Maite Delgado, animadora venezolana, 50 años, entrevista
Maite Delgado celebra este martes con PANORAMA sus 50 años, revelando en un entrevista exclusiva cómo han transcurrido estas cinco décadas para ella. “Yo no creo que sea la número uno”, dijo.
La puerta se abre y ahí está ella. Sentada en una poltrona negra mientras Franklin Salomón le aplica una base en el rostro. Su voz hace eco en el camerino que improvisó la producción. Son las 6:00 de la tarde en Venevisión y dentro de poco Maite Delgado debe salir a escena para homenajear a Juan Gabriel.
El camerino, muy sobrio, tiene un espejo blanco con bombillos a los lados, un enorme ramo de flores , frutas y unas cajas con galletas. Maite viste completamente de negro; deja su celular en una mesa y saluda con un abrazo.
Afuera, una larga cola espera por ella. Quieren saludarla, hacerse una foto y verla de cerca. “Es que aquí la quieren mucho”, dice su mánager Luis Bascarán, quien tiene en sus manos la falda que le regaló el “Divo de Juárez” a la presentadora y que más tarde se pondría.
Maite ríe a carcajadas, pide que no le jalen el cabello mientras le hacen los rulos, cruza las piernas y comienza una tertulia que por poco se extiende hasta el momento de salir al aire.
— “Los 50 son una edad en la que uno siente que algo debe ser diferente, la madurez que llaman. Cuando los cumpla les cuento”. Eso lo escribió hace poco en su Instagram. ¿Realmente cree que nada va a cambiar?
—Bueno, hay cierta expectativa, pero que igual la tenía a los 40, ¿sabes? Son como esas edades que te condicionan a eso, a que algo debe ser distinto. Yo cumplí 40 y fui muy feliz; no cambié absolutamente nada, así que pienso que los 50 llegarán de la misma forma, porque cada año refleja lo que has vivido y yo he sido muy afortunada.
—Generalmente uno se imagina a cierta edad. Podemos decir: “Cuando tenga tal edad estaré haciendo esto o aquello…”. ¿En su caso, cómo se visualizó a los 50?
—Nunca he sido de planificar cosas a largo plazo. Yo me dejo sorprender por la vida, a mí me encanta eso, me llena de ilusión, de magia, de ganas como si estuviera empezando; como si fuera la primera vez. Ahora soy más libre, más dueña de mi tiempo, me siento tan feliz en mi cuerpo, con mis años…
—Muchas mujeres se aterran con la vejez. ¿Usted es de esas?
—Ya tengo una buena relación con la vejez, hemos aprendido a llevarnos bien (risas). Me parece que a veces es tan cruda, tan inhumana, pero también es parte de la vida y por eso es importante cultivar el espíritu porque todo esto se va (señala su cuerpo). No todo es la belleza exterior.
—¿Qué ve cuando se mira al espejo?
—Veo una Maite distinta, unos días me gusta más que otros, porque bueno, uno es tan humano como cualquiera. Un día amanecemos bonitos y otros no tanto (risas). Más allá de eso veo a una mujer feliz porque entendió que la felicidad está dentro de ella. Es duro entenderlo, no es tan fácil. Suena a libro de autoayuda, pero se aprende con las experiencias vividas. Se hace difícil comprenderlo cuando nuestra felicidad depende de alguien más. .
—¿A qué le teme en estos momentos?
—Fíjate que le temo a la soledad, sin embargo la disfruto mucho. En el fondo soy una persona muy sola, o sea, no tengo mil amigos, los que tengo los puedo contar con una mano. No soy de las que está todo el tiempo llamándolos, pero ellos saben que siempre estoy ahí. Le tengo miedo a la soledad cuando no es una elección, a esa soledad que no está en tus planes, de repente a no tener a mis hijos, a mi esposo, a mis amigos, a mi padre. Le temo al abandono.
—La número 1. Así la llama mucha gente, pero internamente, ¿cómo se ve usted?
