Que vayas por la calle, estés de compras en el supermercado o de cañas en un bar y alguien te pregunte si eres venezolano aun cuando no has dicho ni una palabra… a todos nos ha pasado alguna vez. Parece que es imposible pasar desapercibido y que nuestras costumbres nos delatan donde quiera que vayamos.
A mí me pasa siempre. Y eso que no vivo en Madrid, donde casi que puedes encontrarte a un venezolano en cada esquina.
A veces me pongo a pensar si es la forma de caminar, la manera de vestir o simplemente los rasgos físicos. Para comprobarlo, les he preguntado a varios amigos españoles cuáles son los comportamientos que para ellos son más raros (aunque con el tiempo ya se han acostumbrado) y que sin duda me delatan como venezolana.
10 costumbres venezolanas que te delatan
1. Atendemos el teléfono con un ¿Aló?
Y no solo eso, después del Aló seguro va el “Bendición”, si es tu mamá, tu papá o cualquier familiar directo, e incluso un “¿cómo está todo por allá?”.
Bonus: Si particularmente eres de Maracaibo (Como yo), la experiencia es aun más divertida: “Bendición, mami. ¿Cómo ejtai?”. Y tus amigos escucharán la conversación asombrados por como conjugamos los verbos.
2. Vamos a la discoteca como si fuésemos a un concurso de belleza
Es que en Venezuela es casi un delito ir vestido informal a una discoteca o un restaurante en la noche. Además, toda la vida me habían enseñado que “primero muerta que sencilla” y resulta que llego aquí y la gente casi que va con ropa deportiva.
Eso sí, después de tres salidas en tacones y obligada a caminar por las calles de Bilbao (lloviendo, por supuesto) se acabó la guachafita y terminé yendo casi en pijama (total, con tanto abrigo nadie lo nota).
3. No podemos salir a la calle sin un accesorio tricolor
Salimos a la calle y pareciera que fuésemos a representar a Venezuela en los Juegos Olímpicos. Que si la gorra tricolor, que si la camisa del equipo de béisbol, que si la Vinotinto, que si las pulseritas de cuero o hasta el collarcito con la figura del mapa.
Es automático. Salimos de Venezuela y se nos incorpora un no-se-qué que nos hace llevar algo de nuestro país con nosotros. A mi particularmente me encanta ?
4. ¡Hola! Soy tu vecina
Al principio no perdemos la oportunidad de hacernos amigos de los vecinos, de los que esperan en la parada del autobús, de los de la cola del supermercado, de la cajera, etcétera. Eso sí, el día que alguien intente ser tu amigo en la calle, ten por seguro que es venezolano (Ojo, así he conocido a muchos paisanos)
5. Siempre tomamos ron
Cuando se trata de bebidas espirituosas, no hay kalimotxo ni gin tonic que reemplace a un buen roncito.
Puede que a veces variemos un poquito, pero no hay mejor cubata que un ron con Coca cola. ¡Ah! Y muy importante, el ron tiene que ser Santa Teresa, Cacique o Diplomático, para poder decirle al camarero y a todos los que están en la barra que es ron de Venezuela.
6. Tenemos el radar encendido siempre
No importa en donde te encuentres, si escuchas alguna de las siguientes frases a varios metros de distancia sales corriendo a hacer una pregunta casi obvia: ¡Hola! ¿Eres venezolano? ¡Yo tambiéeeeen!
Porque un “Coño marico, qué bolas”, un “¡Qué arrecho, guevon!”, o un “¡Mialma!” no pueden pasar desapercibidos, y tu, como buen venezolano que eres, no puedes dejar escapar la oportunidad de conocer a un compatriota y echar los cuentos.
7. Decimos “buenas noches” a partir de las 7
No importa si es invierno, otoño, primavera o verano. Cuando el reloj marca las siete automáticamente para nosotros es de noche y que pidamos la hora y nos digan “Las ocho de la tarde” es algo simplemente inconcebible.
8. Respondemos “a la orden” cuando nos dan las gracias
Sí, esto hasta me costó entenderlo, pero para los españoles resulta rarísimo que después de darte las gracias tu respondas con un “a la orden”. Por suerte, es más común escuchar por ahí “de nada”, así que es cuestión de acostumbrarse y cambiar las palabras.
9. “Me das un kilo pa’ mechar”
Aquí me confieso: Como buena estudiante viviendo en un piso compartido, pasé mis primeros meses en España comiendo pasta con atún. Sin embargo, cuando decidí dar el gran paso y cocinar “comida de verdad”, como me decía mi abuela, el asunto fue más complicado de lo que pensé.
Me acercaba al mostrador de la carnicería y pedía carne pa’ mechar, pa’ guisar o molida. Y por supuesto, el carnicero no me entendía ni papa y lo que yo menos comprendía era que él no supiera cuáles eran esos tipos de carne.
Así que tuve que aprenderme (casi al caletre) los cortes de las carnes y listo, problema resuelto.
10. Das un beso al saludar y el resto es un despelote
Es un rollo. Eso de dar dos besos no iba conmigo al principio y hoy, después de dos años, aun se me hace complicado. De hecho, todavía me pasa que me presentan a alguien e intento darle la mano de lo más confiada… Al final pareciera que estuviésemos bailando joropo.
Fuente Rootsalad
Originally posted 2016-07-08 20:53:43.