Miguel Braceli, el paisaje es su lienzo

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Miguel Braceli, paisaje, lienzo

Su obra habla de cómo se entiende, se usa y transforma un espacio. Indistintamente del tipo, o de su función social y política, lo público y lo privado se entreteje como las tramas que compone. Miguel Braceli construye nuevas cartografías a partir de sus intervenciones, que también son colectivas

Arquitecto Magna Cum Laude graduado en la Universidad Central de Venezuela (UCV): es la primera tarjeta de este artista emergente. Miguel Braceli en sus pinitos ha obtenido un importante respaldo dentro y fuera del país. Fue reconocido con el premio “Artista Emergente de la Asociación Internacional de Críticos” en el Salón Jóvenes con FIA XVII y obtuvo Mención Honorifica en VII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo de Cádiz. Su obra se completa con el land art, performance, arte interactivo y fotografía. Su propuesta despliega el paisaje, el espacio público intervenido como lienzo.

A Miguel Braceli podría calzarle el aserto de ser un artista renacentista del siglo XXI. Un millenial (1983) con angustias creativas de su generación: la inquietud por el espacio público; el otro —el espectador— y el empleo de la tecnología como utensilio para traducir su mirada  “Nací en Venezuela pero ahora mismo vengo de muchos de sitios”. Prueba de ellos es la gira que hizo por tres ciudades de España: un Congreso de artistas emergentes en Galicia —VII Encontro de Artistas Novos #EAN7—; luego unos talleres en Madrid; para finalmente volver al Principado de Asturias, donde se hunden sus raíces familiares.

Asturias: tierra de afanes

¿Desde hace cuánto tiempo vives fuera del país?

—No considero que vivo “afuera”. Mi casa sigue estando en Venezuela, solo que mi obra vive del desplazamiento. En los últimos años he tenido oportunidad de trabajar en distintos “paisajes”de América y recientemente en varios lugares de España. Últimamente he tenido que hacer del viaje un lugar de residencia.

¿Cómo llegas a esa decisión de ser artista?

—Ser artista es algo que se descubre, desde mi experiencia ocurrió espontáneamente. Empecé como arquitecto pero poco a poco te vas escapando de los límites de la disciplina hasta que te das cuenta de que estás trabajando desde otro lugar. La diferencia está más que en la naturaleza de las obras en el medio en que estas se desenvuelven. Pienso que el contexto y los sistemas de producción, mercadeo y consumo son los que mantienen viva una vaga idea de “disciplina” —porque desde las obras cada vez es más difícil tal escisión. Descubrí el arte a través de la arquitectura, valiéndome del deseo de “construir” con los mínimos recursos, desde las ideas, desde lo efímero y desde el cuerpo.

Como egresado de la Facultad de Arquitectura de la UCV, estudiaste en medio de las esculturas de Henry Moore en los pasillos y las Nubes de Calder en el Aula Magna. Un Museo a cielo abierto. Patrimonio Cultural de la Humanidad.

¿Cuánto pesa ese imaginario?

—Soy totalmente ucevista y amante de la arquitectura de la Ciudad Universitaria de Caracas. Ese es el privilegio de estudiar en la UCV: que los espacios son una escuela. Ideas como la “síntesis de las artes” y muchos otros valores que están presentes allí me han llevado a preguntarme cómo entender y traducir esas ideas.

¿Quiénes fueron tus maestros, esos que te llenaron de preguntas?

—Extranjeros están Robert Smithson, Richard Long, y Francis Allys. Venezolanos: Diego Barboza y Eugenio Espinoza. Siempre me han interesado tanto las performances como las intervenciones en el paisaje realizadas durante los años 70.

En tu resumen profesional aparece que gran parte de tu trabajo está sostenido por obras de arte efímero de gran formato con intervenciones del espacio público. Las piezas han sido vistas en Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, Estados Unidos y recientemente España.  ¿Cómo llega tu propuesta a España?

—Llego por una residencia de arte en Castilla La Mancha. Allí estuve tres meses trabajando en “Geopolíticas del cuerpo”, una nueva serie de intervenciones en el paisaje. Acá fueron saliendo nuevos proyectos. Acabo de regresar de hacer una obra en Extremadura y en Santiago de Compostela presenté mi trabajo en la Ciudad de la Cultura. Más allá de los proyectos, el vínculo con España es familiar, mis padres son de Asturias y Alicante.

“SUPERTRAMA es un Programa de Arte Público en Extremadura que favorece la experimentación artística vinculada a entornos concretos, a su configuración urbana (rural), su arquitectura, memoria histórica y tejido social, fomentando un crecimiento cultural del territorio extremeño en colaboración con arquitectos, artistas y creativos que trabajan en torno al Arte Público”.En agosto recibiste un premio por tu trabajo en el programa de Arte Publico en Extremadura por la intervención Cuerpo Público. De acuerdo a la página web se trataba de “una intervención donde las personas tejen una trama especial: escultura efímera soportada en los cuerpos y que soporta a los cuerpos a la vez. En ella 200 metros lineales de goma elástica son el catalizador de las relaciones entre las personas y la arquitectura (…) El equilibrio individual se sustituye por un equilibrio colectivo”.

“Si bien es una obra que cuestiona los límites de lo público dentro del espacio urbano, en el espacio teológico también podemos pensar en otras dimensiones de lo público que sugieren ceremonias como las de la eucaristía desde la comunión”.

¿La comunión? ¿Te interesa el aspecto ritual?

