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Cada país de América Latina tiene sus propias costumbres navideñas. En Venezuela, las tradiciones van desde la herencia culinaria de la colonia hasta las extravagantes supersticiones para atraer la prosperidad en el nuevo año.
En un país como Venezuela, donde el 96% de sus habitantes se declara católico, la navidad es una festividad que no pasa inadvertida. Y el fin de año tampoco.
Pero más allá de hacer gala de la tradición religiosa, los venezolanos celebran la fecha con rituales que poco o nada tienen que ver con la herencia católica sino más bien con el sincretismo cultural de un país donde convergen toda clase de influencias. ¿Cuáles son esas singularidades?
Ropa interior amarilla
Las teorías abundan: unos dicen que son amarillas porque es el color del sol, asociado en el imaginario a la prosperidad. Según algunos portales de internet, la tradición proviene del continente asiático donde se relaciona el color aúreo a la buena fortuna.
Lo cierto es que en los locales comerciales la oferta no escasea para un ritual que dicta vestirse con calzones amarillos antes de que se extinga el año, con la finalidad de recibir el siguiente con buenos augurios.
Caminar la maleta
Dar vueltas alrededor de la casa con una maleta vacía, pasaporte en mano y hasta un billete de la más alta denominación encima es la ceremonia de fin de año que augura muchos viajes y prosperidad económica.
La tradición, según Terra, no sólo se practica en Venezuela sino también en países de Latinoamérica como Bolivia, Paraguay, Chile, Colombia, México y Perú.
Las 12 uvas (del tiempo)
Un clásico de las navidades venezolanas. Antes de que “reviente el año”, muchas emisoras de radio transmiten un famoso poema de Andrés Eloy Blanco, titulado Las uvas del tiempo, en la voz de un afamado locutor.
Mientras corren los versos del poeta cumanés, los venezolanos van comiéndose doce uvas y piden sus respectivos deseos para el año que empieza. Se cuenta que Andrés Eloy Blanco escribió el poema de añoranza a su país mientras se encontraba en Madrid, España.
Las doce uvas son una tradición española que se extiende a varios países latinoamericanos. Según archivos históricos, la costumbre empezó a finales del siglo XIX, cuando comerciantes empezaron a difundir la superstición de que había que comer doce “uvas milagrosas”, “de la suerte” o “de la fortuna”. Y, literalmente, le sacaron el jugo -o el mosto- a los más crédulos.
Las lentejas
A diferencia de los italianos, que comen el noble grano, en Venezuela se acostumbra tener las lentejas crudas en la mano para el año nuevo. Así, dicen, se asegura el dinero y el trabajo en los 365 días siguientes.
Las hallacas
Una navidad sin hallacas, no existe. Los venezolanos se escandalizarán si algún extranjero las compara con los tamales aunque se le parezcan. Se trata de una especie de bollo de maíz, relleno con un guiso multisápido y suculento, que se envuelve en hojas de plátano.
Según el portal Culturizando, el vocablo “hallaca” proviene de la palabra guaraní “Ayúa” o “ayuar”, que significa mezclar y que tiene que ver con la manera de preparar el plato: una mixtura de carnes bovinas y porcinas cocidas a fuego lento. Otra versión es que se deriva de una lengua aborigen que quiere decir “envoltorio”. Las preparaciones varían de acuerdo a cada región del país y el día que se hacen -en un proceso largo y laborioso- se abre la excusa perfecta para el compartir familiar.
El intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri decía que la hallaca era el epítome del mestizaje porque “en ella están: la pasa y la aceituna de romanos y griegos, la alcaparra y la almendra de los árabes, la carne del ganado de los capitanes pobladores de Castilla, el maíz y la hoja del bananero de los indios”.
Fuente RT
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Originally posted 2016-12-29 13:26:38.