Sistema, orquesta sinfónica, académico, orquestas, infantil, juvenil
El proyecto de expansión hacia el desarrollo de géneros populares, fundado sobre los principios de las orquestas y coros infantiles y juveniles de Venezuela, está dando frutos en melodías que invitan a danzar a los que las escuchan.
«Tic, tic, tic», golpea el director de orquesta la batuta sobre el atril. Por un segundo, la respiración se detiene y comienzan los primeros acordes. El público queda gratamente sorprendido ante lo que escucha. El tambor de la costa hace vibrar al Barlovento del pecho que tiene cada venezolano; las caderas bailan al ritmo de Juan Luis Guerra. Otros quedan cautivados ante el virtuosismo del rock sinfónico de Los Rolling Stones o de Los Beatles, mientras unos tantos se entregan al swing de una Big Band.
La vida sin música sería un error, como diría Frederick Nietzsche. Esto lo comprendieron los creadores del Sistema Nacional de Orquestas y Coros, en 1975, cuando comenzó la siembra musical que hoy atesora el país. Son 41 años de logros: desde fomentar el gusto por la música académica en niños y jóvenes hasta hoy acoger ritmos populares y tradicionales, pero a modo de orquesta, en lo que se llama Proyecto de expansión hacia el desarrollo de géneros populares, concebido en el Conservatorio de Música Simón Bolívar por iniciativa de los maestros Valdemar Rodríguez y José Antonio Abreu. «Pasan de 400 los núcleos del Sistema en toda Venezuela. Nuestra intención es llegar a un millón de niños. Es por este motivo, principalmente, que surgió este programa», dice el maestro Rodríguez, actual subdirector ejecutivo de la Fundación Musical Simón Bolívar y director del Conservatorio de Música Simón Bolívar, semilla del movimiento musical popular.
La primera y en grande
Al escuchar la música de una Big Band es casi imposible no alegrarse y llevar la mente hacia los años treinta, cuando sus melodías ponían a bailar al mundo. Valdemar Rodríguez cuenta que la Orquesta Big-Band Jazz Simón Bolívar fue la que inició el proyecto de ampliar aún más el rango de influencia del Sistema. Junto con el maestro Andrés Briceño, este grupo prendió la chispa inicial que, actualmente, ha fomentado más de una decena de conjuntos en todo el país.
«Hay un gran equipo que tiene nueve años trabajando para hacer llegar esta música que emociona a todos y que rompe mitos, pues antes muchos manifestaban que un músico académico, por ejemplo, no podía tocar a Benny Goodman (símbolo del Big Band) pues ‘se le dañaba la técnica’. Al contrario, otros ritmos enriquecen a quienes los ejecutan», explica Rodríguez, quien añade que recientemente, en Francia, la orquesta Big-Band Jazz grabó un DVD realizado por una productora gala. «Estuvimos de gira. Fuimos por varias ciudades de Francia y cuando llegamos a Lyon, una productora grabó nuestro concierto. Todo fue en vivo, con ocho cámaras de alta definición y un gran sonido. Esto nos servirá para difundir aún más lo qué hacemos en nuestro país y dar a conocer a la orquesta Big-Band Jazz en festivales», manifiesta.
Actualmente, la Orquesta Big-Band Jazz Simón Bolívar está compuesta por unos 30 músicos. Adicionalmente, hay diez agrupaciones dedicadas al mismo género en estados como Zulia, Lara, Bolívar, Nueva Esparta y Miranda, entre otros lugares, además de la orquesta infantil Pandijazz, en la que niños (de aproximadamente 10 años) interpretan con maestría las melodías que, seguramente, escucharon sus tatarabuelos.
Cuerdas, metales y rock ‘n roll
El merideño Daniel Hurtado prácticamente creció en el Sistema de Orquestas. A los 11 años de edad comenzó tocando clarinete, hasta que en su etapa adulta se vinculó con todo lo relacionado a la música, estudiando una licenciatura en la Universidad de Los Andes, y recibiendo, en 2012, la maestría orquestral, lo que hoy le sirve para cimentarse como director de la Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar.
«En una reunión un poco informal con un músico español, el maestro Valdemar Rodríguez hablaba sobre las orquestas de corte popular que se estaban creando dentro del Sistema. Comentó sobre hacer una agrupación de rock sinfónico. Inmediatamente me puse a la orden para formar parte de ella. En mi familia tenemos gusto por la ópera y por el rock, así que me pareció ideal involucrarme», comenta Hurtado, quien ingresó como bajista y director, hasta progresivamente abandonar el instrumento para dedicarse de lleno a guiar la banda que, recientemente, presentó un homenaje al grupo de rock progresivo Dream Theather, llevándose el aplauso de los seguidores del género.
