Caraqueños, Caracas, aniversario, venezolanos en el exterior, Venezuela
Sea que se trate de una decisión temporal o una definitiva, miles de venezolanos viven en el exterior. Gran parte de ellos son caraqueños que no podrán estar en su ciudad para celebrar el 449 aniversario de la capital. Sin embargo, sin importar los kilómetros de distancia ni las horas de diferencia entre “la ciudad de los techos rojos” y el destino donde se encuentran actualmente, la nostalgia y los recuerdos de casa sirven de acompañantes en la construcción de una nueva vida.
Así le pasa a Belkis Campos, una joven estudiante de Arquitectura de la Universidad Simón Bolívar que actualmente hace un voluntariado en Tailandia. En Ban Nam Khem, el pueblo donde reside, ha encontrado más de una similitud con su país de origen: el clima, la vegetación y la calidez de la gente le recuerdan a la ciudad de donde partió hace ya hace un mes.
“Tan loco como suene, un pueblito al otro lado del mundo tiene muchas semejanzas. El calorcito es como ese que sientes cuando empiezas a bajar a La Guaira. Hay orquídeas por todos lados. La flora y fauna son de las más variadas en el mundo y la llaman la tierra de las sonrisas porque todo el mundo te recibe con una”, contó Belkis.
Pese a que ha encontrado puntos en común entre ambas ciudades, la joven confesó extrañar la música que se escucha de cada carro en la calle y la variedad de pájaros que ve desde su ventana todas las mañanas. “No puedo esperar a volver a casa”, aseguró Belkis, quien deberá completar dos meses de voluntariado antes de regresar a Maiquetía. “Este mes en Tailandia me ha hecho recordar lo mucho que amo a mi gente”.
Hace un año que Jesús Grillet, un joven de 22 años, se mudó a Australia con su familia. A 15.449 kilómetros de su ciudad de origen, contó a Efecto Cocuyo que lo que más extraña de Caracas son sus amigos. El Ávila también está entre sus añoranzas. “Aquí es imposible saber dónde está el norte sin una brújula”, bromeó.
La gastronomía es otra de las cosas que echa de menos desde el otro lado del mundo. “Extraño comerme unas buenas arepas después de una rumba; mi favorita es la de queso de mano con plátano, ingredientes que no se consiguen en Australia ni de chiste”, agregó Jesús.
Desde Europa, Alejandro Jiménez dice añorar algunos sabores de sus tierras. De todos, el que más le hace falta es el dulzor de la cachapa con un buen queso de mano. “Es un sabor de fin de semana para mí”, dice el joven que actualmente vive en Budapest, Hungría.
El estudiante de Turismo, quien se desempeña como guía turístico en la capital húngara, asegura extrañar la montaña que le dio a Caracas el título de “Sultana del Ávila”, especialmente en tierras tan planas como las del lugar donde está viviendo.
Pese a haber vivido en la ciudad más violenta de Venezuela y una de las que registra mayor cantidad de homicidios en el mundo, Alejandro también echa de menos los planes que surgían en las noches caraqueñas. “Me gustaba salir con mis amigos a Discovery Bar o tratar de disfrutar la noche en La Castellana cuando hacían conciertos y se organizaban eventos callejeros. Siempre traté de vivir sin miedo”, contó.
Adriana Rodríguez, una ilustradora venezolana, cambió las playas del Caribe por las del Pacífico. Hace dos años, la joven se mudó a Nueva York; sin embargo, desde Hawaii, donde reside actualmente, ha podido encontrar algunas similitudes con su hogar en el trópico. “Me topé con una gran cantidad de matas de mango y mangos en el suelo que puedes comer a gusto. Sin duda me recordó a Caracas; no había podido hacer eso desde que emigré”, relató.
Desde el Pacífico, Adriana tiene más de un recuerdo que añora de sus días caraqueños. La mayoría, de la vida que propicia la ciudad en cada una de sus calles. “Hay un conglomerado de cosas que extraño de Caracas, empezando por las conversaciones que escuchaba en el transporte público y la música que sonaba en él. Para muchos es desagradable, pero adoraba pasar el camino tarareando todos los merengues y salsas o aprendiendo canciones que no conocía”, dijo la joven.
El acento de la calle, las jergas de los jóvenes, los rotulados de las camioneticas y las situaciones que se generaban en el Metro de Caracas están entre las cosas que más echa de menos desde que vive lejos de casa. “Extraño la vida que le dan los caraqueños a la ciudad, el color que le da la gente y las fachadas y objetos anticuados que nadie se obsesiona en modernizar o reemplazar”, agregó.
Primero desde Groenlandia y luego desde Gotemburgo, Ron Davis Álvarez, un joven director de orquesta, extraña a la capital. Nacido en el barrio El Guarataro y criado en Guarenas-Guatire de toda la vida, Ron extraña a la ciudad todas las mañanas. Al igual que otros caraqueños, una de las cosas que más le hace falta es el acompañamiento del Ávila mañana, tarde y noche.
“Extraño las mañanas ajetreadas y ver a los niños uniformados saliendo de todos lados camino a estudiar, tomando el Metro o el autobús, mientras sus padres van camino al trabajo”, dijo el joven que ha llevado la filosofía de El Sistema a distintas partes de Europa.
Sus mañanas han sido muy diferentes desde que se fue a vivir al viejo continente, especialmente el camino, ahora sin tener que atravesar la avenida Bolívar. “Mi lugar favorito en Caracas es el área de los museos y la estación del Metro de Bellas Artes. Para mí, ver a los artesanos vendiendo mientras caminaba a la oficina era mi mejor manera de comenzar el día”, contó.
Aunque está en la misma región, José Ignacio Calderón sigue extrañando a la capital. Desde Perú, el joven profesor de inglés confiesa que una de las cosas que recuerda con más cariño son los colores. “Yo ahora estoy viviendo en Lima, cuyo epíteto más conocido es ‘Lima la gris’. Es una ciudad gris en la cual siempre está lloviznando en invierno. Extraño el calor de invernadero de Caracas, siempre tan equilibrado. Extraño el sol caribeño. No me acostumbro a los vientos del Pacífico, que en esta época del año son helados”, expresó desde la capital peruana.
También las empanadas entran en la lista de cosas que echa de menos, al igual que las obras de arte que están por toda la ciudad: los Juvenal Ravelo, los Cruz-Diez, los Mateo Manaure.
“La gente no se para a pensarlo, pero Caracas es una ciudad con muchos colores. Su contraste es bastante fuerte con una ciudad como Lima, cuyos tonos son más sobrios, calmados. Al final, afuera uno se siente caribeño”, finalizó.
Fuente Efecto cocuyo
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Originally posted 2016-07-26 15:53:52.