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Diciembre, que por tradición ha sido una temporada de solidaridad, este año necesita corazones aún más abiertos y voluntades renovadas. Varios personajes relatan cómo han potenciado ese valor en Navidad y qué significa dar de sí para ayudar a los demás.
Norkys Batista, actriz y modelo
Uno para nueve, nueve para uno
Vestuario
Luis Perdomo
@luisperdomocouture
Accesorios
Store Lola
@storelola
Maquillaje
Reinaldo Quilen
@reinaldoquilen
“La solidaridad la aprendí desde la crianza porque en mi casa somos ocho hermanos. Eso significa que desde muy temprano aprendes que hay que compartir; que no hay espacio para ser egoísta y que tiene que haber lealtad, compromiso y entrega. Siempre nos turnábamos los oficios en la casa y, si uno estaba enfermo, cualquiera de los otros le tendía la mano. Nos enseñaron siempre a velar por los demás y a no pensar solo en uno: si me daban ganas de prepararme una arepa para cenar, sabía que no solo debía hacer la mía, sino también las de mis siete hermanos y las dos de mis papás. Más allá de esa reacción de ‘qué fastidio, montar diez arepas’, no me quejaba porque pensaba: si mi mamá nos prepara desayuno, almuerzo y cena, se ocupa de la casa y nos ayuda a diario, ¿cómo no voy a poder hacer diez arepas?
A mi hijo Sebastián le he enseñado que siempre que pueda debe asistir a los demás, no prestarse a hacerle maldades a sus compañeros, respetar a todo el mundo, no hablar mal de nadie y hacer lo correcto. Le inculqué que debe estar atento a cederle el puesto a la gente mayor o a las damas y a los diez años es algo que hace solo, sin que se lo pida. También sé que puedo contar con él para ayudarme en la casa, si llego cansada de trabajar. Siento que es mi responsabilidad educar no solo a un buen ciudadano, sino a un hombre de bien.
En estos tiempos, si creara una fundación, se llamaría Batista: apoyo económicamente a mis papás, mis hermanos y mis sobrinos, porque únicamente con los sueldos de ahora no sobrevive nadie. Los ayudé hasta hace poco a sacar sus carreras universitarias y me ocupo de que a mis padres no les falte nada. He apoyado a fundaciones de niños con cáncer y en campañas de lucha contra el cáncer de mama, el VIH y el embarazo precoz; he hecho funciones a beneficio de esas causas y dicto charlas motivacionales en empresas para contar lo que aprendí de mis acostadas sin comer y de lo que me costó salir adelante. Creo que a pesar de que uno haya tenido un día fatal o haya cometido un error, siempre puede sacar algo positivo, y siento que aporto algo positivo a la sociedad cuando transmito que no hay que sentarse a esperar que llegue el dinero fácil. Que en lugar de preguntar ‘¿cómo me pueden ayudar?’, es uno mismo quien tiene que dejar de pedir y fajarse a producir.
El mayor gesto de solidaridad que han tenido conmigo vino de alguien que me ayudó mucho al comienzo de mi carrera. Cuando empecé a hacer castings, yo llevaba siempre el que me parecía que era mi mejor vestidito y los zapaticos más decentes que tenía. Este señor era dueño de una tienda en Sabana Grande y sabía que yo no era una muchacha que quería hacer dinero fácil, sino que mi deseo era trabajar mucho, cumplir mi sueño y salir adelante honradamente. Para ayudarme con la ropa, como sabía que yo no iba a aceptar regalos, siempre tenía también un detalle para mi mamá y mis hermanas: les daba a todos para poder ayudarme a estar mejor arregladita. Sigue siendo una persona muy amiga de mi familia y siempre recuerdo eso con mucho cariño”.
Caterina Valentino, animadora y locutora
El avance en plural
Yo crecí en Catia, una barriada populosa, muy grande y llena de gente muy trabajadora. Cuando creces viendo que hay gente que pasa necesidad, eso te atrapa. Mi papá nunca nos escudó de la realidad.Mi colegio quedaba justo debajo de Casalta y desde allí me daba cuenta de muchas cosas. Allí aprendí que cuando tu vecino no está bien, tú tampoco puedes estar bien, y que en la medida que apoyas y colaboras con tu entorno, también se ensancha tu acceso al progreso.
