Paola Ruggeri, la Miss Venezuela olímpica

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En las piscinas de #Río2016, el rey es Michael Phelps, pero es bueno recordar que Venezuela tuvo a una verdadera reina… de belleza en las piscinas olímpicas. Paola Ruggeri ganó los títulos de Miss Venezuela y Miss Suramérica y fue la única hispana en ingresar al top 7 del Miss Universo 1983. Aunque, el de la belleza no es el único modo en el que se ha medido. Nadadora profesional, la caraqueña cuenta a Estampas cómo vivió los Juegos Olímpicos Montreal 1976, una edición donde, igual que ella, también participaron los medallistas de oro Nadia Comaneci y la ahora señora Caitlyn Jenner…

Cuando habla de su doble condición de nadadora olímpica y de reina de belleza, a Paola Ruggeri la honra se le produce a partes iguales. «La diferencia es que en el Miss Venezuela dependes de un jurado, de modo que ganar viene de lo subjetivo; mientras que en la natación los logros dependen de ti, de un cronómetro, de lo objetivo».

Con esa diferencia, la atleta y exmiss echa a andar sus recuerdos. Cuando fue citada a participar en las Olimpíadas de Montreal 1976 –hace 40 años– era  una niña venezolana de 14 años que solo quería nadar, contemplar el cielo desde una piscina mientras ejecutaba desplazamientos boca arriba, brazada a brazada, apoyada en su espalda.

Lo había aprendido a los siete años. Su madre, Anna, la llevaba a las rutinas acuáticas de sus tres hermanos. Y ella, la menor de los cuatro, no podía negarse al inicio de su propio entrenamiento.

Entonces, comenzó a sentir entusiasmo por el agua. Se hizo nadadora profesional. Con especial maestría en el estilo espalda. Acumuló más de 100 medallas en diferentes eventos nacionales e internacionales. Hoy comparte su experiencia cuando acudió a su cita deportiva mundial en Canadá y que 2016 se celebra en Brasil.

«Mi elemento es el agua», enfatiza, un poco para referirse a la actividad deportiva que sigue realizando, y otro tanto para hacer alusión a su signo zodiacal, cáncer.

La adolescente Paola, nacida el 14 de julio de 1961, se concentraba en la villa olímpica de la ciudad de Montreal. La delegación de natación, a la que pertenecía, tuvo una figuración discreta en una edición donde la rumana Nadia Comaneci establecería el primer 10 perfecto femenino en gimnasia artística. También fue el momento de gloria de Bruce Jenner, el atleta estadounidense que en 2015 se reconvertiría en Caitlyn Jenner.

«Yo no pude ver ninguna de esas dos competencias», lamenta hoy Paola, de 55 años de edad. «Tampoco pudimos ver al venezolano Pedro Gamarro, que ese año trajo al país la medalla de plata en boxeo».

Cuenta Ruggeri que, ciertamente, la cita olímpica es un evento de naturaleza estricta, que lo rige un protocolo de conducta. «Estamos concentrados en una villa. En nuestro caso íbamos a la piscina y de ahí a la villa. Los atletas tenemos claro que no vamos a hacer turismo. Todo el tiempo se piensa en las pruebas que tenemos por delante. Ese es el compromiso. Es decir, no hay tiempo para distraerte».

La reina de las piscinas venezolanas sigue su testimonio: «Recuerdo las horas de espera para entrar al Estadio el día de la Inauguración, vestidos de liqui liqui y entretenidos todos juntos. Valió la pena. La emoción de entrar y estar ahí, de ver en la tribuna de honor a la Reina Isabel II, vestida de rosado fucsia, el reencontrarnos con otros atletas conocidos en la Villa Olímpica, por ejemplo, con el futbolista brasilero Edhino Nazaret, el concierto del grupo Sangre, Sudor y Lágrimas que dieron en la Villa,  el día del izamiento de la bandera venezolana en la Villa al llegar. La señora Simons, nuestra cuidadora, era muy estricta y nos vigilaba constantemente, por eso no podíamos ir muy lejos solas incluso dentro de la Villa, sin embargo la China y yo nos escapábamos para ir a la tiendita donde vendían souvenirs y chucherías».

