Marlene Nava, protagonista de cine, cine, protagonista, actriz venezolana
Clara se le manifestó en un autobús de Los Claveles, Maracaibo, a Gilberto Polo, un apacible estudiante de arte cuya mansedumbre fue inquietada cuando a su lado se sentó una anciana solitaria, apurada y llena de ansias por llegar a un lugar que se desdibujaba de su memoria y no lograba encontrar.
Esa señora y su angustia se instaló en la memoria de Gilberto y la llamó Clara en su guión para un cortometraje requerido en la materia de Producción de Cine, porque cursa el primer año de Artes Escénicas mención Audiovisual, en la Facultad Experimental de Artes (Feda) de la Universidad del Zulia.
“Clara” —en la historia de Polo— conservaba celosamente en la sala de su casa un ramo de flores marchitas, que le regaló su esposo antes de fallecer.
“Cuando fui con mi equipo de trabajo en busca de locaciones a Santa Lucía, nos recomendaron acercarnos a la casa de Marlene Nava, porque ella es una cronista de la ciudad y promotora cultural que siempre apoya mucho a los estudiantes y cuando entré a la sala de su casa y la vi, luego miré y había un ramo de rosas marchitas que le regaló su esposo, el artista Günther Castillo antes de morir. Entonces entendí: ¡Clara es usted!”.
La sinopsis de la película Clara dice que ella sufre Alzheimer y tiene una crisis de soledad tras su viudez por lo que confunde la realidad con sus ensueños.
Sobre la asignación del personaje, Marlene Nava, destacada periodista y gestora cultural de la ciudad, quien tiene 70 años y actualmente dirige Casa Günther Museo, que es su propia casa, contó con algo de risa: “Primero fue una sorpresa que alguien me propusiera semejante desatino”.
“¡Imagínate! yo que soy la antítesis de la actuación porque no se simular prácticamente nada. Pero me movió su pasión por la historia y su convicción de que yo encajaba perfectamente en el personaje. Tuve mucho miedo y muchas dudas. Pero siempre he sido un poco atrevida, así que lo asumí”.
Polo detalló que las grabaciones de su “corto” fueron en Casa Gunther Museo, y en el centro de Maracaibo. Específicamente en la avenida Libertador y en el Callejón de los Pobres, donde las personas que allí trabajan fueron súmamente amables y dos de los comerciantes informales actúan en la película.
“Esperamos tener el trabajo listo antes de junio. Queremos estrenarlo en un centro cultural. Ya el Centro de Bellas Artes se mostró interesado, pero también queremos que se vea en Santa Lucía y, por supuesto en las salas comerciales de cine a través del programa Venezuela en Cortos, que se encarga de proyectar varios cortometrajes de producción nacional antes de cada largometraje comercial en las salas de cine de todo el país”.
“Por su puesto, también queremos participar en todos los festivales que se pueda. Y lo más importante, dejar una reflexión sobre la soledad de nuestros abuelos, más aún la de aquellos que padecen el Alzheimer”.
Sobre lo que aprendió de la experiencia Nava contó: “el aprendizaje mayor fue el tránsito que hube de enfrentar para calzarme los zapatos de Clara, vivir su angustia, sentir su soledad y su enorme pena, fue un logro hasta para mi experiencia personal. Hubo un momento en el que Clara literalmente se me incorporó y esa fue la mejor escena, a juicio de todos ellos. Por fin entendí cómo un actor es capaz de llorar una pena ajena. Y el personaje representa la historia de cientos, de miles de vidas que al final de sus días conocen la espantosa soledad de los vacíos y del abismo en el que se convierte su mente —reflexiona Nava—. Pero comprendí también que el ser humano, aún en el estado más desvalido, encuentra un camino para refugiarse. Aunque sea, como en este caso, una total evasión de la realidad, donde abraza la felicidad”.
“Agradezco mucho a todos esos chamos sus atenciones, su respeto y su paciencia. Y a la vida que me diera este chance de probar una nueva y bella experiencia que definitivamente hizo más visible mi huella en el camino”.
Fuente Panorama
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