Gastroetc, mamás de los helados, emprendedores venezolanos
Cuando Raiza Sánchez era pequeña, en su Cumaná natal esperaba a que llegara el carrito del heladero, se montaba en una rueda y decretaba su destino: “Yo decía que quería hacer helados”. Desde hace 28 años cumple con ese designio en EFE, donde junto a Mireya Contreras y Sandra Niño, se encargan de ingeniar los sabores que luego salen bajo esta marca venezolana con 90 años cumplidos el 8 de mayo de 2016.
Las tres llegaron ahí a estrenar su primer trabajo y se han quedado en una pasión perdurable: Mireya lleva 35 años y Sandra, 25. En un laboratorio se encargan de idear los sabores que luego se multiplican. Son las artífices de helados como Golazo, Súper Tornado o el Napolitano de chocolate, fresa y mantecado. Y en tiempos recientes han activado una espiral de novedades, que comenzó con el helado de Toddy, estrenado en febrero de 2016. “Ahí el reto fue complacer a los amantes de esta bebida. Era complicado porque hay quienes lo toman con más leche o más concentrado”, cuenta Contreras.
Tras el entusiasmo que generó la novedad, siguieron más propuestas. A finales del año pasado les plantearon elaborar un helado “que supiera a Navidad”. “Teníamos poco tiempo y me encerré en el laboratorio hasta las 8:00 de la noche. Queríamos hacer un helado de torta negra. Ese día se lo di a probar a una colega que hace esas tortas. Y cuando dijo que sabía a Navidad, fue muy emocionante. Uno lo hace de corazón. Y cuando estás conectado con esa emoción, se logra”. Tras las pruebas de rigor, ese helado con más de 17 ingredientes, entre los que están chocolate, café, almendras y nuez moscada, salió en la temporada decembrina. Este 2017 ya propusieron otro estreno: un helado de bienmesabe, con trocitos de galletas y topping, elaborados especialmente para esta creación.
En este equipo femenino coinciden en la pasión por lo que hacen. “A veces, cuando nos toca viajar juntas y el avión entra en turbulencias, para pasar el miedo nos decimos: ‘Vamos a soñar los helados que queremos hacer’, comparten y se ríen. šHacer esto es una magia difícil de contar”, afirma Contreras. Raiza Sánchez coincide: “Tenemos el mejor trabajo. Creamos indulgencias”.
Buen beber
Miro Popic
Costo
Medio
Cousiño Macul Don Luis Merlot 2015
Luego de tres años de ausencia, retorna al mercado una significativa viña chilena, símbolo de lo mejor que se hacía en los comienzos del renacer de la viticultura de ese país. Sus antiguos predios son hoy prósperas urbanizaciones. Sus nuevos vinos proceden ahora de otros suelos cercanos pero más adaptados al gusto moderno. Fundada en 1856, en las afueras del Santiago de ese entonces, una ciudad plana y extensa, cien años después se transformó en una viña urbana donde la contaminación ambiental perjudicaba al viñedo, y el costo de la propiedad del suelo se multiplicaba. No les quedó más remedio que migrar unos cuantos kilómetros más allá, pero siempre en el valle del Maipo, cerca de Buin, donde montaron todo nuevo a partir de 1997. La vieja viña de Macul quedó como museo con una parcela de vitis vinífera como documento histórico de sus orígenes. Sigue siendo un emprendimiento familiar con una producción de vinos de calidad ajustados a cada presupuesto, desde el icónico Finis Terrae, impagable para nosotros, hasta los varietales de consumo cotidiano. En la línea de precio más asequible está Don Luis, con diferentes expresiones varietales y cuya principal característica es que no pasan por madera. Destacamos el Cousiño Macul Don Luis Merlot 2015, de tonalidades púrpuras, límpido y brillante, fresco, con toques frutales llamativos y mediana acidez, honesto en nariz y en boca, sin variaciones ni mayor complejidad que la proporcionada por la uva sin intervención adicional de la madera. De ahí hacia arriba las opciones son presupuestarias y personales.
Fuente El Nacional
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