La cocina venezolana creativa tiene en Caña de Azúcar un espacio en Barcelona en el que las hermanas Osío nos ayudan a descubrir toda su riqueza y variedad.
Barcelona suma a su ruta gastronómica el restaurante de cocina venezolana creativa Caña de azúcar, un espacio que al mismo tiempo que nos invita a deleitar nuestro paladar con sus creaciones culinarias, nos envuelve en una atmósfera colorista, cálida y acogedora.
Esta atmósfera llena de color y calidez es la que querían transmitir sus propietarias, las hermanas Adnaloy y Adriana Osío, hacernos sentir en casa, en “su” casa venezolana.
Y es que tras vivir situaciones difíciles que las han convertido en exiliadas de su propio hogar -su querida Venezuela- y por más que se sienten acogidas aquí, en nuestro país – “en estos años que llevamos en España, nunca nos habíamos sentido en casa. Por más que nos acogieran y nos tratasen bien, tu casa es tu casa y una de las razones por las decidimos emprender este proyecto, Caña de Azúcar, es porque necesitábamos nuestro propio hogar,”- nos cuenta una emocionada Adnaloy que continúa – “Caña de Azúcar es por fin un lugar donde coger aire, donde respirar tranquilamente. Ahora sí, ahora podemos caminar sobre un suelo que realmente es nuestro.”
A este cúmulo de sentimientos Ingenia Group, artífices del diseño e interiorismo del restaurante, le ha sabido dar forma recreando esta “típica casa venezolana” que es Caña de Azúcar, un restaurante que se abre al exterior de forma generosa para mostrar la rica y “sabrosa” cocina venezolana.
En su diseño de estilo armónico se aúnan conceptos propios de las diferentes zonas de Venezuela y que inspiran la creación de los distintos ambientes que conforman el restaurante; como el elegante e íntimo comedor interior que nos traslada, con detalles como el pavimento tipo damero blanco y negro o los sofás y sillas tapizados en terciopelo, a la Venezuela de los años 50; o la entrada, donde se recrea un tradicional patio tropical, mezclando las típicas baldosas de terracota con una cerámica antigua de estética vintage.
Y es aquí, en la acogedora entrada presidida por una gran estructura colgante compuesta de lámparas de bambú, y bajo su cálida luz, donde nos disponemos a disfrutar ¡ahora sí! de la variedad y los sabores de la cocina venezolana, que con un indudable toque creativo y sin perder su esencia nos proponen las hermanas Osío.
Los platos nos los prepara al momento la propia Adnaloy con la que además, y mientras saboreamos su reinterpretación de la gastronomía urbana tradicional venezolana, iremos charlando para conocer algo más de este proyecto gastronómico que es Caña de Azúcar.
Antes de comenzar a disfrutar de los entrantes, Marcel -el barman- nos sugiere acompañarlos con el cóctel Catalina, una combinación de ron añejo Santa Teresa con un toque de licor de naranja – “hago una mezcla con los 2, aromatizo con canela y les añado maracuyá”- nos comenta. ¿El resultado? Un sugerente cóctel que se sirve adornado con menta y pelitos de guindilla, y que la propia Adnaloy nos recomienda que mezclemos muy bien para unir todos los sabores y conseguir disfrutarlo en su plenitud.
¡Ah! éste y cada uno de los cócteles que disfrutaremos y que se sirven en Caña de Azúcar, llevan el nombre de algunos de los miembros de la familia o del entorno de las hermanas Osío, como el cóctel Guadalupe, así se llama su madre; el cóctel Benito, el nombre de quien les lleva las verduras… o como el que degustamos en primer lugar, el cóctel Catalina, que es el nombre de su adorada perrita.
Estrenamos los entrantes con seguramente el que es más representativo de Venezuela, los tequeños ¡Umnnh! ¡Riquísimos! Se trata de queso fresco de vaca envuelto en una fina masa de trigo acompañado de tres salsas: Rosita de la Vera, de gusto ahumado y que nos recomiendan probar en último lugar para no “tapar” los otros sabores; Melao de caña de azúcar, la más dulce; y la salsa Chutney de rocoto, encargada de poner el toque picante a este delicioso comienzo. Continuamos con las cachapitas, una sencilla presentación que concentra un agradable sabor, el sabor del suave queso telita sobre una tortita de maíz y la mantequilla avellanada.
Como buena anfitriona, Adnaloy y Samuel, su pareja y parte también del negocio (se encarga del área administrativa), se van turnando para sentarse con nosotros, mientras Adriana, que posteriormente también bajará a saludarnos, está en la cocina, pues es la hora de la comida y el trabajo sube de intensidad.
