Chef venezolana conquista Europa con su sabor criollo

Notes

En una de las tantas cocinas del universo gastronómico de Barcelona (España) está Andrea Dopico. Pasando el Passeig de Gràcia, en la lujosísima cadena de hoteles Mandarín Orientaly con la monumental Casa Batlló de Gaudí en frente, la joven venezolana deleita todos los días a los comensales del restaurante Moments con su distintivo sabor criollo y con todo lo que se llevó de su estadía en el restaurante Alto, en Caracas.

Lo salado nunca fue lo suyo. Tampoco la publicidad, que empezaría a estudiar en España luego de graduarse en el colegio Humboldt en 2009. La receta del éxito para Andrea fue dedicarse a lo que más le gustaba: la cocina. “Nunca me encontré mucho en lo que estaba haciendo. Luego me di cuenta de que me había enamorado de la pastelería de restaurante, del producto venezolano, de la alta cocina”, relata.

Ahora, participa en una de las competencias más prestigiosas y exigentes de su tipo: elChocolate Chef Competition (C3) auspiciado por la marca de chocolates Valrhona. Tras registrar un postre y bombón en la primera fase, y ganar en la región española en la siguiente parte de la competición, Andrea ahora deberá ir a Nueva York para las finales.

En el Pacific Institute of Culinary Arts, en Vancouver, Canadá, la joven encontró todos los ingredientes para destacarse. Allí culminó sus estudios gastronómicos en el año 2014 como la primera en su clase. De allí trabajaría en uno de los mejores restaurantes de Caracas, en donde conoció al chef Carlos García, quien desde tierras venezolanas aplaude los logros de su aprendiz.

“Carlos sigue siendo mi mentor. Él ha celebrado conmigo las cosas buenas. Tengo un maestro que no es solo buen chef, sino buena persona”, asegura.

Andrea cambió las calles caraqueñas por las de Madrid. En Europa, siguió encontrándose en la cuna de la gastronomía entre postres. Durante su paso por la capital española, trabajó en el famosísimo Club Allard, un restaurante laureado con dos estrellas Michelin,  reconocimiento que se le entrega a los lugares que preparan platillos de la más alta calidad, sin dejar de lado la creatividad y la innovación. Acumular dos estrellas significa que el lugar tiene una cocina de primera clase.

Sin embargo, su corta estadía en Madrid le garantizó a Andrea una oportunidad de oro en Barcelona. Allí, en unas vacaciones, aplicó a un par de lugares. El exclusivo hotel Mandarín Oriental le daría un espacio a la venezolana en uno de sus restaurants de fama mundial. “Apliqué a Moments y me dieron la oportunidad, a pesar de que no tenía conmigo el resumen curricular per sé. Se arriesgaron y creyeron en mí”, indica.

En Moments, donde trabaja actualmente, no solo encontró un espacio para ser creativa, sino también la posibilidad de trabajar con Carme Ruscalleda, una chef catalana que ostenta el récord de la Mujer con más estrellas Michelin en su haber. A lo largo de su carrera, ha acumulado siete, dos de ellas en el establecimiento donde está Andrea. “No es un ejemplo a seguir, sino lo siguiente. Ella es increíble”, afirma la venezolana, “no hay muchas mujeres representando a la cocina de esa manera en el mundo”.

Trabajar con una de las chef que más admira no fue la única oportunidad que le llegó a Andrea en Barcelona. También la posibilidad de competir en lo suyo con profesionales de talla mundial. Aunque hizo seguimiento de la primera eliminatoria del Chocolate Chef Competition en Estados Unidos, nunca pensó que la competencia llegaría a España. Tampoco que podría medirse con reposteros de renombre ni que se destacaría entre todos ellos.

“He tenido todo el apoyo del restaurante desde el momento en el que envié mi propuesta de postre y de bombón. De esa primera fase, que fue una receta enviada totalmente anónima, eligieron a seis de toda España. Luego fuimos a las semifinales en París y tuvimos que preparar todo desde cero”, cuenta. De todos los participantes, Andrea fue la ganadora de la ronda de España. Ahora deberá enfrentarse a 7 chefs más en Nueva York en octubre.

Uno de sus mayores orgullos es ser la única mujer en la ronda final, y espera sacar provecho de su género para hacer un postre memorable. “En el postre de París, mi propuesta fue hecha con un chocolate peruano inspirado en la selva amazónica. Ahí pude exponer mis raíces. En la final, siento que tengo la oportunidad de expresar lo femenino a través de mi plato”, precisa.

Mientras se prepara para la competencia, asegura que no hay un día que no extrañe a su familia ni a su país. El sabor que más le hace falta de Caracas es el del mango recién caído a la acera y, sin importar el éxito que ha logrado, agradece siempre que Alto le haya enseñado la verdadera esencia de la cocina.

“Cuando digo que extraño a mi familia, es a mi familia extendida. Allá en Venezuela todo el mundo es familia. Por más que uno esté mejor en otros lugares, nunca consigues ese mismo sentimiento”, dice.

Para reflejar un poco más de su cultura y del sabor criollo que representa, Andrea también elaboró una carta de postres con los clásicos sabores venezolanos, adaptados a los estándares de estrellas Michelin. “Quería expresar cómo sabría un raspadito de esos de calle en alta cocina, cómo sabría un quesillo en esta versión”, explica, “es complicado irte y que la cocina con la que hayas crecido no esté a tu alcance tan fácilmente”.

Para sus postres se inspira en todo: sus raíces, sus sentimientos, los olores y los sabores. Una combinación de esto es lo que hace que los platos de Andrea sean emocionales, se destaquen y estimulen a los comensales.

Por ahora, sigue aprendiendo en la ciudad de referencia gastronómica europea y aprovechando las oportunidades. Sin embargo, la nostalgia siempre está ahí entre sus emociones. También la posibilidad de volver. “Si yo puedo agarrar todo lo que he aprendido acá para poder enseñarlo y aplicarlo en Venezuela, yo seré la persona más feliz del mundo”.

Puede seguir a Andrea y sus pasos en la competencia a través de su Instagram:@andidopico

Fuente Efecto Cocuyo

Originally posted 2016-06-14 18:12:10.