—No, eso no es así. Cada obra responde al contexto en que se desarrolla.

El tema aparece porque la intervención termina de Cuerpo Público en la iglesia Valverde de La Vera, Extremadura?

Sí, esa investigación responde a la especificidad del contexto, pero igual ese trabajo no fue un ritual, fue más un juego y una exploración entre el material y el cuerpo, entre lo individual y lo colectivo, entre los espacios normados y la alteración de esos protocolos. Trabajar en el interior de una iglesia abre una reflexión sobre las distintas dimensiones de lo público.

¿El espectador que la completa, al intervenir cumple una suerte de rito?

—No. Pienso qué hay un gran contenido lúdico o de esfuerzo colaborativo pero no busca ser un rito o una ceremonia, porque no hay un protocolo establecido.Son procesos espontáneos y experimentos para trabajar en una obra que se desarrolla en tiempo real.

¿El elemento lúdico es el eje de tu obra?

—Pienso que como pivote está la participación, lo lúdico es una de sus variables, otras veces es un gran esfuerzo.

Vayamos a tu mesa de trabajo. ¿Tienes una mesa? Un cuaderno, la laptop ¿cuáles son tus instrumentos imprescindibles?

—No tengo nada de eso. Mi instrumento imprescindible es una cámara.

El gran predicado de base de tu generación —millenial— apunta a la tecnología. La vida está interpretada desde allí. Pareciera que en tu propuesta vuelves a la sencillez, a la relación directa con la naturaleza y la espacialidad. No hay virtualidad. ¿Eres tú el que imagina la intervención o es el espacio, el elemento y la gente?

—Sí, en medio de una virtualidad que parece ser absoluta dentro del contexto contemporáneo, la obra busca ejecutarse desde una acción real, completamente ligada al cuerpo y a la experiencia en el paisaje. Sin embargo, hay un gran interés en la imagen como producto que es capaz de habitar el espacio virtual para comunicar desde otro lugar.

La imagen que se genera tanto en el paisaje intervenido, como la que se produce después que el espectador participa ¿Es un continuum?

—En efecto así es.

¿Y allí interviene el uso de la techné de la mirada del fotógrafo?

—Interviene antes y después, interviene porque el espacio virtual es una gran oportunidad para convocar e invitar a las intervenciones así como par a compartir los resultados. La fotografía es la herramienta para sintetizar, perdurar y comunicar.

¿Cómo llegas a la propuesta de una obra?

—Mi taller es la academia y el espacio público, ambos son espacios formativos donde la experimentación ocurre a través de procesos colectivos. 

Bracelli es profesor del Diplomado de Arte Contemporáneo de la Sala Mendoza (UNIMET) y profesor de Diseño en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV.

Supongamos que te piden intervenir El Ávila. ¿Cómo sería el proceso?

—El paisaje siempre es el punto de partida, es como un lienzo, sólo que no está en blanco, todo lo contrario, está cargado de contenidos. A veces yo escojo los paisajes y otras veces funcionan por encargos, pero aún así, el lugar debe estar consensuado.

¿Ese paisaje (natural) o espacio debe tener alguna condición para que sea tu disparadero creativo?

—No hay una lista de requerimientos específicos. La selección es un proceso más intuitivo. Es tan importante sus formas como los contenidos asociados a él, sus cargas sociales, políticas, o culturales desde las cuales se desprenden los temas con los que trabajar.

En el paso de la obra, ¿tomas las fotografías de la intervención y así se cierra el proceso?

—La obra no se cierra al terminar una intervención, con cada trabajo surge un aprendizaje que se incorpora en un siguiente proyecto.Me interesa mucho las experiencias de los participantes. Recientemente empecé a grabar entrevistas al final de cada acción, es un material muy valioso del que aprendo mucho y con el que espero hacer un proyecto a largo plazo.

El texto del veredicto del Concurso de Extremadura señala lo siguiente: “Cuerpo Público busca crear vínculos entre la arquitectura de Valverde y su habitantes, dibujando sus lazos, redimensionando sus espacios a partir de su ocupación”.

¿Qué rol juega el espectador en tu propuesta?

—Hay varios tipos de espectadores, el que participa dentro de la intervención conformando la obra, el espectador que percibe cómo se desarrolla la obra en tiempo real y, por último, el espectador que se aproxima a la obra desde el registro como construcción. Cada uno tiene distintas aproximaciones, me interesa tanto la experiencia que pueda llevarse el participante, como las reflexiones que pueden despertar las imágenes de la documentación, que es una obra en sí misma.

¿Impresiones de los participantes?

—En esta última —Cuerpo Público— trabajamos con un material distinto, con ligas, uno de los participantes planteaba que era un material muy sensible a través del cual podías notar muchas sensaciones que, al mismo tiempo, podía estar experimentando la persona de al lado.

¿El plural señala que es un trabajo colectivo?

—Generalmente hablo en plural. La obra se construye a partir de muchas colaboraciones, desde los participantes, las instituciones, etc. Nunca es un trabajo individual. Hoy en día ya ni sabría cómo hacerlo

¿Qué proyecto ocupa tu mente?

—Quiero publicar un libro de foto de mi trabajo.

¿Te quedas residenciado en el Principado de Asturias?

—Yo estoy aquí temporalmente. Estoy residenciado en Venezuela. Es mi base de operaciones.

¿Dónde queda Venezuela en tu obra?

—En el mar.

Fuente El Estímulo

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