Arquitecta, suspenso, Mónica Montañes, telenovelas, escritora venezolana
Mónica Montañés sigue defendiendo lo que llama “la telenovela posible”, una que privilegia el diálogo y el argumento sobre las formas y con una multitud de personajes sin desperdicio. En su nuevo proyecto, centrado en los retos de la convivencia, presenta cómo enfrentarse al “malo más malo” que ha escrito hasta la fecha
Un grupo de familias acaba de mudarse a un edificio a estrenar. Unas lo viven como un sueño cumplido, luego de muchos años de sacrificio. Otras están devastadas por el cambio, pues significa “bajar de estatus”. En cada apartamento viven parejas y familias de distintas edades. Veinteañeros recién flechados, treintones que se preguntan si se puede amar de la misma manera luego de un divorcio, cuarentones con hijos y dramas propios, cincuentones que exploran el amor después de las “pausias” y un vecino sesentón que, luego de una fractura, descubre que le gusta más la enfermera de su edad que la chica “bendecida y afortunada” con la que contrajo segundas nupcias.
Cada una desembalará sus muebles y sus historias con esa diplomacia desconfiada propia de las nuevas vecindades, pero sus vidas empezarán a entrelazarse –rápidamente y en exceso– a causa de Onofre Villahermosa, el atractivo dueño del penthouse. Un personaje carismático que parece ser capaz de leer las mentes de sus vecinos y estar listo para asistirlos en cualquier emergencia. Pero puertas adentro, Villahermosa es un psicópata con todas sus letras, que instaló cámaras ocultas en cada apartamento antes de que los nuevos habitantes se mudaran. Desde esa atalaya omnipresente está listo para manipularlos a todos, tras una fachada encantadora que oculta un largo prontuario de estafas y asesinatos.
Con los planos aún frescos, Mónica Montañés –la ingeniera de este condominio aterrador– dice que se siente “frita pero contenta”. Frita por los tres años que le ha tomado escribir y reescribir Para verte mejor, el nuevo dramático de Venevisión, aún sin fecha de estreno. Contenta porque siente haber logrado un resultado sólido y trepidante a partes iguales, con una trama inicial de 120 capítulos, que condensó en 82 y que está concebida como una serie-telenovela. Aquí se transmitirá corrida, pero afuera se dividirá en cuatro temporadas de las cuales están listas tres.
“Es una forma de montarse en la tendencia que ha impuesto Netflix y que es magnífica porque evita ese enchinchorramiento típico de las telenovelas largas. Aquí no te puedes perder ni un capítulo y en cada escena pasa algo relevante. Cuando estos vecinos entienden lo que está pasando, descubren que unirse es la única manera de protegerse”, explica. “Una de las cosas que más me alegra es que no se notan las dificultades con las que hacemos televisión aquí hoy en día y que, además, hay una mezcla de talentos jóvenes con veteranos. Evidentemente es una responsabilidad muy grande hacer la única telenovela del canal en un momento tan difícil y con recursos limitados, pero a la vez saca el mejor esfuerzo de cada quien. Si a ella le va bien, nos va bien a todos”.
Si bien es un producto elaborado para competir en el mercado internacional, quien viva aquí reconocerá algunas situaciones cotidianas, como la madre que vende comida desde la maleta de su carro para rebuscarse o se estresa cuando los hijos comen de más porque el mercado no alcanza. “Al igual que las demás telenovelas que he hecho, las escenas corales y el empoderamiento femenino siguen presentes. Aquí no hay princesas que esperan a que las vengan a rescatar, sino gente que está dispuesta a trabajar muy duro y echar pa’lante”.
Uno para mí. La escritora perdió la cuenta de cuántas actrices le han hecho la misma pregunta: “¿Me puedes escribir a mí un monólogo así, cheverísimo, como el de Mimí?”. El aplauso va por dentro, del que calcula se han hecho más de 5.000 funciones, lejos de marchitarse volvió a florecer en otras tierras. “Mimí (Lazo) lo está montando en inglés y en español en un bar de Los Ángeles y le ha ido buenísimo; dice que aunque habla inglés como una rusa, la gente se lo goza igual. Ya tiene 21 años cumpliendo 40”, apunta con gracia. ¿Por qué no ha hecho otros en la misma tónica? “Lo escribí porque era algo que yo sentía en ese momento y necesitaba expresarlo, pero no creo que lo podría repetir. Así otras mujeres me digan que ellas me dan el argumento para que yo se los escriba; si no lo siento, no me sale”.
En una gaveta tiene otros dos guiones para las tablas con los que coquetea, pero que espera terminar cuando sus neuronas creativas se regeneren. “Lo vemos en el teatro, en el cine y en nuestra literatura: en estos momentos estamos más necesitados que nunca de espejos para vernos a nosotros mismos y tratar de entendernos, porque tenemos muchas preguntas y muy pocas respuestas. Ojalá nos encontremos”.
Tres cuentos en rima
Montañés acaba de publicar un libro con tres tramas infantiles en rima con Ediciones B. Uno se llama “La princesa gordita”, una niña a la que molestan por su peso en el colegio pero que descubre que hay muchas formas de ser princesa. Otro cuento se basa en un niño furioso porque no lo dejan jugar en la calle. “El último habla sobre un chamo cuyos padres se separan y lo siente como una tragedia porque él quería tener una familia ‘normal’, pero luego entiende que vivir entre dos casas también es una forma de ser una familia”. El libro se bautiza hoy a las 11:00 am en la librería Sopa de Letras de la Hacienda La Trinidad.
En Instagram: @monicamontanesc
Fuente El nacional
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