Cuando pienso en la gente que me ha ayudado, creo que el mayor gesto de solidaridad que han tenido conmigo me lo dio El Nacional. Cuando cerraron mi programa Hay Corazón –que fue básicamente por motivos políticos– estaba asustada y me sentía sola, porque hubo gente que no me apoyó. Rosalexia Guerra, de la Unidad de Libros, me llamó porque querían contar mi historia, y esa confianza fue algo que agradecí mucho (fue un gesto que pude retribuir después; cedí esas ganancias cuando ellos pasaron por una etapa difícil).Ese libro fue algo que me dejó muchas satisfacciones porque muchas niñas abusadas sexualmente se sintieron identificadas y buscaron ayuda.Una se me acercó en una feria en la plaza Francia de Altamira y me dijo que había pensado quitarse la vida, pero que leer mi testimonio la salvó.Eso me tocó mucho.Por eso también he dictado charlas a niños, niñas y adolescentes para que aprendan a cuidarse y sepan qué hacer.
Siempre me ha gustado colaborar con causas infantiles y con animales en situación de calle. He trabajado con la fundación Autismo en Voz Alta y con Mil Patitas, soy madrina de la casa Ronald MacDonald y estoy colaborando con el hospital J.M. de los Ríos. Hace unos meses inicié una fundación que se llama Alas, para canalizar esa ayuda. Con Nacho hicimos en agosto una actividad en el restaurante Jacaranda, en Panamá, y recogimos muchas cosas para los niños. No todo lo hago público porque la idea no es banalizar la ayuda, pero sí queremos lograr cosas importantes y recibimos apoyo de la empresa privada. Ya donamos 50 sillas de ruedas para la Casa Ronald McDonald y estamos tratando de conseguir una máquina para el hospital J.M. de los Ríos. También estamos recogiendo juguetes para que esta Navidad cada niño tenga un regalo en su camita. Quienes quieran ponerse en contacto con la fundación o deseen apoyarnos de alguna manera, pueden escribirnos a través de la sección de contacto de mi página web.
A pesar de que son muchas las necesidades materiales que hay en nuestro país, ser solidario no significa solamente compartir objetos. Ayuda mucho no sumarse a la agresividad y ser amables con los demás, sobre todo con la gente que tiene los trabajos más difíciles.Que la gente no se sienta sola también hace una diferencia. No son tiempos para guardarse ni darle la espalda a este país después de todo lo que nos ha dado, sino de retribuírselo. Si queremos cambiar las cosas, tenemos que ayudar”.
En la web: caterinavalentino.com
Jean Mary Curró, locutora y humorista
Amor siempre peludo
Toda la vida he tenido debilidad por los animales. Mucha gente me pregunta que por qué en estos tiempos mejor no me ocupo de apoyar a los niños o de los viejitos, pero lo hago porque siento que ellos son siempre los últimos en la lista, los más desasistidos. Desde que entendí que la gente me conocía como ‘la locutora a la que le gustan los animales’, he aprovechado tanto como he podido todos los medios que he tenido al alcance para protegerlos, con la Red de Apoyo Canino y también con Voluntarios por los Animales.
En todo este tiempo, creo que el gesto de solidaridad que más me ha conmovido fue el que se formó alrededor de una perra que rescaté. Se llama Bellota y era una pomerania que estaba muy, muy enferma. La llevé al médico y pasó dos meses hospitalizada. El veterinario dijo que la perra iba a necesitar tomar sopas muy potentes para reponerse y yo no tenía mucho tiempo para cocinar y llevárselas todos los días porque estaba entre el teatro y la radio, así que pedí por mis redes que, quien pudiera, por favor le preparara una sopita y se la dejara en la clínica.
Ya en ese tiempo había escasez, pero la gente hacía el esfuerzo de comprar más ingredientes, preparar un poquito más de sopa y llevársela; me mandaban las fotos y los videos de cómo la hacían con tanto amor y eso me conmovía hasta las lágrimas porque, además, era para un animalito que ni siquiera era suyo. Al final llegaban tantos potes que alcanzaba para alimentar a todos los perros internados, y después fueron tantos más, que en la clínica me pidieron que avisara que ya no hacía falta porque no había neveras donde guardar tanta sopa. La perra ya está bien y consiguió casa con un muchacho que la tiene bellísima. Esa nobleza de la gente es algo que siempre recordaré.
Para mí, colaborar sigue siendo un valor que aún tiene el venezolano: todavía es capaz de quitarse de la boca lo poquito que tenga para dárselo a otro que no tiene nada, y si le pides ayuda siempre va a encontrar alguna manera de echarte una mano. En estos días estoy haciendo en Miami una campaña para recolectar fondos y alimentos para refugios de animales en Venezuela, porque no se dan abasto para poder cuidar y alimentar a tantos perros y gatos abandonados. La gente puede entrar a GoFundMe.com, buscar ‘Peludo Amor Ayuda’ y donar allí lo que pueda, o llevar a tres centros de acopio bolsas de alimentos. La idea es poder comprar también champú, pipetas y spray antipulgas, tratamientos, vitaminas y fórmula para cachorros y enviarlos a Venezuela. La idea es que poco a poco la campaña cobre fuerza para que podamos hacer envíos mensuales a varias ciudades del país.