Paola rescata el ambiente festivo y la integración de propósitos deportivos comunes. «Se producen intercambios de emblemas de cada país, banderines, trajes de baño, franelas, monos o gorros. Eso puedes hacerlo al final. Yo lo hice. Siendo muy chiquita, no experimenté esas relaciones interpersonales, profundas y significativas que se mantienen a lo largo de los años. Cumplí mis 15 años estando en la villa y el comité olímpico hizo una fiesta para quienes cumplíamos años durante esos días. Yo no tuve fiesta de 15 aquí en Caracas, pero sí allá en Canadá».

Después de los juegos olímpicos se retiró y estuvo 30 años fuera de la competición. Se hizo aficionada a la pesca de altura, estuvo cinco años bailando flamenco y se elevó con la práctica del yoga.

En ese trayecto, Paola se hizo una querencia para el país tras ganar el concurso Miss Venezuela. Representaba al estado Portuguesa. Su amiga Irene Sáez, recordada Miss Venezuela 1981, la había presentado a Osmel Sousa. Y la joven fue aceptada sin miramientos. Era una atleta que le daba prestigio al concurso.

En la competencia, de aquel 5 de mayo, La Paola, como era llamada por los círculos de las misses, dejaba en segundo lugar a Carolina Cerruti, Miss Apure e hija de la eterna Susana Duijm.

La venezolana asistió, en representación del país, a San Louis, Missouri, en Estados Unidos, donde tuvo lugar el Miss Universo. La edición no fue televisada. La participación de Paola sufría los rigores de una devaluación económica que meses antes, el 18 de febrero, se había producido con el llamado Viernes Negro. Así que no hubo dólares para comprar los derechos de transmisión.

A pesar de que las incidencias no fueron televisadas –tampoco existían las redes sociales– los periódicos de Venezuela informaron que entre 80 candidatas, la caraqueña había ocupado la séptima posición. Ese éxito se hizo más notable porque fue la única hispanoamericana en ingresar al top 12.

Con tanta fiesta en torno a la miss nadadora, la industria del entretenimiento tendría una posible nueva figura. Sin embargo, esa no era su vocación y Paola volvió a sus aguas.  María «La china» Hung, su amiga de nado, la entusiasmó a regresar a sus raíces. «Me dijo que ahora no tendríamos la misma presión de cuando jóvenes y que sería una actividad más de disfrute y recomencé. Ya llevo 10 años en categoría master».

Los éxitos se han sumado año tras año. En 2007, obtuvo 10 medallas en el Suramericano;  en 2008 asistió al mundial de Australia y trajo consigo medalla de bronce. «En 2010 me operé de un hombro y estuve dos años en terapia de rehabilitación, sin embargo, en 2012 fui al mundial de Italia y ahí gané plata y en 2013 fui a los Panamericanos en Estados Unidos y gané medalla de plata».

Por si fuera poco, en 2014 viajó al mundial de Montreal, donde quedó en cuarto lugar. «Estoy en el top ten de los mejores de la Fina (Federación Internacional de Natación Amateur). En noviembre de 2016 tengo previsto asistir al suramericano en Uruguay».

Hoy nada a ritmo relajado. Aunque sabe que competir es importante, en sus hombros no existe la presión de aquellas olimpiadas de 1976. «La lucha por ganar medallas depende de cada persona, de su propia ambición, y ahí entra mucho el estado mental, que es el plus para que tú triunfes. Creo que casi todos tienen la misma preparación, pero la mente tiene que ver mucho, la mente decide sobre el cuerpo y yo no me considero un cuerpo sino una mente».

Paola Ruggeri dice que de volver atrás en el tiempo, tomaría la decisión de seguir nadando y no se retiraría tan tempranamente como lo hizo. «Creo que podía dar mucho más, quizás por eso volví después de 30 años a la natación competitiva y  ganar para Venezuela  una medalla de plata y una de bronce en dos Mundiales Riccione 2012 y Perth 2008. Veremos qué pasará en el próximo Mundial 2017 en Budapest. En fin, la natación me ha dado mucho y desde hace tiempo que decidí dar a cambio, bien sea transmitiendo mis conocimientos a niños a través de clases de natación o prestando mi imagen para obras o instituciones benéficas, o como ahora con la Fundación de Olimpiadas Especiales».

Fuente Estampas

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Originally posted 2016-08-16 19:43:28.