Norelys Rodríguez, modelo venezolana, animadora, conductora, anhelos, trabajo
Cuando estaba en primer año de bachillerato, Norelys Rodríguez demostró su temprana disposición para el trabajo. Vivía en El Rincón, una zona humilde de La Guaira. Su padre, oriundo de las Islas Canarias, como su mamá, sirvió de ejemplo tenaz en esa cátedra: sólo tomaba el Jueves Santo de asueto. Trabajaba –aún lo hace– como pescador. También en un abasto. En un momento de la infancia de Norelys, todos los ingresos tenían como prioridad levantar la casa de la familia. Llegó el Día de las Madres en esos tiempos de ahorro; Rodríguez quería darle un presente a su mamá y decidió hacer tortas para vender, con tan buen tino que desde entonces no sólo compró el regalo, sino que además comenzó a conocer su autonomía económica. Llevaba en trozos las tortas marmoleadas que hacía el fin de semana y las vendía al salir del colegio. “Tres años después, un profesor de Física me sacó la cuenta. Ganaba más que él. Desde los 13 años me independicé económicamente y pude apoyar en mi casa”. Tras esa ecuación, el profesor decidió poner su propio negocio de comida en la playa. Norelys Rodríguez, por su parte, siguió vendiendo las tortas hasta que llegó a la universidad, donde estudió Diseño: las llevaba en autobús y por varias estaciones del Metro desde La Guaira a Caracas. “Yo siempre me sentí feliz y orgullosa de mis tortas”.
Desde entonces, maneja una certeza como clave de superación: “Como venezolana veo el gran valor del trabajo. No hay que tenerle miedo nunca: permite superarte. Honrar el trabajo es fundamental. Ser consciente de que se puede crecer sabiendo en qué uno es útil”. Y dentro de esa gran convicción, maneja otras fundamentales: “Es vital tener voluntad, constancia, planificación y los objetivos claros”.
El norte lo dibujó temprano en sus anhelos. “Siempre le pedía a papá pasar por el aeropuerto. Soñaba con viajar. Tenía el anhelo de conocer más allá”. Quiso ser aeromoza, pero su padre la convenció de graduarse. “Igual vas a viajar”, le dijo, como si conociera su porvenir. Así ocurriría. Luego de quedar segunda finalista en el Miss Venezuela 2001 y despuntar su carrera como modelo, recorrió el país con el programa Muévete de Televen, junto a Lilian Tintori. De esa época recuerda el que, asegura, ha sido el viaje más revelador de su vida. “Me transformó escalar el pico Bolívar. Cuando subes tienes que superar muchos obstáculos. Las montañas son muy sabias y te enseñan que es necesario ir paso a paso, tener humildad y ser agradecidos. Además, el tiempo en que llegas y estás en la cumbre es tan corto, que te das cuentas que lo que importa es la travesía”. Tiempo después vendría un incansable periplo internacional: la seleccionaron para animar Wild on Latino, el programa con el que recorrió, en cuatro años, más de 20 países. Los primeros a los que viajó eran los que anhelaba visitar cuando, de pequeña, pasaba por el aeropuerto.
Ese sueño viajero temprano ahora es una constante en su vida. Para confirmarlo, desde marzo de este año tiene un programa radial en Onda la Superestación, bautizado Destino Norelys, en el que sus entrevistados revelan los flancos más humanos de su vida a través de los viajes.
Norelys Rodríguez, quien ha sido Chica Polar, animadora, autora del libro Vida en equilibrio y tenaz partícipe de buenas causas, como el proyecto Somos posible junto a Maickel Melamed, transmite una serenidad que parece ajena a agobios, pasados y presentes. Pero su hoja de vida delata que le tocaron pruebas contundentes. Una de ellas, el deslave de Vargas, que vivió desde su casa en La Guaira. La ferocidad de esa tragedia se llevó a mucha gente cercana. “Perdimos más de 80 personas, entre familiares, amigos y conocidos. En las noches, cuando quedamos aislados, bajaban los vecinos y nos reuníamos a rezar. Todos traían sus virgencitas, que eran diferentes”. Le correspondió a ella y su familia buscar en el Poliedro de Caracas a familiares que nunca aparecieron. Dos años después, en ese mismo lugar se ponía la banda de segunda finalista de Miss Venezuela y comenzaba su carrera ascendente. “Si algo aprendí con la tragedia de Vargas y la muerte de mi mamá es que cuando uno se va, solo se lleva las experiencias vividas. Aprendí a vivir sin apego a lo material. Hay que valorar el tiempo que uno tiene en vida. Estar atento a vivir el presente y ser agradecidos. Vivir a plenitud, porque la vida es un ratito”. También comprendió el valor de los logros que se escriben en colectivo. “En el momento del deslave conocimos lo que era el despertar de una solidaridad de voluntad colectiva. Recuperar el lugar fue un trabajo de equipo. Las transformaciones son colectivas y con el compromiso de todos”.
“En momentos de crisis uno no entiende por qué está pasando por ello. Y luego que ocurren los agradeces, porque te permiten profundizar en el sentido del camino que te tocó en la vida”.
Fuente Todo en Domingo
Norelys Rodríguez, modelo venezolana, animadora, conductora, anhelos, trabajo
Originally posted 2016-10-31 19:21:02.