¿Qué puede hacer cualquier persona para ayudar esta Navidad? Si este fuese cualquier otro diciembre, hubiera dicho que adoptaran un animal, pero la situación es tan difícil que mi recomendación sería cuidar aún más a la mascota que tengan. Quizás este año no te compras un estreno y aprovechas ese dinero para prepararle a tu perro o a tu gato una comida un poquito mejor. No los abandones. Si de verdad ya no puedes tenerlos o te vas del país y no hay manera de llevártelos, no los eches a la calle, donde les puede pasar algo terrible. Búscales una casa. Quiérelos al menos una parte de lo mucho que ellos te quieren, porque tus mascotas serían capaces de hacer cualquier cosa por ti.
Y si tienes chance, procura ayudar también a cualquier otro animalito. La gente muchas veces dice que le encantaría tener una quinta gigante y ganarse la lotería para rescatar a todos los perros y gatos de la calle, pero eso no hace falta. Con que recojas a uno solo que esté en peligro, lo auxilies y lo ayudes a conseguir un hogar lo más pronto posible –o darle agua y un poquito de comida, si no puedes llevarlo en tu casa– ya estás haciendo muchísimo”.
En Twitter e Instagram: @jeanmary_
Marina Taylhardat, diseñadora de Ushuva
El chip de colaborar
Cuando hablo con mis dos hijas todos los días, les hago ver que ellas viven en una burbuja que no es real, aunque evidentemente es difícil que los niños no se den cuenta de eso cuando ven a la gente que hurga en la basura para comer. El concepto de la solidaridad me lo enseñó mi mamá, que trabajó 20 años con Avepane y me llevaba a las actividades para recaudar fondos. Crecí con ese chip. Cuando me dieron una beca para estudiar en Japón lo seguí practicando, porque allá dedicarle tiempo a causas sociales es muy importante.
Por eso no he parado desde que llegué, e incorporé mi marca a esa inquietud. He colaborado con varias fundaciones, como Fundaprocura, Senosayuda y ahora lo hago con una que se llama ABC Prodein, que tiene una escuela impecable en Petare que se llama Cisama y donde cualquier aporte es valioso: hace poco había 11 niñitos que no tenían qué comer y las mamás de los que tenían un poquito más aportaban para prepararles una sopa. Unos meses atrás la directora me llamó para contarme que les faltaba un dinero para terminar el techo de las canchas y poder hacer el acto de graduación de los niños, así que Ushuva lo completó. Cuando les conté a mis empleados que gracias a nuestro esfuerzo esos niñitos iban a poder graduarse, se les salieron las lágrimas de felicidad y satisfacción.
Eso me reconforta porque hablar de moda en este momento es tan difícil… Es algo que suena banal y plástico en un país con tantos contrastes.
Procuro siempre que un porcentaje de las ventas de mi marca apoye alguna causa, porque me daría rabia conmigo misma no hacerlo. De hecho, más adelante me gustaría crear una fundación propia. Creo que las que existen realizan esfuerzos muy valiosos porque hay mucho por hacer, pero también sería positivo que las que tienen objetivos parecidos se pusieran de acuerdo y unieran fuerzas: no solo para canalizar mejor la ayuda, sino también para abrir cuentas internacionales y recibir los aportes de tantos venezolanos afuera que están desesperados por apoyar pero no saben cómo. Saber aprovechar esos mecanismos es ideal para beneficiar a la mayor cantidad de gente posible.
Todos los martes voy a colaborar en la cocina de Casa Bistró con Barriga llena, Corazón contento, una iniciativa de varios restaurantes para preparar sopas destinadas al hospital J. M. de los Ríos. Hay gente que siente que no sabe cómo empezar a ayudar: creo que una buena forma es determinar qué te llama la atención y pensar de qué forma puedes ser útil. Si no te sientes en capacidad de apoyar una causa concreta, pero manejas empleados o tienes a alguien que te ayuda en la casa, echarle una mano en algo que necesite ya es sustancial para esa persona. Ahora que se acerca Navidad, puedes donar un juguete para la actividad de Santa En Las Calles, regalarle una hallaca a alguien que no se está alimentando bien, comprar un regalito en el bazar de una fundación, entrar a la página web de Fe y Alegría y donar así sea 500 bolívares. Incluso escuchar a los demás es una manera de ser solidario.Transmitirles esa disposición a los niños es muy necesario porque ellos forman parte del cambio. Pensar en mis hijas me da fuerzas para seguir aquí y poner mi granito de arena para que lleguen a ver la Venezuela en la que yo crecí”.
En Twitter e Instagram: @ushuva
Fuente Todo En Domingo
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Originally posted 2016-11-22 15:24:11.