A 30 años de coronarse como la más bella del universo, Bárbara Palacios ha hecho cualquier cosa menos dormirse en los laureles. Es una máquina de trabajo que busca inspirar a otros. Aquí revela cómo se mantiene fresca, activa y motivada.
Soy una niña muy inquieta de 52 años. Me encanta aprender, estudiar, emprender”. Así, con una carcajada traviesa, justifica Bárbara Palacios una serie de fotos inesperadas en su Instagram. En una levanta pesas gigantescas a propósito de su certificación como entrenadora personal y de su afición por el crossfit. En otra celebra con toga y birrete una reciente maestría en Teología. Más abajo, dicta conferencias, celebra un reconocimiento en el Capitolio de Estados Unidos y también el lanzamiento de una línea propia de productos de belleza.
En todas muestra la sonrisa eterna que la ha hecho célebre. No hay manera de encontrar una imagen en la que salga seria y lo sabe. “La gente cree que he tenido una vida perfecta o que nada me ha costado y no es así. He trabajado muchísimo y he pasado por momentos difíciles como todo el mundo, pero aunque no siempre esté alegre, soy optimista y busco soluciones. Mi mamá me enseñó también un gran respeto por el público; decía que cuando uno está sobre un escenario, nadie tiene por qué notar tus problemas. Que cuando uno sube allí, es para entregar siempre lo mejor de sí”.
Aunque el mundo del espectáculo esperaba que “Barbarita” se convirtiera en actriz –sus padres, los primeros actores Bárbara Teyde y Jorge Palacios, parecían buenos fiadores artísticos–, ella nunca consideró aquel plan. “Uno sabe cuando no tiene vocación para algo. A mí no me asusta pararme en un escenario y hablar, pero no me veía actuando delante de una cámara y mucho menos quería ser reina de belleza”. ¿Por qué no? “No me consideraba bella ni tampoco soñaba con ser miss porque nunca he creído en la belleza física, sino en la integral”. Tomó años convencerla de que entrara al Miss Venezuela. Se graduó de publicista y no había modo de persuadirla. “Un día, mi jefe me dijo que era una buena oportunidad para aprender qué se siente ‘ser’ el producto, que la aprovechara para promover ese mensaje en el que yo creía”. En 1986, a los 22 años, se coronaba como la primera Miss Universo con una carrera profesional.
La niña consejera
“Vengo de una familia disfuncional y de alguna manera Dios me dio desde temprano una madurez y un sentido común que me permitían ofrecer consejos en situaciones similares a las mías. Desde pequeña siempre me gustó hablar con la gente, ayudarla, darle ideas. Mis campañas como publicista también eran así: más que vender cosas, quería que ese futuro comprador se quedase con un mensaje positivo”.
Bajo esa misma filosofía, hace un año lanzó al mercado Inspira, una línea de productos de belleza a base de astaxantina, un antioxidante 6000 veces más potente que la vitamina C. Se comercializa en una plataforma de venta directa y Palacios lo acompaña con un coaching de ventas que va más allá del mercadeo clásico, para ofrecer a vendedores y consumidores consejos de crecimiento y superación personal que también ha plasmado en dos libros. Cree que cada persona tiene un potencial ilimitado y que solo necesita descubrirlo y obtener herramientas para aprovecharlo. “En ese sentido, siento que puedo aportar; que si Dios nos da a cada uno una misión en la vida, ese es mi servicio”.
Asegura que ese equilibrio interior se refleja en la piel. “Nunca me he hecho una cirugía ni me hago nada invasivo, cosa que o no me creen, o produce mucha envidia”, dice con gracia. “A los 17 años proyecté cómo quería llegar a esta edad: sana, delgada, natural. Desde hace 30 años como solo vegetales y pescados (en esa época, cuando hablaba de comida orgánica la gente me decía ‘¡qué loquita!’) y me ejercito, porque siempre me ha gustado entrenar. También ayuda que me casé con un gran compañero y tengo dos hijos maravillosos que me apoyan en mis locuras. Eso significa que si llego a los 120 años, me van a tener que seguir aguantando”.
Corona vitalicia
Se sabe que el título de Miss Universo viene ligado a la expectativa imperecedera de ver a esas reinas de punta en blanco. Cabe la pregunta, entonces, de si a Bárbara Palacios le ha provocado rebelarse alguna vez contra ese sino y salir a hacer mercado en chancletas, sin maquillaje, con el pelo recogido al descuido en un moño. “Andar arreglada no me cuesta porque soy coqueta. Por un lado pienso que es mi deber, pero no lo hago por satisfacer a los demás. De alguna manera siento que sigo representando a Venezuela, que es mi tierra amada, y lo hago con gusto”, explica. “Creo que con los recursos que tengas siempre puedes buscar la forma de verte bien. Hay gente que se compra algo o recibe un regalo y dice que va a guardarlo para una ocasión especial, pero siento que todos los días son una oportunidad para disfrutar. Uno no sabe lo que puede pasar más adelante”.
Este año celebra el 30° aniversario de su reinado universal. ¿Qué siente cuándo ve el video de aquella ceremonia? “Todavía me emociono. Aunque ya uno sabe lo que va a pasar, el corazón se me acelera (risas). Fue un momento de mucho suspenso. A veces me ha pasado que cuando están a punto de anunciar el veredicto, de repente pienso: ¿y si esta vez no gano?”.
Declaración de principios
Creo que la felicidad no es permanente; el optimismo, sí • La belleza física no da bienestar, es la interior la que lo produce • Con Dios todo; sin Él, absolutamente nada. • No le temo a las huellas que la vida deje en mí, sino a no dejar yo huellas en la vida • A Venezuela le diría que la amo profundamente. He estado, estoy y estaré sobre todo para su reconstrucción.
En Twitter
@bpinspiracion
En Instagram
@barbarapalacios_inspiracion
Fuente Todo En Domingo
Originally posted 2016-06-07 01:39:27.