La casa de Aldemaro Romero es un museo no inaugurado, además de un ejemplo de esmero, disciplina y respeto. Sala, cocina y habitaciones se mantienen casi intactas, como si el compositor no hubiera fallecido. Siguen ahí el sillón donde solía escuchar música, las partituras y los libros de recetas que lo ayudaban a asombrar a comensales.
En la sala, frente a dos cuadros de Régulo Pérez, está el gran piano de cola que tocaba cuando los amigos lo visitaban. Un momento memorable para la familia es el día de su boda en 1999 con Elizabeth Rossi, cuando comenzó a improvisar Simón Díaz y él lo acompañó. De ese día hay registro en video –grabado por el productor Aldo Pagani–, que la viuda imagina como parte de una película que se haga sobre Aldemaro Romero.
“Lamento no haber grabado cada momento de su vida como artista. Hay muchas vivencias que me gustaría tener en video, tantas cosas que se mantienen en la memoria”, dice Rossi, responsable de buscar, clasificar y resguardar todo lo relacionado con la obra de su esposo. Él le entregaba las partituras y le decía, mitad en broma mitad en serio: “Eso es para mi museo”.
Desde el fallecimiento del artista, Rossi se dedicó con abnegación a registrar todo y encontró lo que considera el mejor destino para las partituras originales de sus piezas: la University of Miami Libraries. Pero ella guarda en físico y digital las copias de esas obras, así como sus artículos de prensa, los pdf de los libros publicados, las reseñas que se han hecho de sus presentaciones, todos sus discos, los álbumes en homenaje, fotografías y demás. Es metódica al máximo. En sus listas especifica aquellas piezas con guía melódica, si tienen letra en otro idioma, si existe grabación o no. En las paredes cuelgan las caricaturas originales hechas por Pedro León Zapata y Pedro Abilio Padrón en honor del creador de la Onda Nueva, así como los anuncios en prensa de sus presentaciones, como uno del 12 de febrero de 1956 en El Nacional que invita a un concierto de su orquesta.
“Lo ideal sería que fuera como la casa de Mozart, que también es museo. Que en la sala donde está el piano podamos hacer conciertos de cámara y así financiarnos”, dice sobre uno de los planes de la Fundación Aldemaro Romero, creada para preservar el legado del compositor que falleció el 15 de septiembre de 2007.
El piano de cola está dañado, los bordones fueron afectados por una fumigación. En la casa hay otro, vertical, en la habitación matrimonial donde el autor solía componer. “Él siempre compuso con papel y lápiz, nada más”, recuerda Rossi. Sobre ese instrumento aún reposan las partituras que el maestro solía tener allí, al igual que la última obra que escribió, un día antes de ser hospitalizado en 2007. Se titula “Biarritz”, estrenada el 26 de abril de 2008 por el bajista Philipp Scheer, el pianista Jorge Rojas y el violinista Eddy Marcano en el que ahora se conoce como Centro Cultural BOD.
Sobre el piano, desde el que se ve la imponente mata de mango que está en el jardín, también está el cofre que contiene las cenizas del músico. No todas, porque una parte fue esparcida en el lago de Como, en Italia, un lugar que él adoraba. Rossi espera algún día convertir los restos de su esposo en un diamante, a través de una técnica que brinda a los familiares esta posibilidad.
Boleros sin música. En una de las paredes de la casa hay enmarcados cuatro boleros que Romero escribió entre 1946 y 1947. Son “Cuando llegaste”, “Te volveré a encontrar”, “Equivocación” y “Yo quisiera saber”. Solo están las letras, no hay música, como ocurre también con otras piezas del artista. Su viuda no se niega a que algún osado compositor complete en algún momento esas canciones.
En total, hay 100 obras académicas, de las que 32 no se han estrenado; 2 de ellas son de las que compuso por encargo del Sistema Nacional de Orquestas: Apoteosis de la quirpa y El gran calipso, ambas de 2003. Tampoco se ha escuchado Cantata galaica, una composición de 2004 para orquesta sinfónica inspirada en seis poemas de Federico García Lorca.
Entre las piezas de música popular hay en el catálogo 126 canciones y 31 instrumentales, entre ellas las famosas “Carretera” y “De repente”.
Es mucha la tarea por hacer, asegura Rossi. Una de las piezas preferidas de ella es Gloria (1998), estrenada el 10 de octubre de 2005 en Bucarest por la Orquesta Filarmónica Sinfonietta y el coro académico Euphonia, bajo la dirección de Roberto Salvalaio. Es una obra para soprano, coro y orquesta. “Esa fue la única vez que se tocó. Yo tengo las grabaciones. Decía que era lo mejor que escribió”, afirma la custodia de un legado que espera que no solo esa sino otras tantas puedan ser interpretadas por muchas orquestas.
Otros de los objetivos es volver a publicar los libros que editó, entre ellos El joropo llanero y el joropo central, Esta es una orquesta, Cosas de la música y Encuentros con la gente, además de la recopilación de sus artículos de prensa, como el que tituló “Mein Kampf” el 1° de marzo de 1998. “Mucho cuidado con quien a guisa de curiosa plataforma electoral ha pregonado públicamente que si llega a ser presidente disolverá el Congreso, sustituirá la Corte Suprema y revocará la Constitución, desconociendo así la voluntad del pueblo. Después no digan”, escribió en el último párrafo.
Fuente El Nacional / El Nacional Web
Originally posted 2016-09-15 02:00:09.