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Más allá de estas periferias, el diseño venezolano no olvida los orígenes en sus discursos estéticos. Desde distintos puntos cardinales, Roma, Belgrado, París y Washington, las diseñadoras Adriana Gerbasi, Marianne Villalobos, Mercedes Méndez y Carlota Guardia, crean joyas conceptuales con sobrada identidad.
Marianne Villalobos
La línea como territorio
El estudio de la línea, de la escala, el volumen, la dimensión. “La exploración geométrica para mí es inevitable, soy arquitecto y de alguna u otra manera está en mi subconsciente, en mi código genético, en mi día a día, en mi memoria, en mis pensamientos”, confiesa Marianne Villalobos, diseñadora venezolana de la firma Pamela Coromoto. Joyas desde un lenguaje potente, puro, contemporáneo. “Para mí es hacer arquitectura a otra escala, en vez de ser una escala de espacios, es una escala del cuerpo”. Las piezas de Villalobos, ahora residenciada en Belgrado, son como pequeños proyectos de maquetas. Joyas para una mujer que vive en la modernidad. “Yo creo que en mi caso la vanguardia más que en el cómo, está en el qué, y más que en el qué, está en el dónde, en el origen”.
Con Observatorium, su más reciente colección, toma como inspiración arquitectónica el observatorio de Belgrado, Serbia. Pero el discurso estético no hace a un lado sus raíces. Hay líneas que dibujan un mapa, un territorio personal. “El trópico no sólo involucra la forma sino al color. Me encanta ver el trópico en mi trabajo y que lo reconozcan en él. Me enorgullece. El trópico es lo que soy, de lo que estoy compuesta”. Sin proponérselo, sus piezas tienen referencias de los wayúu, de su Zulia natal. “No partí de algo originario de Venezuela, pero es imposible desligarte de tu memoria”. Joyas concepto, piezas de galería. En un trabajo cada vez más genuino, que expone el roble en su estado más natural y el cobre trabajado por artesanos de los metales. Y si bien usa cortes a láser en cuero y madera, es manejado por ella misma. “Es la poética del material, se nota que está la mano allí”. Es una idea más conceptual, artística, viva, auténtica.
Instagram:@pamelacoromoto
Mercedes Méndez
De la repetición a la memoria
La intuición que guía las formas. La repetición obstinada, concienzuda del método que consigue la dimensión, el volumen, la proporción. “Intento hacer arquitectura con mi joyería, pero es el trabajo invisible de la arquitectura”, asoma Mercedes Méndez, arquitecto y diseñadora venezolana detrás de la firma El Diamante, ahora radicada en París. Es la construcción y el ensamblaje preciso y armoniosamente balanceado en cada diseño. “Simetría y ritmo en la repetición de elementos y tonalidades”. En una colorimetría audaz, alegre, palpitante que evoca irremediablemente al trópico. “Es el color, la vibración del Caribe. En mí hay una nostalgia por el color que no se vive en Europa, también en el color hay algo de sobrevivencia, que no está en mi entorno, en mi clima, ni en cómo se viste la gente alrededor”. Joyas que traducen en ese color el recuerdo y la emoción.
Sucesión, graduación, progresión. Joyas como ensayos de orden y memoria. “Mis piezas son un trabajo de meditación y concentración”. Y en esa repetición en la que tanto insiste consigue la exactitud y precisión en teoremas de composiciones que exploran la mínima escala y los microformatos de cilindros, cuadrados, esferas y hexágonos en metales y piedras semipreciosas en una geometría que se multiplica en tejidos y en la construcción de la pieza. “Para mí es importante la relación de los elementos que componen el diseño, cómo conviven los materiales entre sí y con otros, tanto como la interacción del color”, cuenta Méndez como un precepto. Una propuesta lúdica y naif, con referencias de la artesanía indígena venezolana. Puro bijoux caribeño.
Instagram:@eldiamantejewellery
Carlota Guardia
La anatomía de las formas
Es una nueva topografía, la de la piel. Es el estudio de un nuevo espacio, de un nuevo relieve, un nuevo terreno. “Una de las premisas de la arquitectura que aplico es la pertenencia al lugar, que en la joyería sería el poder lograr que la pieza pase a formar parte del cuerpo que la lleva”, cuenta la arquitecto y diseñadora Carlota Guardia, residenciada en Washington. Es la escala aplicada a la anatomía desde una propuesta que explora tanto las líneas geométricas como orgánicas. “Venía desarrollando una geometría un tanto rígida y necesitaba un cambio y las formas sinuosas son interesantísimas. La naturaleza siempre ha sido una fuente de inspiración y su geometría es realmente alucinante”.
Su análisis se basa en las rectas del metal hasta su curiosidad por las curvas en el diseño. Quizás por la vegetación exuberante que aún está en la memoria de su infancia en Oricao. “Creo que el trópico se puede ver en mi trabajo en la sinceridad y potencia de las líneas”, da cuenta Guardia. Desde la pureza conceptual de las piezas a la tridimensionalidad combada de la serie Cocoon, inspirada en capullos de seda; desde el estudio de los ángulos y el movimiento pendular a las texturas de reptil en cuffs de la serie Reptila, “son proyectos de arquitectura de una escala 1:1”, explica. Es una joyería moderna, artesanal en su tratamiento del metal, que emplea algunas técnicas 3D en la resolución de las formas que persigue. Son obras en otras dimensiones y superficies, construcciones que se piensan para la planimetría corporal de la mujer.
Instagram:@jewelrycarlotaguardia
Adriana Gerbasi
La pureza a escala
Es la austeridad de las líneas, la simplicidad de las formas. “Me gustan las cosas en su estado puro”, avisa Adriana Gerbasi, la diseñadora venezolana radicada en Roma. Es una expresión real, fidedigna, prolija del diseño. “Cuando empecé a estudiar la plata me di cuenta de la belleza del metal en su estado natural. La plata pura tiene un reflejo blanco que me gusta”. Por eso en sus diseños este metal se expone sin brillos, con esa textura que se consigue al dejar la pieza con el acabado previo a la pulitura. Son joyas absolutas, hechas a pulso. “Me enamoré del proceso de la joyería. Es muy tangible. Yo construyo mis prototipos y exploro los diseños en papel”. Todos sutiles, tridimensionales, concretos.
Con “Caracas moderna”, su colección de estreno vuelve a la memoria de esa ciudad en la que creció. “Ahora que vivo en Roma es esa carga emocional de lo que significa ser inmigrante”. Se inspiró en los arquitectos italianos que urbanizaron Caracas como una extensión de Italia: Gio Ponti, Antonio Montini, Angelo Di Sapio. “Es ese híbrido de la influencia modernista en un país tropical”. Diseños en pequeñas escalas de fundamentos geométricos y de dimensiones vacías de mucha pureza. “Quería llevar ese efecto tridimensional de la arquitectura a las piezas”, apunta Gerbasi. “Esta colección tiene que ver con Latinoamérica y Venezuela, más allá de la relación obvia porque crecí allí. Tiene que ver con quién soy y con qué me define”. Tiene que ver con una mujer y los recuerdos de esa ciudad que lleva en el corazón.
Fuente Todo en Domingo
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Originally posted 2016-08-22 21:00:55.