La Paciencia: Teresa Cos, una pianista de la diáspora venezolana

Notes

La Paciencia, Teresa Cos, pianista, diáspora venezolana

“La existencia de Cos, hoy por hoy, se da en el mejor espíritu del artista apegado al misticismo y a la religiosidad vivencial”

En la recepción del tanatorio, la pianista Teresa Cos se identifica como uno de los músicos que tocará en la misa funeral. En el caso de esta funeraria en particular lo dispuesto es que los músicos ingresen a la misma por la parte de atrás, de modo que Teresa debe caminar  por un pasillo en medio del personal que prepara a los muertos para los servicios fúnebres. El olor, según cuenta ella, es el característico de dichos lugares; algo muy desagradable. No obstante, ello forma parte de los gajes del oficio free lance que ella ejecuta mientras vive en España, dado que trabaja para una compañía que ofrece este tipo de servicios. Ella misma comenta que una de las cosas más absurdas de dichos eventos es la presencia de una cortina que es levantada para dejar a la vista la urna, una vez que comienza el servicio. Es la paradoja de la muerte con carácter espectacular.

Pero Teresa no es simplemente otra venezolana más que forma parte de la enorme diáspora que se dio en el país luego de la llegada de los militares al poder en el año 99. Ella es una artista con una amplia trayectoria a cuestas. Hoy en día a pesar de tener un bajo perfil en la Península Ibérica, Cos fue una conocida pianista en Venezuela, quien dedicó largos años a la educación musical de jóvenes. Y no solo eso, sino que además tuvo participación en dos agrupaciones musicales que llevaron a cabo un trabajo en el que confluían la música, la lírica y lo escénico; estamos hablando del dúo lírico Ánima, junto a la soprano María Elena Vargas y del dúo Siberia Caracas Express, donde trabajó junto a Nikolay Nazarov. Este dúo luego devino en la compañía de arte lírico y popular Siberia Caracas Express cuando se sumó María Elena Vargas. En ambos casos se trató de experiencias donde la emoción y la mixtura de elementos musicales, esto es lo lírico y lo popular, confluían en una combinación donde el alma de cada uno de los miembros de las agrupaciones quedaba en primer plano. Para Teresa era un trabajo que se daba en su totalidad. Así, ella tenía participación en la selección de las escenografías y los vestuarios. La propuesta consistía de guiones que eran representados a través de canciones preexistentes donde privaba la mezcla de géneros, de estilos y de las tonalidades estilísticas y emocionales.

Estas fueron el tipo de experiencias y vivencias que se daban en caracas, una ciudad que hoy en día yace fantasmagórica luego de las seis de la tarde cuando los ciudadanos nos refugiamos en nuestras casas para atravesar la noche; esta larga noche que sigue transcurriendo con los militares en el poder. Teresa Cos, quien tiene tres discos a cuestas, abandonó el país definitivamente en el año 2015; las razones no estuvieron vinculadas ni con las dificultades económicas ni con las largas colas, sino con la imposibilidad de lidiar con la enorme injusticia que se ha vuelto el día a día de la nación. Los primeros meses los transcurrió en Paris, mientras acompañaba a su hija hasta que esta cumpliera la mayoría de edad. Por pura casualidad consiguió trabajo durante esos días en el Conservatorio S. Rachmaninov de esa ciudad. En este punto, Cos apunta a esa “casualidad” en el sentido que desde siempre Rachmaninov ha sido una de sus obsesiones musicales.

Luego de este período se mudó a Madrid, donde aparte de llevar a cabo trabajos a destajo, como el mencionado al principio de esta nota, labora en la Escuela de Música San Petersburgo, donde se dedica, como al principio de su carrera, a la educación de niños en la música. De nuevo aquí aparece otra de las casualidades de su vida y es el haber llegado por “azar” a una escuela rusa, dada su afinidad por la música de ese país, una afinidad que ella sostiene que es debida a la honda emocionalidad que posee esa música.

La existencia de Cos, hoy por hoy, se da en el mejor espíritu del artista apegado al misticismo y a la religiosidad vivencial. Vive con lo necesario y ejecutando día a día su pasión vital: la música. De tanto en tanto realiza acompañamiento de profesionales del canto e instrumentistas por España. Su vida y obra es de una coherencia ética excelsa, una expresión más de lo mejor de la venezolanidad.

Fuente El  nacional

La Paciencia, Teresa Cos, pianista, diáspora venezolana

Originally posted 2017-02-08 02:00:19.