La dulce y vegana vida de Valentina Cordero

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Esta joven chef venezolana está cambiando el concepto de repostería vegana en Estados Unidos.

Valentina Cordero pinta con colores de flores sobre lienzos de ponqué. Sus creaciones, de un dulce particular, cautivan la mirada como si se tratara de una pieza de arte.

Creme brulée de cúrcuma, profiterol relleno de crema de raíz peruana maca (Lepidium meyenii) o tortas de la microalga espirulina (Spirulina maxima), entre una amplia gama de opciones, pueden surgir del talento de esta venezolana que, en Estados Unidos, esta cambiando la forma de ver -y saborear- la repostería vegana, a través de su marca de catering -y pronto de productos de comercialización en tiendas- The House of V.  Todo con el sello de una impactante presentación colorida, que cambia el empalagoso pastillaje por un cuadro único hecho con flores multicolores y con trocitos de frutas vibrantes.

Conjugar su pasión, la repostería, con su premisa de vida, ser vegana, requirió de tiempo y decisiones arriesgadas. Durante dos años combinó, ensayó, probó y tiró a la basura centenares de mezclas hechas por ella en su búsqueda de encontrar una masa que fuera vegana, nutritiva y rica, porque postre que no es rico no es postre. Era un reto pues, en repostería tradicional, se usa leche, huevo y la gran conductora del sabor, la mantequilla, y nada de esto debería estar presente en un dulce verdaderamente vegano.

«Hasta que un día por fin salió», dice Valentina quien recuerda con detalles ese momento de alquimia. Y esa mezcla para tortas ha sido el eje sobre la que se creó The House of V y el resto de dulzuras que han hecho de Valentina una de las más reconocidas cocineras veganas en Estados Unidos.

Valentina parece haber estado siempre clara con sus pasiones. A los 15 años ya era vegetariana, una actitud de vida que luego evolucionó a vegana. Varios años antes ya había mostrado su inclinación hacia los fogones cuando, con solo nueve años, pidió de regalo de cumpleaños un curso de cocina con un chef francés. Y lo hizo. «Era muy gracioso. Todas las alumnas eran señoras… y yo», ríe. Al calor de las hornillas regresó ya graduada de comunicadora social, carrera que cursó en Caracas, formándose en escuelas de cocina en Suiza y Francia y haciendo pasantías en Estados Unidos.

El problema es que la cocina tradicional antagoniza con el concepto vegano que, más que un régimen alimentario, es un precepto integral. La persona vegana no incorpora en su vida, bajo ninguna figura, aquello contrario a sus principios. Si no apoyan el maltrato o la explotación comercial de los animales, tampoco deben ingerir ni utilizar alimentos derivados de animales. Y aquí es cuando la conciencia de Valentina reñía con su oficio de cocinera.

«Yo no comía huevos ni mantequilla, pero tenía que utilizarlo en mi trabajo. Era un conflicto diario. Y de repostería vegana no había nada en ese momento», dice. Pero no fue tan fácil dar el paso a la pastelería vegana. Primero, tomar esa decisión, y en ese punto fueron decisivas sus dos hermanas, Valeria y Victoria, que derrotaron la reticencia inicial de Valentina. Y luego, el trabajo práctico: lograr la receta vegana perfecta.

«Me compré un montón de libros de pastelería vegana… ¡y descubrí que no servían para nada! Pero me sirvió para darme cuenta que tenía que investigar yo. Tenía que lanzar algo bueno y de calidad. Si no, no tenía  sentido», dice, convencida.

Superada esa primera prueba, el resto ha sido un haz de creaciones veganas y libres de gluten que complacen a un amplio segmento de personas -veganos y celíacos que viven Miami- que buscan alternativas a los dulces tradicionales. El resultado son tortas para cumpleaños infantiles, para bodas y dulces diversos.

De todo el portafolio de The House of V, los favoritos son los cupcakes y las tortas de espirulina, de masa verde intenso, como la microalga. «Hay novias que me han pedido que su torta de bodas sea de espirulina… Es deliciosa», cuenta Valentina, con impoluto acento caraqueño.

La cocina vegana ha sido el lápiz que ha trazado el destino profesional de Valentina, primero con un catering on line en su casa, después en una pequeña tienda en un centro cultural y, desde hace cinco meses, como chef particular diseñando menús con plena libertad creativa e ingredientes ilimitados y, a la par, manteniendo su negocio de repostería por encargo y trabajando en el desarrollo de un producto de consumo masivo que lleve el sello de The House of V. «Estoy muy feliz, creciendo como persona y como profesional. Y  enfocada en sacar un producto para comercializar  galletas, madeleines, siempre veganas y libres de gluten. Me encanta el desarrollo de productos, porque es como un laboratorio, donde combinas conocimientos de nutrición y de cocina», dice.

Y, como ocurre con sus tortas, la propuesta culinaria de Valentina leuda y crece, con la dosis de color con que la creatividad pinta las vidas, en esta ocasión, con frutas y flores policromáticas.

Fuente Estampas

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