Bartender, la profesión para el que emigra

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La formación en Bartender es cada vez más demandada en Venezuela, pero ¿cuál es la principal razón por la que jóvenes, adultos, estudiantes o profesionales deciden dar un giro a su carrera? prepararse para una vida de inmigrante.

Hasta hace algunos años los jóvenes venezolanos añoraban ser periodistas. Fue la carrera “de moda” para miles de muchachos que se graduaron de bachillerato por allá por el 2004. En ese momento los comunicadores sociales estaban en la palestra y muchos soñaban con llenar espacios en la pantalla chica, escuchar sus voces en la radio, o escribir páginas de los diarios nacionales…  Los tiempos han cambiado,  ahora los chamos en Venezuela buscan hacerse de un oficio o  una destreza que pueda brindarles herramientas al momento de migrar al exterior y echarle ganas en un país diferente al que los vio nacer.

La historia es común cuando entras a un salón en un edificio en el sector La California (Caracas); ahí se relacionan por primera vez un grupo de veinte muchachos, quienes durante algunas semanas agitarán cocteleras, mezclarán alcoholes y aprenderán sobre fermentados y destilados, hasta que en aproximadamente un mes obtengan un certificado de Bartender profesional.

Nadie habla hasta que entra el profesor y, tras presentarse, comienza a indagar en la vida de cada uno de los participantes: periodistas, publicistas, profesionales de la química, abogados y hasta psicólogos, exponen sus razones para tomar un curso que forma personal de sala para restaurantes y discotecas. La razón más común es prepararse para una vida de inmigrante.

¿Cuántos se van del país? Pregunta el instructor. De inmediato, dieciocho de los veinte alumnos levanta la mano.  ¿A dónde se van?  Panamá, Chile, Ecuador y Europa son los destinos más comunes en estos grupos.   La mayoría decidió tomar el curso a última hora – como es común en los venezolanos –  para llevar un ´Plan B´ en caso de que optar a una vacante en su ámbito profesional les falle. Hay quienes incluso necesitarán graduarse antes, porque la fecha de culminación les coincide con el pasaje que ya tienen comprado.

Un oficio para extranjeros

Durante décadas Venezuela exportó grandes profesionales en el área del petróleo y la metalurgia. También fuimos cuna de beisbolistas profesionales, talento para televisión, muchos empresarios, y algunos cocineros… pero ¿En qué momento comenzamos a ser una escuela de barman?

La mayoría de los muchachos que – como yo- toman el curso, saben que actualmente hay demasiada competencia en extranjero. No solo compites con los nacionales de cada país, sino también con el resto de inmigrantes, muchos de ellos venezolanos. Por lo tanto, optar a un empleo formal, que coincida con tu carrera es algo complicado. De ahí que algunos ya hayan puesto los pies sobre la tierra, decidiendo empezar desde cero; saliendo de su círculo de confort y afrontando nuevos quehaceres.

“En España hay mucho más bares que periódicos”,  afirma Héctor Gutiérrez, un maracayero egresado de en Comunicación Social de la UCV, quien tras ser despedido de un diario (por cambio de línea editorial), vivir el cierre de la emisora radial donde laboró por algunos años y fracasar en un negocio personal, decidió irse a probar suerte en Madrid, usando con trampolín la nacionalidad europea heredada de su papá.

Para Yefren Vásquez la carrera de bartender puede brindarle una oportunidad laboral en Portugal. “Nunca he salido de Venezuela y la primera vez que tomaré un avión será para residenciarme fuera”, comenta este caraqueño que se va tras su novia, quien vive desde enero en la isla portuguesa de Madeira. “Mi novia consiguió trabajo en su área de terapia ocupacional, en un club de fútbol local, de ahí que me sugiriera buscar un oficio con mayores oportunidades, porque es muy difícil ejercer como abogado”.

Una coctelera en la maleta de sueños

Los venezolanos se definen como gente  “Echada pa´ lante”. Así resumen la adaptabilidad y el emprendimiento que muestran nuestros coterráneos ante cada nuevo reto que se les imponga.  Pareciese que nuestra generación de jóvenes emigrantes tiene algo muy claro: No vamos a qué nadie nos regale nada, vamos a echarle pichón y aprovechar las oportunidades.

