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Cada vez que pruebas un dulce en el Hotel Gran Meliá Caracas, este ha pasado por las manos de María Fernández, mejor conocida como la señora María
Probablemente, muchos pensarán que llegó a ser sous chef senior de pastelería, después de viajar al exterior para prepararse en los grandes institutos, pero no; su historia demuestra esfuerzos y ganas de trabajar.
Por eso, no hay mejor ejemplo para hablar del valor del trabajo que con su historia. Desde pequeña, la señora María sentía amor por la pastelería. En su país natal, Colombia, era la encargada de hacer todos los pasteles de su casa los días de celebración pero, por circunstancias de la vida, se vino a vivir a Venezuela donde se graduó de enfermera, carrera que ejerció por más de seis años.
Para ese entonces, el amor tocó su puerta y con tan solo cuatro meses de noviazgo se casó y su historia cuenta con 24 años que le han generado dos hijos: una joven de 19 y un caballero de 10 años. La historia laboral de María se remonta hace 13 años, cuando trabajaba en el Hospital San Juan de Dios.
Un día su esposo le comentó que él la veía más feliz en la cocina y dijo: “¿por qué no estudias? La pastelera responde: “Y estudié cocina, pero me enamoré de la pastelería por la precisión y lo mágico que hace que los ingredientes se transformen en algo delicioso”.
María dejó su trabajo en enfermera para hacer pasantías en el hotel Gran Melia Caracas, espacio que encontró con un ambiente muy machista y donde le tocó estar rodeada de hombres. “Fue muy duro, pero me gustaban las cosas bien hechas y poco a poco me fui ganando un puesto. Trabajé mucho para llegar a donde estoy 12 años después, pero en el fondo amo lo que hago y por eso soy feliz con cada postre que hago”, comenta.
El valor del trabajo y la constancia es uno de los valores más difíciles de conseguir en estos tiempos. La pastelera agrega: “Siento que los jóvenes necesitan ese gusanito que con trabajo duro logren crecer en lo que aman hacer”.
Entre pasteles
El día de la entrevista, la idea era que nos reuniéramos junto a mis dos hijos: Ryan y August, en la cocina del hotel. Allí estaba María, esperándonos con una sonrisa de oreja a oreja y con un mesón listo para que aprendiéramos a hacer una torta negra.
Para mi era importante que le contara su historia a mis hijos, pues era una forma de enseñarles el valor del trabajo. Después de escuchar sus anécdotas y símiles que hacía con los postres, el dulce que más le costo elaborar fue la torta de cambur.
“Lo trabajé y trabajé hasta que me salió, mientras que el más fácil es el parfait”.
Mi hijo mayor, Ryan, quien terminó siendo su ayudante, hizo comparaciones interesantes sobre lo que debería hacer y lo que no para poder conseguir sus metas. Esto me demuestra que a los niños se les puede enseñar mientras cocinamos junto a ellos.
Observo que esta señora es amante de los programas de cocina como el de Anna Olson, les es fácil tanto explicar como delegar y creo que son parte de las claves para progresar en el ámbito laboral. Al preguntarle que cuál seria el consejo que le daría a los niños o jóvenes para que puedan ser exitosos en sus trabajos, su respuesta fue sencilla: “Ama lo que haces, y esfuérzate al máximo. Si te piden el 100% da un 150% y no por los demás sino por uno mismo”.
El trabajo es uno de los valores más importantes que debemos enseñarle a nuestros hijos ya que con él adquirimos cualidades como la laboriosidad que significa hacer con cuidado y esmero las tareas, perfección en la tarea realizada, la puntualidad, la alegría, el optimismo, la justicia, etc. que nos hacen mejores y nos ayudan a mejorar a los demás.
Con el trabajo se desarrolla la personalidad, se enriquece nuestra cultura, establecemos relaciones y vínculos personales con los que podremos contribuir a servir a la sociedad, hacerla progresar y mejorar las condiciones de vida de los seres humanos. “Cada día se aprende” finaliza la pastelera y sigue cocinando.
Torta negra
INGREDIENTES:
- 20 gr de polvo para hornear
- 500 gr de mantequilla
- 1 kg de azúcar
- 12 huevos
- 100 gr de cacao
- 1 kg de macerado (frutas confitadas, pasas, orejones que estén en vino tinto días antes)
- La ralladura de un limón
- Una pizca de sal
PREPARACIÓN: 1. Batir la mantequilla con el azúcar, agregar los huevos, luego los ingredientes secos y el macerado.
2. Colocar la mezcla en un molde con enharinado previamente y al horno por 40 minutos a 150 grados.
A los padres:
Siempre he dicho que educamos como padres con nuestro ejemplo. Por ello, busquemos lo que realmente amamos hacer. Vamos a esforzarnos ya que es la mejor manera de enseñarles a nuestros hijos a consolidar valores importantes como la disciplina, responsabilidad, perseverancia. Sin contar la valoración de las propias actividades que el niño logra por sus medios, esforzándose y superando obstáculos.
A largo plazo los capacitarás para trabajar en equipo, desempeñar un rol en organizaciones y lo más bonito es que aprenden a valorar nuestro trabajo.
Los invito a tomar la cocina como un espacio de aprendizaje y diversión, donde no solo cocinaremos, sino que estrecharemos lazos familiares.
Finalizo con una frase de Aristóteles: “El placer en el oficio trae perfección en el trabajo”
Fuente El Estímulo
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Originally posted 2016-12-18 13:36:44.