El grupo está conformado por 35 músicos de entre 16 y 35 años que tocan instrumentos típicos de una orquesta así como los propios de una banda de rock. «Tenemos un equipo de arreglistas que juega un papel vital en la combinación de instrumentos para lograr que los temas tengan esa sonoridad grandiosa de una orquesta, pero con la fuerza de una banda rock», señala el músico. Al preguntar sobre los planes futuros de la agrupación, el rock nacional sale a relucir.
«Haremos tres volúmenes con rock venezolano. Se lo debemos y estamos encantados con ello. Tenemos que dividirlo así porque en el país hay mucha música poderosa que queremos honrar en un homenaje muy merecido», añade el director.
Para moverse estilo orquesta
Imagine una canción de Fito Paéz llevada a cha cha chá o la música del brasileño Chico Buarque en salsa, pero con una orquesta que brinde marco a las congas y a la charrasca. Estas son las melodías que toca la Orquesta Latinocaribeña del Sistema, agrupación que bautizó el pasado julio su primer CD. En el trabajo hay canciones con artistas como Oscar D’León, Gustavo Aguado y Rafael «El Pollo» Brito. En el mismo pueden escucharse 12 temas en la «vibra» del Caribe y del sur de América. El álbum, que recibe el nombre Desde el conservatorio, fue elaborado con las últimas tecnologías de grabación y masterización musical y será distribuido en toda Venezuela para aficionados a estos géneros.
La orquesta -que fue la segunda en formarse en esta ruta musical del Sistema- está dirigida por el percusionista, docente, compositor y arreglista Alberto Vergara, quien ha conducido a su agrupación a acompañar (informalmente) a Gilberto Santa Rosa, David Bisbal, Eddie Palmieri y Jimmy Bosch, además de haberse presentado con Rubén Blades (bajo la dirección de Gustavo Dudamel) para recrear la obra Maestra Vida, que fue aplaudida por 200 mil personas.
Igualmente, durante 2016, con la guía del cantante, trombonista y arreglista Juan Morales, la agrupación agotó la boletería de algunos centros culturales de Venezuela en la presentación de tres espectáculos: el Homenaje al Gran Combo de Puerto Rico, el Tributo a Héctor Lavoe y el Tributo a Ismael Rivera, con arreglos originales, especialmente creados para el formato orquesta.
«El camino de las agrupaciones como la Latinocaribeña, entre otras, es seguir creciendo y replicando modelos como estos en todos los rincones de Venezuela», indica el maestro Valdemar Rodríguez, lo que se traduce en una cosecha musical de alta factura en la juventud venezolana.
La dulzura del tambor
La riqueza de la sonoridad del país se pasea desde la sutileza de los valses andinos hasta los rítmicos tambores, que cambian de cadencia según el pueblo donde se toquen. Estos últimos, los tambores, copan el sonido de la Orquesta Afrovenezolana Simón Bolívar, creada en 2011.
Javier Suárez, director de la agrupación e introducido a la música gracias a los talleres de cultura popular de la Fundación Bigott, cuenta que después de la constitución de la Big Band y de la agrupación de música latino-caribeña, le tocó el turno a los tambores. «Tuve la suerte de ser invitado a formar parte de esta iniciativa que toca parrandas, gaitas, golpes de tambor, furros, calipso del Callao y fulías, pero con arreglos orquestados, lo que es exquisito», afirma Suárez.
La orquesta interpreta temas acoplados de manera tradicional (es decir, con voces y percusión) en los que no intervienen instrumentos como bajos o metales con el fin de mostrar la diferencia sonora entre lo tradicional y lo orquestado.
«En abril de 2011 tuvimos el primer ensayo y ya a finales de mayo estábamos presentándonos en el auditorio del Emil Friedman. Desde el inicio todo fluyó», añade el maestro, quien tiene a 25 jóvenes bajo su batuta. «Es exigente y satisfactorio también», añade Suárez, quien manifiesta que la segunda orquesta de este género se fundó, hace poco, en el estado Yaracuy.
Fuente Estampas
Sistema, orquesta sinfónica, académico, orquestas, infantil, juvenil
Originally posted 2016-09-19 21:27:20.