Emilia Azcárate: “Quiero reconstruir a Venezuela desde mi obra”

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Emilia Azcárate, reconstruir a Venezuela, obra, artísta venezolana

Una pieza de la artista, inspirada en una pintura de castas de la escuela mexicana de siglo XVIII, fue adquirida por un museo francés que está de aniversario

Abstracta, geométrica, conceptual y minimalista. Así se define la pintora Emilia Azcárate, quien ha hecho de la espiritualidad y las prácticas de meditación su identidad en el arte. Los formatos pequeños y moldeables definen además su trabajo a partir de la mutación de los elementos en el soporte.

Entre los logros más recientes está su presencia en la última ARCO de Madrid, feria de arte contemporáneo. Asimismo, gracias al contacto que hizo su galerista Enrique Faría, una de sus obras se incluirá en la colección de un importante museo parisiense celebra cuatro décadas de actividades.

Se trata de la pieza Sin título (2017), un biombo realizado en acrílico sobre plexiglás de 170 x 244 cm.

La obra está inspirada en una pintura de castas, serie anónima de la escuela mexicana del siglo XVIII. Y forma parte de una investigación que Azcárate realiza desde hace dos años.

«En la América colonial se desarrolló un fenómeno artístico extraordinario: los pintores locales retrataron los cambios que se estaban produciendo en una sociedad con distintas razas que se mezclaban. La llamada pintura de castas fue un fenómeno artístico-cultural que se dio fundamentalmente en el Virreinato de Nueva España (México y Perú) y que surgió por la necesidad de establecer las bases del mestizaje casi sistemático que se daba en América. Estas pinturas eran utilizadas como una herramienta de explicación sobre las consecuencias de la unión entre razas y el resultado de esta», señala por correo electrónico la artista.

–¿Cómo observa el movimiento pictórico en la actualidad? ¿Hacia dónde se encamina? 

–Creo que hay un retorno hacia la pintura. Desde la figuración hasta la abstracción, siento que hay un continuo diálogo con las tendencias modernistas de otros pintores, además de nuevas técnicas como pueden ser el grafiti y el tatuaje dentro de un discurso pictórico. Hoy en día en el arte hay una expansión de conceptos que generan nuevas formas y maneras de solucionar o plantear un problema; los artistas tienen más libertades y gracias a las nuevas tecnologías surgen nuevas propuestas.

–¿Cómo han sido los cambios en su discurso plástico a lo largo de los años?

–Mis cambios son constantes, pero con un hilo conductor influenciado desde mis inicios por el expresionismo alemán hasta hoy con la abstracción.

–¿Qué materiales la convocan en estos momentos? 

–No me limito a ningún material en particular. Utilizo lo que siento que mejor se adapta a lo que quiero expresar.

–¿Qué representa la superposición de elementos en su trabajo? Esas capas que se convierten luego en paisajes… 

–Siempre he visto mi abstracción como una síntesis o destilación de todo lo que me rodea, pero mi verdadera intención es que cada quien se acerque a mi trabajo con su propia experiencia.

–¿Cómo observa el movimiento de los creadores venezolanos en el exterior?

–Muy positivamente.

–Ha pasado mucho tiempo fuera del país, ¿qué la conecta aún con Venezuela? 

–Ciertamente. De los 14 a los 22 años estuve en Inglaterra; a finales de los ochenta viví 3 años en Madrid; de 2001 a 2003 viví en Trinidad y Tobago, y desde el año 2003 hasta ahora estoy en Madrid. Tengo casi 7 años que tristemente no piso Venezuela, pero pinto mucho sobre ella. Tengo series de cuadros que dicen «Venezuela», «Hecho en Venezuela». Incluyo al Arauca en mis trabajos; he pintado el «Alma llanera» y el «Caballo viejo». No pierdo mi conexión, incluso hice un altar de Venezuela, un país portátil.

Quiero reconstruirla desde mi obra. Intentar salvar lo que nos queda de nuestra Venezuela profundamente herida es una de mis mayores metas.

Fuente El Nacional

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