Anna Vacarella, periodista venezolana, entrevista, mujeres
La voz de la periodista Anna Vacarella, vía telefónica, transmite alegría, tranquilidad y agradecimiento. Se sabe luchadora de una enfermedad que hoy es ya inexistente. Palabras como: fortaleza, esperanza y fe forman parte de las herramientas que ahora más que nunca le han servido para dar un aliento a quienes en algún momento han pasado por una situación similar. No se considera un ejemplo, pero sí un instrumento de Dios para motivar a quienes decaen ante cualquier adversidad.
La vida de Anna sin duda dio un cambio. Antes, transcurría sin problemas hasta que en junio de 2015 empezó a tener fuertes dolores estomacales y fue al médico. Varios tratamientos fallidos después, el 20 de julio le fue diagnosticado un linfoma no Hodgkin; recibió quimioterapia y el 2 de febrero fue sometida en Nueva York a un trasplante de médula autólogo, con sus propias células madre.
Hoy se muestra vencedora de una guerra con la que tuvo que desprenderse por 4 meses de su familia para recibir su trasplante de médula. Pero aprendió de lo que su corazón le dictaba. Estuvo segura que cada paso que daba era el que le daría la tranquilidad de sobrellevar en la lejanía de su hogar tanto dolor que finalmente la acercaría más a su objetivo de estar completamente sana.
De su época como periodista ante la pantalla de los televisores venezolanos solo queda una lección que aprendió en este proceso que vivió: “Desde que me gradué de periodista a los 21 años, no paré. A los 22 ya era corresponsal de Rctv, a los 24 hacía el programa Alerta y a los 30 leía noticias. Para mí la salud nunca fue un tema. Yo siempre fui una persona sana, nunca fumé, nunca bebí, hacía deporte, me alimentaba bien, sin embargo, nunca la valoré. Y eso es algo que ahora más que nunca le recalco a las personas deben tener como prioridad de vida”, dijo.
Hoy con motivo de celebrarse el Día Internacional de la Mujer queremos mostrar el pensamiento y experiencia de vida de una mujer que nunca se dio por vencida, que hoy más que nunca demuestra su lado humano, sus ganas de no dejar de trabajar y de ser vocera de una experiencia con la que aprendió a reforzar su devoción mariana y la palabra de Dios.
Una mujer que tiene los pies en la tierra y que está clara que el llamado feminismo no es una etiqueta que divide, por el contrario, cree en un rol único de mejoramiento personal en el que tanto hombres como mujeres deben estar inmersos para una auténtica calidad del ser humano para ver dónde están los errores, poder superarlos y seguir adelante. Ella no mira al pasado, vive el presente y disfruta de cada momento. Así lo hizo saber en esta conversación:
¿Cómo ve el rol de la mujer en un mundo que aún existen guerras, conflictos y diferencias con el feminismo?
En principio para nada soy una mujer feminista, siento que el hombre y la mujer no deben competir sino complementarse y siento que es indudable el rol protagónico que tiene la mujer o que mejor dicho siempre ha tenido en diferentes áreas.
La historia ha sido injusta con nosotras, porque siento que aún menosprecian nuestro rol. Me parece que la mujer por la multiplicidad de actores que ejecutamos, tenemos la capacidad de hacer muchas cosas a la vez. Somos personas con mucha metodología, fortaleza. Entendemos la vida con una visión multipolar, porque la vida y la naturaleza nos dieron la bendición de ser madres. Sabemos estar al frente de una casa, pero además somos profesionales, pero independientemente de eso realizamos labores y desempeñamos actividades que nos permite ver las actitudes y capacidades que tenemos.
La mujer tiene muchas responsabilidades y atributos y poco a poco se ha ido conquistando el espacio que nos merecemos. Independientemente del rol tan importante que tiene el hombre, pero gracias a ser brillantes, a destacarnos y demostrar que sí podemos no creo que existan el sexo débil ni el fuerte, sino que sencillamente nos complementamos hombres y mujeres.
¿Piensa que la mujer está haciendo o no lo suficiente como para destacarse y defender su posición social?
El tema no es que hagamos o no. Siento que aún existen algunas sociedades en la que a las mujeres no se les ha dado la oportunidad de ser un factor importante. Aún hay quienes les ha coartado la posibilidad. Estaba leyendo en estos días que en China se está presentando un problema muy grave, porque hay muchos hombres más que mujeres ¡Imagínate el nivel de castración que hay para las mujeres en ese sentido! Sin necesidad de criticar esa cultura. Poco a poco y con esa capacidad de lucha y fortaleza que tenemos las mujeres vamos conquistando los espacios y se van enderezando esos ‘entuertos’ que la historia nos debe.
¿Cree que en el plano femenino vale la autocrítica?