Mientras disfrutamos los entrantes, Adnaloy nos comenta que movida por la inquietud y tras trabajar y aprender de la mano de grandes chef como Andoni Luis Anduriz (Restaurante Mugaritz), Martin Berasategui o Jordi Cruz, y descubrir otras cocinas en países como Alemania e Italia, surge en ella la necesidad de poner en marcha su propio proyecto. ¨Llegó un momento en el que me aburrí… y decidí experimentar con la cocina venezolana abriendo mi propio restaurante.” “Es un proyecto que supone una “reconciliación” con mis raíces, con Venezuela”.
Entramos en “faena” con el ceviche, el “gran ceviche”, corvina salvaje marinada en jalapeños quemados, con una base de quínoa frita, cebolla morada, maíz y aguacate que se acompaña de pan de yuca – en Venezuela se le llama casaba – una refrescante y crujiente mezcla de sabores y textura de la que es imposible ¡no enamorarse!
Adnaloy y Adriana son las primeras de la familia que ponen en marcha un negocio de restauración…“mi abuela era cocinera, pero nosotras somos las primeras en abrir un restaurante”. “Ella ha sido nuestra inspiración. En su día mis tías publicaron un libro dedicado a ella, un libro de recetas que tenemos aquí en la librería que separa las mesas del comedor, recetas que han pasado de generación en generación hasta llegar a nosotras,” nos comenta Adnaloy.
El libro cuenta con imágenes evocadoras que nos trasladan a la infancia de las hermanas Osío y a esas mañanas de verano en la cocina junto a la abuela intentando descifrar los olores que surgían de sus guisos.
En este punto, disfrutando de los sabores y acercándonos un poco más no sólo a su cultura gastronómica sino y también de vida, Marcel nos sirve el segundo cóctel, el cóctel Guadalupe, donde se combinan tres tipos de rones, tamarindo, sirope de almendras y naranja. Es un sabor dulce y perfecto para maridar con la reinterpretación de Adnaloy del plato venezolano más popular: las arepas. En ésta “su versión” hace visibles cada uno de los ingredientes que lo forman, separándolos por capas, una atractiva presentación que entra por los ojos y conquista nuestro estómago.
Nosotros degustamos la arepa “Caña de azúcar”, que está elaborada con carne de costilla ecológica, glaseada con tamarindo, aguacate, plátano maduro, nata criolla, chicharrón de cerdo y pico de gallito caribeño. La arepa es muy jugosa gracias a que su carne ha sido cocinada al vacío, conservando así sus propiedades y sabor perceptible en la ternura de cada bocado.
Y llegamos al postre, de los que se encarga Adriana, psicopedagoga de profesión y apasionada de la repostería. Con ella llega el plato más dulce ¿Su propuesta? El “bombón de la abuela moderna”, un bombón de Nutella bañado en cacao venezolano con crujiente de praliné que acompañamos con la tercera y última propuesta de los cócteles, el cóctel Benito, una bebida del rojo intenso de la mora fresca, uno de los ingredientes que incluye y que se unen al Martini blanco, la ginebra Hendrick’s, el amaretto y la tónica artesanal.
Teniendo a las hermanas Osío, y viéndolas y oyéndolas juntas, no nos queda duda de que lo suyo es auténtico amor, amor por su trabajo, por su familia y por su Venezuela natal. Este amor lo transmiten y reflejan en cada uno de sus platos con los que nos hacen viajar hasta su país, no sólo a través del paladar sino con su trato cercano y familiar, convirtiendo en realidad el vínculo entre la comida y las emociones.
Todo en Caña de Azúcar tiene un por qué y una historia, como la carta de los platos que ofrecen, realizada a mano y cuya textura imita a la hoja de plátano, carta que sirve de homenaje al abuelo poeta de las hermanas Osío y que toma la forma de un libro de poesía. Los platos se convierten así en prosa y se redactan en la tipografía antigua de las máquinas de escribir; entre los que navegan los dibujos de pequeños barquitos, aquellos, que el otro abuelo, el médico, les hacía con el papel de los caramelos que de forma mágica salían de detrás de las orejas de unas pequeñas Adnaloy y Adriana.
Caña de Azúcar Barcelona Venezuela carta de platosCaña de Azúcar es un espacio innovador que te ofrece mil formas de acercarte a conocer sus encantos, siempre decididos a “robarte el corazón” con sus sabores y acogida, y la sugerente cocina venezolana.
¿Cómo descubrirlos? Dejando que “mimen” tu paladar antes de volver al work con el menú de mediodía; sus noches más musicales, con “viernes de jazz” o añadiéndolo a tus planes de domingo con los tuyos, relajándote ante su delicioso brunch.
¿Que dónde está Caña de Azúcar? Lo encontrarás en la calle Muntaner, 69 de Barcelona. Su teléfono es el 93 681 75 57.
Fuente Agente K
Originally posted 2016-04-28 02:21:28.