En las maletas siempre habrá poco espacio. Cuando una persona emigra quiere llevarse la casa completa en el equipaje. Sin embargo para los bartender – además de lo básico para el día a día – lo más necesario son sus herramientas, con las que pretenden realizar ese delicioso trago que convenza a un empleador de contratarles.

El diploma de la academia representa una inversión que no todos los que se van del país están dispuestos a pagar. El curso cuesta actualmente (precio de agosto 2016) unos 35 mil Bolívares -Casi 2 sueldos mínimos en Venezuela- lo que equivale a un aproximado de 37$ americanos a cambio paralelo. También necesitarán licores para practicar y un kit básico: Coctelera americana, conformada por un vaso y un tin metálico; una (o varias) coctelera europea. Un Jigger para medir las onzas de alcohol, un colador con gusanillo, una cuchara de bar, y cualquier otro juguetico que les facilite la elaboración de tragos en la barra.

“No pueden confiarse en los implementos de la barra, ustedes deben tener sus propios utensilios”, alerta el profesor Dinis Peñaranda a sus alumnos de la academia. Gastar unos 60 dólares en sus equipos para coctelear pudiese ser clave a la hora de empezar a servir tragos en tierras extranjeras.

Pasaporte ronero

El venezolano tiene grandes ventajas a la hora de ejercer las artes de la coctelería. Lo principal es quizá esa chispa humorística que nos caracteriza. Todo el que llega por un trago desea toparse con alguien encantador detrás de la barra; no solo es importante que sirva coctelitos sabrosos sino que nos haga un chiste y regale sonrisas…

Aunque no es indispensable, también suma puntos las cualidades para el baile. Seguir el ritmo de la música mientras se agita un coctel puede marcar una diferencia. Especialmente cuando se trabaja en un local nocturno.  De ahí también los nacionales hacen gala de la tan proclamada belleza criolla y de las múltiples horas dedicadas al cuidado personal. “Agita duro esa coctelera y aprovecha de mostrar esos bíceps”, bromea el instructor ante uno de los alumnos que pudiésemos definir como un papeado de gimnasio.

Pero quizá el elemento que dará más peso al currículo de un barman venezolano es venir de una nación donde se destilan algunos de los más cotizados rones del mundo. Paladares cultivados con destilados de marcas como Santa Teresa, Cacique, Diplomático, Ron Carúpano y Pampero. Los venezolanos tienen como ventaja venir de un mercado competitivo en cuanto a rones de calidad se refiere. En el país casi todos los rones son buenos, y hay una variada oferta; de lo anterior que en Venezuela haya tanta familiaridad con el Mojito (Ron blanco, limón, azúcar y yerbabuena); con el daiquirí (Ron blanco y jumo de frutas frescas); e incluso cada familia o grupo de amigos tiene sus porciones para la receta de un Cuba Libre, que en nuestro país se hace con ron dorado y no con ron blanco como en otras latitudes.

Con esa jocosidad tradicional del venezolano, el paladar ronero que nos gastamos, y una buena técnica (adquirida en un curso) ya tenemos un camino recorrido para llegar a adueñarnos de alguna barra en el extranjero.

Sabores de exportación

Para algunos especialistas, la oleada de venezolanos que se está yendo a trabajar en gastronomía en otros países, traerá grandes beneficios para la exposición de nuestra cultura culinaria a nivel internacional.

Llegamos con nuestro ron, con nuestros chocolates, con nuestros tragos con sabor a coco (hechos seguramente con Coconís o Naiguatá), colocándole sabores tropicales a todo lo que se nos atraviese.  Tenemos un máster en cocteles y preparaciones con mango, le metemos ají a cualquier trago, nos gusta sustituir el azúcar por papelón.  En bachillerato aprendimos lo versátil que es el anís para combinarlo con todo lo que se nos ocurra: desde malta hasta yogurt de fresa… y cuando queda poca caña se nos activa la creatividad para rendir el trago. Los venezolanos parece que tenemos ese “gen” cañero de mezcladores de cocteles.

Afuera nos tenemos que adaptar a sabores clásicos: El vodka, la ginebra, los martinis… pero el venezolano siempre le pondrá ese toque personal y caribeño que resaltará los sabores de un trago.

Fuente Rootsalad

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Originally posted 2016-09-01 22:49:28.