Carlos Cruz-Diez artísta venezolano, Vivo, corazón en la mano, Venezuela
Con el corazón en la mano y con el corazón apretado. El maestro Carlos Cruz-Diez, uno de los máximos representantes del op-art en el mundo, cuyas obras de artes están expuestas en varios de los museos más famosos del orbe, se confesó permanentemente exaltado y conmovido por su suelo natal, Venezuela.
“Vivo con el corazón en la mano. Los que estamos lejos de nuestro país vivimos con el corazón apretado, de ver lo que está sucediendo, la gravedad de la situación, las muertes en Venezuela”.
Con esas palabras el mago del color en movimiento argumentó las razones por las que se vio animado a escribir una carta recientemente publicada en los medios nacionales, dedicada especialmente “a los jóvenes que arriesgan sus vidas diariamente en las calles de Venezuela”.
“Todo eso nos angustia enormemente. Uno sufre mucho porque no está en el lugar, y entonces los que estamos fuera, vemos que las cosas se magnifican. Me duele mucho todo lo que está pasando”.
En la carta, el artista de 93 años, pone su valioso ejemplo: “Si mi esfuerzo en la vida para lograr ganar un lugar en el mundo del arte pueden servirles de referencia, les digo que eso lo logré gracias a realizarlo en un contexto de plena libertad, y la libertad solo se logra en democracia. Una libertad sin prejuicios ni dogmas”.
Más el maestro, siempre con su multicolor optimismo, y permanentemente con una risa floreciendo entre sus palabras, admite que sin libertad también pueden darse grandes muestras de creación artística.
“La voluntad del hombre es increíble. Por eso, crear y hacer siempre es posible —rectificó—. Hay poetas que están presos y hacen su poesía. No es un impedimento”.
Tales reflexiones las conversó desde su taller en Panamá, desde donde habló con PANORAMA con la proximidad de un amigo que vive lejos, pero que ofrenda una amistad para toda la vida.
“¡Caramba qué bonita sorpresa esta llamada! Aquí en Panamá está haciendo tanto calor como en Maracaibo. Y al igual que allá, tenemos aires acondicionado por todos lados y pasamos de 18 grados a 40. ¡Nos estamos pasteurizando! Se mueren todas las bacterias, jejeje”.
“¿Y cómo están por allá?”—preguntó cercano el maestro— y se refirió de inmediato a la obra reciente de la maestra Lía Bermúdez.
“Lía está haciendo un trabajo muy bonito últimamente. Lo vi y me gustó mucho”.
Y continuó evocando a la Tierra del sol amada: “Desde muy jovencito (19 años) comencé a trabajar como diseñador en la Standard Oil, que luego fue Creole, y por eso iba mucho a Maracaibo. Y siempre sentí que los maracuchos son muy amados y admirados, por la cantidad de artistas que ustedes han dado. Además ¡la riqueza del país está allí!”.
A propósito de los músicos dados por el Zulia al mundo, Cruz-Diez habló de Guaco a quienes les realizó la obra de arte que ilustra el reciente disco Bidimensional. “Trabajé con ellos porque son una institución venezolana. Me buscaron y yo me conmoví, estaba muy orgulloso de hacer una obra para ellos”.
“También conocí a Armandito Molero. Era un personaje. Usaba un liquiliqui blanco y tenía dientes de oro. Pero a él lo conocí en Radio Caracas Televisión, porque yo trabajaba en el diario Ahora y la revista Élite que quedaba al frente y como tenía allí muchos amigos, yo iba y conocía a los artistas”.
En ese momento de la conversa hace una pausa para hablar de su faceta de diseñador en medios impresos: “Yo pasé 20 años de mi vida diseñando. Y gracias a esos 20 años ejercí mi libertad de artista, porque eso me liberaba de la presión de hacer cuadros para vender. Así podía crear sin ningún compromiso con clientes. La subsistencia la cubría con el diseño. Eso me dio la libertad de buscar mi propio discurso. Y por eso es que yo no vendo cuadros… ¡me los compran!” (y soltó su risita frecuente)”.
Esta experiencia le permitió recordar a Armando Reverón, por cuyo natalicio se celebra el 10 de mayo el Día del Artista Plástico en Venezuela. “¡Qué bonita fecha!” , dejó fluir su emoción y recordó sus tiempos de estudiante de arte en la Escuela Cristóbal Rojas de Caracas, cuando aquel hombre de barba selvática y ropa raída, se sentaba con los alumnos a hablar de arte, por el simple motivo de ser admirado por los profesores.
“Todos los meses se tomaba un día para ir a la escuela a conversar con nosotros, los alumnos. Nos daba consejos y nos decía una cosa muy bonita: ‘Miren muchachos, ¿ustedes quieren pintar? cierren los ojos, pero no del todo, miren a través de las pestañas y la claridad que ven a través de ellas la pintan. Lo demás sale solo… Hablaba de la luz, jejeje”. El artista vivo más internacional de Venezuela, habla con admiración del ingenio de quien también fue en su tiempo el artista más internacional de Venezuela.
“Lo bonito de Armando Reverón —insiste Cruz-Diez— es la actitud que el tomó. Entre sus compañeros artistas de su generación no era muy apreciado. Entonces él dijo: ‘Bueno si no me quieren, me voy’. Y se fue a vivir solo en su Castillete, concentrado solo en crear, creyendo en su discurso sin importar lo que dijeran los demás, y así fue como triunfó”.
Siempre exaltando lo positivo de la vida como lo retrata en su libro autobiográfico Vivir en Arte, el maestro hace una sentencia al pesimiento en tiempos de crisis: “Es el precisamente ante las viscicitudes cuando hay que ser optimista, porque si te dejas llevar, entonces ya estás derrotado. La vida es un contínuo ciclo de enfrentar problemas y solucionarlos”.
Por eso, también habló a los inmigrantes venezolanos: “Siempre me han preguntado cómo hice para sobrevivir en la inmigración, pero la verdad es que yo nunca me he sentido inmigrante. Yo no migré, lo que hice fue diseñar la vida, hacerme un proyecto de vida. Por eso me fui a París, porque sentía que en Venezuela no había lugar para el desarrollo de mis ideas. Y eso es muy diferente que migrar. Quien se va a ir de su país, debe hacerlo con un proyecto claro, porque si no, la vas a pasar muy mal y puedes regresar derrotado a tu país. Hay que salir con un proyecto y el suficiente optimismo de que vas a ganar”.
De cómo representaría a Venezuela en una de sus obras, hizo un silencio, y dejó escapar un suspiro antes de responder. “Caramba, es una pregunta muy difícil, tendría que detenerme a pensar bastante. Lo que sí sé es que no la pintaría caótica. Porque los problemas políticos son circunstanciales, el arte en cambio es independiente. Y es para siempre”.
Fuente panorama
Carlos Cruz-Diez artísta venezolano, Vivo, corazón en la mano, Venezuela