Luciano D’Alessandro, entrevista, actor Venezolano, venezolanos en el exterior
El actor venezolano interpreta al abogado Pablo Domínguez en la exitosa telenovela colombiana La ley del corazón, que se estrena el martes en Telemundo. Confiesa que, aunque triunfa afuera, no puede olvidarse del país
A Luciano D’Alessandro le va bien en Colombia, adonde llegó en 2013. Luego de varios trabajos en ese país se ha convertido en uno de los galanes más codiciados de la televisión colombiana. Basta con revisar los medios impresos para encontrarse con frases como “Es el Christian Grey de Colombia”, en referencia al sensual magnate protagonista delbestseller 50 sombras de Greys, o “Es el abogado más querido del país”. Su popularidad se terminó de consolidar con la animación del concurso Miss Colombia 2017.
Ya había trabajado en el vecino país en 2010 y regresó a Venezuela para actuar en telenovelas como La viuda joven y Mi ex me tiene ganas. Su último papel en la pantalla nacional fue el de Felisberto Macho Vergara que interpretó en De todas maneras Rosa.
D’Alessandro regresará, de alguna manera, al país. Esta vez con el nombre de Pablo Domínguez en La ley del corazón, que transmitirá desde el martes Telemundo Internacional.
Por teléfono, desde México, al actor se le quiebra la voz al hablar del país, donde está toda su familia. Sin embargo, no oculta su emoción por el éxito que tiene.
–¿Cómo ha usado lo que aprendió en la televisión venezolana para consolidar su carrera internacional?
–Yo salí de nuestra querida RCTV, el canal que cerró Hugo Chávez en 2007. Ahí estuve seis años, hice mi carrera. Tuve la oportunidad de tener a los mejores profesores: Gustavo Rodríguez, Flavio Caballero, Juan Carlos Gardié; grandes figuras de la actuación venezolana. Todo lo que aprendí ha sido vital para enfrentarme al mercado internacional, para llegar a Colombia donde hay un nivel actoral bastante alto. Es un mérito también de RCTV, que fue una gran escuela, tengo la fortuna de tener esa base.
–¿Qué fue lo más difícil de interpretar a Pablo Domínguez?
–No es primera vez que hago de abogado, pero sin duda ha sido el papel más exigente. Fueron muchas horas de trabajo, tuve asesoría con abogados, fui a juicios para ver cómo era la actitud de los defensores. Me tocó estudiar mucho y dormir poco. Eran doce horas de grabación, unas tres de estudio. Había escenas de ocho o nueve minutos, en las que participaban varios personajes que hablaban un lenguaje muy técnico, legal.
–¿Cómo le afecta la situación del país y cómo la contrarresta?
–No hay una fórmula para lidiar desde afuera con lo que pasa en Venezuela, ojalá existiera. No sé cómo hacer. Toda mi familia está allá y una mitad de mi ser está feliz por lo que estoy viviendo, porque he trabajado toda la vida para esto, pero la otra mitad está allá y sufro, sufro mucho. Todos los días me conecto a las noticias para ver qué es lo que está ocurriendo, hablo con mis padres. Dentro de lo poco o mucho que puedo ayudar, lo hago. Es necesario que la comunidad internacional sepa qué es lo que está sucediendo en Venezuela, que hay una dictadura, que hay un gobierno que afecta a la región completa. En un rato puedo estar contento con mi trabajo y a la media hora de nuevo pienso en mi país. Todos los días tengo un sabor agridulce porque es la alegría de estar en un proyecto exitoso y saber que en Venezuela hay gente que se muere de hambre, que es asesinada por la represión.
–En la última telenovela que hizo en el país interpretó a Felisberto, un casanova machista. Y ahora en esta hace de Pablo, un hombre bueno, correcto. ¿Con cuál de los dos se queda?
–A mí me gusta la comedia. Felisberto me encantó porque tuve la oportunidad de salir del personaje protagónico y pasar al antagónico para hacer comedia. Me divertí mucho. Pero tras interpretar a Pablo, si me pones a escoger, me quedo con él porque es un personaje más completo, más profundo en sus sentimientos y sin duda es agradecido.
–Al ser el único extranjero en el elenco ¿cuán difícil fue adaptar su acento?
–Ese fue uno de los retos. Cuando fui a hacer el casting me dieron la opción de usar el acento venezolano. Me pareció que era muy fácil y decidí arriesgarme para hacer la audición con un acento bogotano lo más neutro posible. Le dije al director “confía en mí, escúchame”. Al terminar él me dijo que estaba perfecto. ¡Gracias a Dios que tomé esa decisión ya que es posible que si hubiera hecho lo otro no estuviera dando esta entrevista! Fue un trabajo duro, conté con la colaboración de todos porque en alguna escena me dejaba “chivar” y se me salía el venezolano. A la semana me sentía como en casa, porque así me trataron. El ambiente de trabajo fue de amigos, de familia. Y eso se ve en la pantalla y es uno de los ganchos de La ley del corazón.
“El público no se va a aburrir”
Luciano D’Alessandro afirma que es imposible que la audiencia se aburra con La ley del corazón. La superproducción de RCN se basó en casos reales para armar una historia que mezcla las leyes y el amor.
“Este proyecto es un poco un híbrido entre lo conservador de la telenovela, que está en nuestro ADN, pero con muchas cosas de vanguardia: tecnología maravillosa, un libreto estupendo y actual, y personajes fantásticos. Hubo muchos actores invitados, más de 400. El público no va a tener la oportunidad de aburrirse.”
La historia es original de Mónica Agudelo y D’Alessandro comparte el protagonismo con Laura Londoño.
Fuente El nacional
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