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La serie “Están allí”, del Premio Nacional de Fotografía 1996, se exhibirá en la galería madrileña Cesta República, del 8 de junio al 29 de julio.
Están allí presenta por primera vez en Madrid a Luis Brito, Premio Nacional de Fotografía de Venezuela, recientemente fallecido. Estas fotografías son una síntesis de su experimentación con las texturas y los trazos rituales de la expresión humana a través del retrato de las muñecas del pintor Armando Reverón.
La muestra, breve pero profunda, es una metáfora de la liberación sentida por su autor después de sufrir un trauma violento. En 2009 fue designada por la prensa y la crítica como la Mejor Exposición del estado de la Florida.
La serie se exhibirá en la galería Cesta República, de Madrid, con la curaduría de Laura Terré y Guillermo Barrios, y en el marco de PhotoEspaña 2017 (PhE 17). Podrá ser visitada del 8 de junio al 29 de julio.
Luis Brito ganó el Premio Nacional de Fotografía en 1996 y fue director del Departamento de Fotografía del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes entre 1971 y 1976. Además de participar en numerosas exposiciones en galerías y museos, trabajó para las revistas Imagen, Escena y Papel Literario de El Nacional.
En el entorno internacional, publicó en Photo, Cambio 16, Fotografare y en los vespertinos italianos Paese y Corriere della Sera.
En 1977 se trasladó a vivir a Roma para desarrollar un proyecto del Ministerio de Cultura venezolano, y luego, en 1980, se instaló en Barcelona.
Fue uno de los fotógrafos de la galería Spectrum-Canon de Albert Guspi, donde expuso la serie A ras de Tierra, retratos de los pies de seres humanos de todas partes. La intensidad de aquellas imágenes presentadas en un formato casi de contacto llamó poderosamente la atención del público.
Su raíz popular, su humanismo, su alegría vital, le llevaron a la constante búsqueda de entornos puros, alternativos a la estampa oficial ya fuera del poder o de los otros. Subía a los barrios más peligrosos de Caracas para compartir con la gente cualquier tipo de rituales o festejos. Retrataba uno a uno a los habitantes de la Colonia Tovar —un reducto alemán en la sierra del Ávila caraqueña—, desgranaba la fisonomía de los niños y los viejos en la apacible villa de Carora, al oeste del país, y en el este, en Río Caribe, su ciudad natal (1945), o en el Orinoco, donde compartía con los últimos indígenas el goce y la dureza de su realidad.
Fuente El universal
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