No solo en el plano femenino, sino en el plano humano en general. Claro que vale la autocrítica. Eso no tiene que ver con el género. Tanto el hombre como la mujer necesitamos siempre ser críticos de nosotros mismos para ver dónde están los errores, poder superarlos y seguir adelante.
Es reiterativa con la fortaleza que cada persona debe tener para afrontar los problemas, pero ¿cómo asimiló Anna Vacarella la noticia que padecía cáncer?
La sumí como lo hace cualquier persona. Con mucha angustia, con temor, incertidumbre y doblemente atemorizada por el hecho de que soy madre también. La gran angustia de saber si iba a seguir estando. ¿Qué iba a pasar con mis hijas?, ¿cómo iba a decírselos?, ¿cómo atravesar una situación tan difícil y no traumatizarlas ni hacerles daño?.
¿Cómo hizo para explicarles a sus hijas lo que estaba pasando?
Hubo una primera parte que no pudo ser explicada porque fue todo muy violento. Empecé a sentirme mal. Tuve un fin de semana que fue terrible. Mis hijas estaban en el colegio, yo fui al médico y no volví a casa, sino después de una semana de operada. Esa parte si la tuvo que explicar más Román (Lozinski) . Tuvo que decirles: ‘mami está en la clínica, le duele la barriguita, la tienen que operar’. Cuando ellas llegaron en la tardecita estaban muy tristes, deprimidas, con los hombritos caídos, mirando para el suelo sin entender qué pasaba. Ellas me visitaban todos los días. Yo trataba de poner mi mejor cara, pero imagínate saber que te operaron y que lo que tienes es cáncer y luego no sabes nada más, fue bastante fuerte de asimilar.
Yo trataba de poner mi mejor cara y ya estando en casa. Teniendo más o menos el panorama claro, comenzar a hablarles de la medicina que mami va a tomar, que se le iba a caer el cabello, esa fue una de las cosas más duras para mi y todos en casa. Luego la debilidad que tenía el no poder cargarlas. Fue un proceso que desde la voluntad tratamos de restarle dramatismo, pero tampoco lo vivimos como una fiesta, porque no hay manera, porque eso también les haría mucho daño.
Cuando tocaba llorar lo hacíamos y cuando no, iba recuperando mi fuerza y me ponía a jugar con ellas. Me agarraban y me pintaban la cabeza con colores y siempre salíamos. En pocas palabras tratamos de normalizar lo anormal, pero tratamos de mantener la rutina y el esquema en casa para darles a ellas estabilidad. Luego llegó una etapa muy fuerte de anunciarles que yo me tenía que ir y me tenía que separar por un buen rato de casa. Fue un proceso muy complicado y difícil, pero gracias a Dios lo superamos.
¿Cómo afrontó el tener que recuperarse fuera de su país y de sus seres queridos?
Cuando uno atraviesa momentos así la fortaleza te nace, te brota, sale. Son cosas que uno cree que no es capaz de hacer hasta que las haces. Yo solo estaba con mi mamá y unas amigas hermosas que se iban turnando para acompañarnos allá en Nueva York. De las cosas más duras estar lejos de mis hijas casi 5 meses. Desde enero hasta casi abril estuve allá. El procedimiento fue muy duro, pero yo estaba entregada. Previo a eso, en los 8 meses previos en las quimioterapias, me di cuenta que en la medida que más me negaba, más lamentaba que me estaba pasando y que la aguja que me dolía, duele más. Pienso que un mecanismo de defensa, fue adaptarme. Me adapté a una etapa tan ruda, donde había dolor físico y espiritual. Cesaba y no pedía nada más. Me entregué a la experiencia. Sabía que tenía que estar casi 4 meses a Nueva York, estaba muy débil, me sentía muy mal, pero no estaba diciéndome a cada rato: ¿Cuándo me voy? ¿cuándo me voy?
Estaba tranquila, paradójicamente a pesar de lo duro que era todo yo estaba en paz, porque sabía que estaba haciendo lo que debía hacer para si Dios me lo permitía tener salud otra vez. No había duda, porque sabía que estaba en el mejor lugar y con los mejores médicos. Estaba donde debía estar y me tocaba aguantar el sufrimiento y poner mi mejor actitud para que eso pasara más rápido y me hiciera menos daño. Y esa fue la forma. O te echas a morir o luchas y la verdad en mi corazón estaba tranquila.
¿Cómo asimilaste el apoyo de los venezolanos a través de comentarios y manifestaciones de cariño al saber lo que vivías?
