicos. Tal vez estemos ya en medio del newspeak”, afirma recordando a George Orwell y su denuncia de la manipulación del lenguaje por los totalitarismos.
Sin embargo, Cadenas se aferra a la escritura como tabla de salvación, a pesar de la “quiebra del lenguaje”, a pesar de la “literatura”, a pesar del desengaño y la angustia. “Se acabaron las banderas”, escribe. Es cierto, pero acaso por eso mismo ahora podamos vernos realmente, tal vez hacer algo. Y Cadenas propone un camino: “Escribir solo puede ser hoy defender los fueros de la vida, amenazada por el hombre”.
Por todo eso nos complace y alegra tanto este premio al gran poeta venezolano de quien señala Juan Liscano: “Lo escrito por él, en una lucha por no escribir, hace de Cadenas, a pesar de sí mismo, uno de los poetas más auténticos que conozcamos”.
La noticia (Radio Granada)
El poeta venezolano Rafael Cadenas ha sido galardonado con el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca-Ciudad de Granada en su duodécima edición, según el fallo del jurado dado a conocer este martes 13 de octubre.
El jurado, presidido por el alcalde de Granada, José Torres Hurtado, ha resaltado su poesía “siempre lúcida, deliberadamente marginal y muy callada”.
La poesía latinoamericana y española de los últimos sesenta años “no puede entenderse” sin la obra de Cadenas, según el jurado.
El premio, dotado en la actualidad con 30.000 euros, nació siendo el de mayor cuantía económica en su género, y este año habían concurrido a él un total de 43 autores de 18 nacionalidades.
En ediciones anteriores ha recaído en Rafael Guillén (2014); Eduardo Lizalde (2013), Pablo García Baena (2012); Fina García Marruz (2011); María Victoria Atencia (2010); José Manuel Caballero Bonald (2009); Tomás Segovia (2008); Francisco Brines (2007); Blanca Varela (2006); José Emilio Pacheco (2005) y Ángel González (2004).
Fuente Efecto Cocuyo
Originally posted 2016-04-29 23:40:46.