Amor como vía de escape para jóvenes venezolanos

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Venezolanos cuentan cómo la crisis y la falta de oportunidades en el país los llevó a casarse antes de lo planeado para luego emigrar.

Cada vez que Vanessa iba a Venezuela, David Torres, su “vecino en las vacaciones”, pasaba mucho tiempo con ella. “Siempre salíamos, de hecho en una época ella fue novia de mi hermano”.

Aquella relación entre la joven y su hermano no funcionó. Pero a pesar de eso, David continuó teniendo contacto con su ex cuñada, tanto que tiempo después, en medio de la necesidad y el apuro, decidió hacerle una propuesta. Le pidió matrimonio para poder quedarse como residente en Estados Unidos.

“Yo iba a visitar a mi novia a Miami, ella ya había obtenido la residencia. Durante esos días vi todas las oportunidades que había allá y decidí buscar alternativas para quedarme”, confiesa el joven durante una llamada telefónica desde su nuevo hogar, “La ciudad del Sol”.

David consiguió dos alternativas: asilo político o casarse con una ciudadana estadounidense. Aunque al inicio las propuestas del joven no pasaban de “bromas”, una semana antes de volver a Venezuela decidió proponerle matrimonio a Vanessa formalmente.

La respuesta de la joven fue rápida. “La única manera que me case contigo es que hagamos todo bien, que vengas a vivir a mi casa, en cuartos separados”. Agregó una última petición: que el joven le obsequiara una cirugía estética para aumentarse el busto.

La propuesta se concretó en septiembre de 2015, cuando contrajeron matrimonio. El joven confiesa que tras casarse, la entrevista con Migración, fase final para obtener los papeles, es lo más difícil.

“Verifican absolutamente todo, una vez que lo hacen deciden si te aprueban o no la residencia. Si levantas sospechas investigan en tu trabajo y tu casa. Ahí es donde te pueden quitar la visa, te deportan y ella probablemente pueda ir presa”, agrega.

Para el joven de 21 años casarse tan joven no estaba en sus planes. De hecho, aún no planeaba hacerlo con su novia, quien a pesar de la situación continúa a su lado.

“No estaba en mis planes pero preferí hacerlo. En Venezuela ya no hay oportunidades, todo se complica cada vez más, esta fue mi salida”. 

«Nos casamos y nos vamos del país”

Al ser contactado vía telefónica, Raúl agradeció la llamada y la oportunidad de narrar su historia. Él fue el único de los tres casos aquí plasmados que decidió no ocultar su identidad.

En abril de 2013, el joven se casó en Guarenas con Gabriela, era su novia desde hace seis años y medio. Raúl confiesa que siempre planeó contraer matrimonio con su pareja. “Nos gusta mucho la planificación”.

Tras meses haciendo planes, su primer paso fue adquirir un inmueble. Sin embargo la devaluación que se produjo a finales de 2012 detuvo aquel cronograma. “La inicial que habíamos dado para un apartamento no las devolvieron, ya no valía lo mismo. Tomamos una decisión y dijimos: nos casamos y nos vamos del país”.

Raúl tenía una propuesta de trabajo en Perú, pero su destino fue otro. La familia paterna de Gabriela era colombiana, así que irse al país vecino era más fácil en cuestiones legales.

La pareja se casó en abril de 2013, ambos tenían 21 años de edad. Tan solo dos meses después de legalizar su relación se fueron a Cali, Colombia. “Llegamos con solo 30 mil pesos en el bolsillo, nos recibió la familia de mi esposa, ahora tenemos carro y casa propia”.

El venezolano aclaró que no se casó con la joven por asuntos de nacionalidad. “Teníamos años juntos (…) No me casé por papeleo, la situación lo que sí hizo fue expulsarnos del país. Como pareja fue imposible continuar con lo que una vez soñamos”.

Desde Cali, su nuevo hogar, Raúl asegura rotundamente que el matrimonio es una herramienta importante cuando de emigrar se trata.

“En el exilio es muy necesario contar con alguien así, hay tantos momentos en lo que te sientes solo, vacío, con ganas de tirar la toalla. Si no tienes a alguien que te brinde tanto apoyo es difícil, el matrimonio en el exilio es importante, es un plus para quien quiere progresar afuera”, dijo.

Aunque ha tenido éxito en el exterior, tanto él como su esposa anhelan volver a su tierra.  Desearía tener la oportunidad de vivir mi Venezuela,  me da rabia que lo que hago no sea un aporte directo a mi país. Esperemos que en algún momento podamos volver (…) Venezuela es nuestra cuna”

«En Venezuela no teníamos oportunidades de crecimiento”

Verónica y Diego se conocieron hace seis años. Ambos trabajaban en la misma empresa y en poco tiempo la cercanía se convirtió en amor e iniciaron una relación.

Entre sus planes no estaba formalizar esa relación pronto. La crisis económica y la delincuencia que reina en Venezuela cambiaron todo. La pareja se fue a Estados Unidos, Miami. Diego recibió una propuesta de trabajo en ese país y no dudo en aceptarla.

“Nos fuimos porque en Venezuela no teníamos posibilidades de crecimiento ni personal ni como pareja”.

El joven obtuvo una visa de trabajo pero Verónica no podía beneficiarse de eso porque no era su esposa.

“Un lunes nos dijeron que teníamos que casarnos y ya el miércoles estábamos llevando el certificado”, relata Verónica.

Con el matrimonio la joven logró obtener una visa temporal. Tienes dos años de casado. A pesar de la premura de su matrimonio confiesa que la situación los ayudó a consolidarse como pareja.

“Nos ha ido muy bien como pareja, nos hemos complementado muchos más (…) Nosotros llegamos sin nada y ya tenemos casa y carro propio”.

Fuente El Nacional / El Nacional Web

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Originally posted 2016-09-09 19:00:38.