Esa ha sido la sorpresa más grande de la vida. Yo juraba que al dejar de trabajar en televisión, la gente se iba a olvidar de mi. Y la verdad no paro de sorprenderme, porque la gente me para en la calle, me sonríe, me pone la mano en el hombro y me dan bendiciones. Es algo maravilloso. Hubo una persona que se me acercó y me dijo: ‘Anna fuiste instrumento de Dios a través de ti creció mucho la fe’. Sigue siendo algo que no tengo cómo hacer y cómo retribuir tanto amor y atenciones hacía mi.
Hay quienes pasan por situaciones como la suya y prefieren aislarse. En su caso, recurrió a las redes sociales ¿porque le nació?, ¿Por qué sentía que lo necesitaba, o fue algo que se dio para desahogarse?
Creo que fue algo que necesitaba. Soy una comunicadora nata. La verdad no lo planifiqué. Tenía mi cuenta en Instagram con 4 mil seguidores. Nunca he sido una persona muy al día con la tecnología. De hecho, me incorporé muy tarde, la cuenta la abrí en 2015 apenas. Pero cuando la vida me sacude de esa manera sentí una necesidad muy profunda de hablar con los que estaban sanos y decirles que tenían un tesoro en sus manos que yo no vi, que no valoré y que no sé si volveré a tener. Valórenlo ustedes, por el simple hecho de tener fuerza y salud.
Entonces ahí comienza una comunicación que yo sentía íntima que revisaba en las noches de insomnio eternas de tratamiento y aquello fue multiplicándose y no planifiqué. Es algo que sale de mi corazón como todos los mensajes que subo a las redes donde sencillamente me presento como un ser humano, con miedos, angustias, con alegrías y tristezas. Eso lo ha sentido la gente y ha hecho una conexión maravillosa.
¿Quiénes fueron las personas que le sirvieron como inspiración?
Mis médicos. No leí historias de gente que ya lo había pasado, entre otras cosas, porque yo no tenía la garantía de qué iba a pasar conmigo porque cada caso es distinto. Mi primera razón de lucha son mis hijas. Es lo más importante en mi existencia y yo decía: ‘Si tú me permitiste que yo fuese madre yo no puedo pensar que me vas a llevar tan pronto?’ y Son mi principal motivo de lucha, esfuerzo y todo el empuje de los médicos tantos mensajes y oraciones.
¿Cómo ha cambiado su vida?
Mi vida sigue más o menos igual en cuanto a las cosas que hago. Sigo trabajando en la radio en el circuito Unión Radio a quienes agradezco inmensamente todo su apoyo y que creyeron más en mí que yo misma. No me aceptaron la renuncia porque me dijeron que yo iba a volver. Eso es algo que valoro y que no tiene precio. Pero claro que me ha ayudado a ver la vida de una manera distinta.
¿Tiene proyectos diferentes a los que venía haciendo en televisión?
Sí claro, el dar charlas. Es algo que ha salido de manera muy espontánea por pedido de la gente. Es una charla de una hora donde a través de mi experiencia personal comparto con la gente una nueva forma de ver la vida. Toco la importancia de lo esencial. Es una charla inspiracional con la que empiezo en Maracaibo el 17. Es una nueva faceta para mi.
Estuvo de visita en Maracaibo el año pasado y tuvo un acercamiento con la Chinita…
Fue algo bellísimo, porque no fue planificado, sucedió y lo viví de manera muy positiva, porque era la primera vez que iba a Maracaibo para dar una charla y llegando al hotel una persona me dice que era la bajada de la Chinita. Pedí si me podían llevar y logré estar muy de cerca con ella. Era la primera vez que se hacía así: la besada de la virgen. No lo podía creer que estaba al lado de la Chinita, de tocarla sin habérmelo esperado.
Lo que más me encantó de esa experiencia fue el saber los mensajes que me daba la virgen que me dice que está conmigo, que siempre ha estado conmigo que me dan fortaleza y más ánimo para seguir adelante.
Un mensaje esperanzador que le quiera regalar a nuestros lectores…
Tenga mucha fe. En momento difíciles siempre Dios está ahí para nosotros. La fe es el principal bastón y apoyo que nos hace fuertes, no pierdan la esperanza y mantengan una buena actitud. Lo que va a pasar, va a pasar y ocurre. Está en nosotros cómo en medio de esa oscuridad que generan esos momentos difíciles ver cómo pasamos esos días y cómo pasamos ese temporal. Hay que tener la mejor de las actitudes y poder sobreponernos a las cosas por muy malas que sean.
¿Se siente un ejemplo?
Para nada. Hay personas que me dicen que les he servido de inspiración, pero eso es parte de la obra que Dios hizo en mi y sí soy un testimonio de vida y sé que soy un milagro de Dios, pero para eso para ser un instrumento. Nada hice yo, eso lo hizo Dios y la virgen para decirle a mucha gente que sí se puede y que tenga fe, capacidad y fortaleza para salir de lo malo.
Fuente Facetas
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