Fue el periodista Simón Alberto Consalvi (1927-2013) quien sugirió a Diego Arroyo Gil como posible autor de la biografía de Sofía Ímber. Cuando se le ocurrió tal idea no le dijo nada a su pupilo (Arroyo Gil trabajó junto a Consalvi por siete años), pero compartió su recomendación con uno de los familiares de la promotora cultural, fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Premio Nacional de Periodismo de Venezuela y directora de las páginas culturales de El Universal entre 1975 y 1996.
En marzo de 2013 Consalvi murió, y mientras el joven escritor se dedicaba a componer la semblanza del también historiador y diplomático merideño, unido a su memoria como mentor y amigo, recibió la propuesta para realizar la biografía de la intelectual venezolana –quien entonces estaba por cumplir 90 años–. “Al principio dije que no, porque me había comprometido a escribir la de Consalvi”, cuenta Arroyo Gil. “Pero después de conocerla acepté. Quedé fascinado porque me pareció una mujer increíble”. Finalmente, tras tres años de trabajo, presenta la obra biográfica La señora Ímber. Genio y figura.
“El libro nace mucho antes de sentarte a escribirlo. Fueron tres años dando vueltas, merodeando en torno al espacio, en este caso el espacio vital de una persona, hasta que finalmente elaboras el discurso. Es como los perros, que dan muchas vueltas antes de tumbarse en un sitio”, explica el autor.
Entre marzo de 2013 y mediados de 2016, con proyectos paralelos (entre ellos el libro Bocaranda, el poder de los secretos), Arroyo Gil se reunió con Sofía Ímber para escudriñar en sus memorias. “Ella decía que este trabajo le ayudaba a poner en orden sus recuerdos (…). Al vivir no sabes que, de alguna manera, estás escribiendo tu novela personal y la vida vivida cobra una profundidad y una textura diferentes al recordar”.
El autor llegó a reunir más de 200 grabaciones de entrevistas. Decidió escribir el libro en primera persona, “pero ese ‘yo’ es Sofía”, aclara. “Yo sólo reconstruyo su historia. Ella la cuenta a un interlocutor tácito, que será el lector (…). Así como disfruté escucharla quiero que la gente disfrute leerla”.
“Ella es muy envolvente, es un relámpago mental, aguda y también pícara, y muy precisa”, declara Arroyo Gil, quien descubrió en el carácter de la museísta “el duende ruso” que la distingue. Ímber le ha dicho que “de ruso no tiene nada”, y en efecto nunca regresó a su tierra natal (Moldavia), pero el periodista dice haberse topado con una personalidad “de esas que parecen encarnar las fuerzas de la naturaleza. Ella tiene genialidad. Y el genio (haciendo referencia al subtítulo de la obra biográfica), a diferencia de lo que se cree, no trata solamente sobre la inteligencia”.
Y así como declara que es venezolana ante todo, Ímber también suele decir “que le faltaron cosas por hacer, que no hizo lo suficiente; que es fea… Lo que dice ahora es que no quiere morir. Que vivir es difícil, pero que morir lo es aún más”.
La Sofía Ímber que relata al lector su pasado es una mujer de dimensiones múltiples, “es la madre, la trabajadora, la esposa, también la viuda, la intransigente (epíteto que se ganó en la década de los 80) y la que transige”.
Arroyo Gil confiesa que la admira, pero que también se encontró con una mujer que debe enfrentar sus miedos,“como el miedo a morir”, y obsesa por el trabajo. “Cuando no está haciendo nada se siente mal, no está acostumbrada a eso”.
“Hoy en día, cuando me preguntan si me siento satisfecha, siempre digo lo mismo: me siento satisfecha de las cosas que hice bien”, relata la Ímber que salta del libro, con voz paciente, con 90 años. “¿Feliz? Lo he sido a veces. No se puede ser feliz constantemente”.
Fuente El Universal
Originally posted 2016-06-21 17:27:02.