Manual de ociosidades del 30 de julio por Valentina Quintero

Notes

 Manual de ociosidades, 30 de julio, Valentina Quintero, julio 2017

En Aragua

El Chorrerón

No hay que cruzar el Orinoco para ver grandes y contundentes caídas de agua. Solo deben llegar al pueblo de Chuao, buscar a Chichí –tremendo guía– y arrancar a caminar hacia la montaña. Cruzarán el río 21 veces –mojándose los zapatos, irremediablemente– siempre por senderos con árboles, en algunas partes atraviesan conucos, suben por piedras, pasan por una puerta entre dos árboles y saben que han llegado a la mitad, y casi al final hay un cruce de río donde el agua alcanza la cintura y de inmediato una escalera en la piedra. Es lo único con algo de dificultad. De resto es una travesía feliz y preciosa, como por hora y media, si vas rapidito. Yo diría que se hace tranquila en dos horas. El regalo es esta cascada que cae frenética 70 metros, choca con una piedra y sigue eufórica hasta formar esta poza atómica. El revuelo, la corriente, la fuerza, la locura. Vayan y vengan, no dejen basura y recojan la que consigan. Es el gran paseo de Chuao.

Para ir: llegan hasta el pueblo de Chuao en la costa de Aragua. Solo en peñero o caminando desde Choroní.

En Apure

Cañafístola

En la finca Cañafístola atienden sus dueños Viviano y Emilia, ambos gentiles y francos como el llano. La comida es suculenta y abundante: cachapas con maíz tierno, granos con puro aliño verde, picadillo de arroz y pirañas fritas. Ofrecen paseos por sabanas inundadas en invierno y agrietadas en verano para observar animales en libertad, o se navega feliz por el caño Guaritico para ver toninas que son muy esquivas. Habitaciones sencillas, con su baño y aire acondicionado. Me parece muy genuino recorrer el llano con Viviano. Es tremendo conversador y un buen conocedor porque nació, se crió y vive ahí.

Para ir: Módulo Chititera (Mata de Madera), reserva de fauna caño Guaritico, Apure, cerca de Mantecal.

Teléfonos: (0240) 808 6720, (0426)

373 0566, (0424) 703 8564, (0426) 373 0566.

En Aragua

Chocolate Juana de Dios

Juana de Dios es socia de la Empresa Campesina Chuao, encargada de cosechar, procesar y comercializar el cacao. Ella decidió aprender a hacer chocolate, y si bien durante un tiempo no estuvo conforme con los resultados porque le quedaba grumoso, ahora le regalaron una maquinita donde lo bate a la perfección y le queda regio. Probamos sus barras, las panelas amargas para repostería y chocolate caliente, los bombones con rellenos caseros y otros de puro chocolate. Todo es tan memorable y feliz como ella. Su marca: Juana de Dios, como su nombre.

Para probarlos: buscar a Juana de Dios en su casita en el pueblo. Todo el mundo la conoce.

En Nueva Esparta

El Langar de Sumito

Fuimos a almorzar a El Langar de Sumito. Qué enternecedor entrar por los mismos pasillos, bajo las matas, por donde transitan los estudiantes del ICTC, la escuela de cocina que abrieron Sumito y Sylvia hace unos años. Los ves a todos con sus uniformes, en los fogones, contentos y orgullosos de ofrecer sabores venezolanos. El comedor es lindísimo, con muchos ventanales para seguir viendo el movimiento afuera, mesas con recuerdos, adentro techo alto. Es informal, bonito, honesto. Adoré la comida. Los bollos pelones, la pasta, las ensaladas, los guisos con ají margariteño. Recordé mis primeros viajes a Margarita cuando era niñita y ni siquiera existía la zona franca. Ver a Sumito fajado, a Sylvia ordenando y a los muchachos atendiendo porque es parte de su formación. El Langar de Sumito sube el ánimo, alimenta la barriga y revuelve sabroso los recuerdos.

Para ir: calle Lárez con calle El Dique, La Asunción.

Teléfono: (0295) 242 0680.

Instagram: @langardesumito

En Aragua

Brownies

La playa de Chuao es una divinidad. Grande, con kioscos de paja para protegerse de la chapa de sol, algunos tarantines donde sirven pescado frito, tostones y ensalada rallada, una posada con unos cuartos recontraprecarios y oscuros aunque quede frente al mar, una construcción nefasta que nadie entiende por qué le dieron permiso y un mar exquisito, sin muchas olas, perfecto para nadar. Cuando caminen por ahí, busquen a este muchacho muy alto que aparece en la foto, tiene unos agujeros de esos que se hacen en las orejas y les meten unas argollas gigantes, es un encanto y anda con su cavita blanca. Ahí tiene unos brownies atómicos. Parecen una nube de lo suaves y esponjosos que son. Y los hace con puro cacao de Chuao. Memorables.

Para probarlos: ir hasta Chuao y buscar al personaje.

Fuente Todo En Domingo

 Manual de ociosidades, 30 de julio, Valentina Quintero, julio 2017