—Agradezco un montón esos halagos, pero no me los creo. Esos títulos hacen daño cuando te los crees. Son deliciosos cuando sabes que vienen del cariño del público, del reconocimiento de la gente. Talento de sobra hay, para mí el número 1 es Gilberto Correa.
—¿Le asustó alguna vez la fama?
—Sí. Mientras aprendes a procesarlo hay un momento en el que te sientes muy vulnerable. Te saluda gente que te conoce, pero tú no sabes quienes son.Yo me sentía como desnuda. Agradezco que me demuestren el cariño en la calle, pero de verdad no me creo el cuento de que soy famosa.
—El público la ama y juntos llevan una especie de relación sentimental. ¿Cómo hace para que el romance no se tambalee?
—(Risas). Lo que pasa es que soy una mujer fiel, y el público sabe que yo lo quiero de la misma forma. Ahora ayuda mucho las redes sociales. Cuando me fui de Venevisión una de las cosas que más me dolían era perder el contacto con el público. Ya ves que el tiempo pasa y la gente va olvidando. Afortunadamente he superado distancias.
—¿Hace 30 años quién fue su referencia en la animación?
—¡Oye! Sin duda alguna Gilberto Correa y Carmen Victoria Pérez. No soy amiga de decir que existe un sucesor de… Creo que nadie se mete en los zapatos de nadie, aunque sí logran inspirarte. Yo los vi como figuras aspiracionales, siempre digo que no intenté parecerme a nadie. Lo que hice fue sentir respeto por una cámara, por un libreto; me cultivé, aprendí, traté de ser una mejor versión de mí misma.
— “¡Buenas noches, Poliedro!”. Es una frase que la inmortaliza. ¿Formó parte de un guión?
—(Risas). Esa frase me la llevo, pero yo creo que esa frase es de Norah Suárez cuando hacía el Miss Chocozuela en “Radio Rochela”. Y es que me niego a creer que alguna vez yo haya dicho una frase tan sin sentido. Nosotros hacíamos un programa internacional, y en todo caso se tenía que decir: Buenas noches, Venezuela.
—¿Cuánto ha reído en 50 años?
—Mucho. He reído mucho y también he llorado. La gente cree que vivir lo que uno ha vivido y trabajar lo que uno ha trabajado es fácil, pero no lo es. Yo me siento muy orgullosa de lo que he logrado porque nadie me regaló nada. Cada oportunidad que yo tuve me la gané trabajando, me la gané con esfuerzo, a punta de entrega. Nunca trabajé soñando con comprarme un carro, un teléfono o un apartamento. Trabajé por pasión.
—¿Ha sido la vida completamente justa con usted?
—No sé. Me hablas de justicia, pero he vivido momentos malos, muy tristes. Muchos me los llevo yo, y al final hicieron de mí lo que soy ahora.
—¿Se ha dejado vencer por el ego?
—Debo admitir que sí. Batallé mucho, pero gané yo. Afortunadamente estoy rodeada de mucha gente que me mantiene los pies sobre la tierra y me hace entender que el éxito es en equipo.
—Hay quienes creen que los artistas llevan vida fuera de lo común. ¿Usted por ejemplo, hasta qué hora duerme?
—Cuando era adolescente, o más joven, era capaz de dormir hasta las 5:00 de la tarde un sábado o un domigo. Ahorita, por más que quiera, no puedo. A las 7:00 am, máximo, ya estoy despierta. Luego tengo mi rutina, agarrar el celular, ver las noticias, enviar mensajes…
—Y la cocina… ¿se la llevan bien?
— Ehhh. Te iba a mentir, pero aquí hay gente que me conoce y me da pena (risas). Yo soy pésima ama de casa, y mira que lo he intentando.
— ¿Cuántos aplausos se da?
—¿Yo? Ninguno, todos los aplausos se los doy al público.
Fuente Panorama
Maite Delgado, animadora venezolana, 50 años, entrevista
Originally posted 2016-09-21 14:56:19.