Aditus: La huella criolla del rock

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Las transiciones musicales experimentadas durante los últimos 40 años por la banda capitalina Aditus signan profundamente la celebración de sus primeras cuatro décadas. Esta noche, en el Salón Naiguatá del Hotel Tamanaco, cada asistente podrá beber todo lo que le venga en gana, de acuerdo con la propuesta de espectáculo abierto donde cada quien posee el derecho de llevar su propia botella. Copas alzadas para corear y bailar cada una de esas canciones que ahora son consideradas como  auténticos “clásicos” nacionales.

Sonidos que inicialmente configuraron una exploración  musical de unos muchachos de San José de los Altos, Edgar de Sola, con su batería, Sandro Liberatoscioli y su bajo, Carlos Atilano llevó su guitarra mientras que José Ignacio Lares montaba sus teclados. Luego llegaría Álvaro Falcón y George Henríquez, cuyos aportes resultaron definitivos para emprender el viaje de aquel momento, influenciado por las legendarias bandas de la música de aquellos tiempos complejos del 70.

Efervescencia que se nutría también de los vuelos de aquella “movida capitalina” de entonces. Cuatro décadas después, la huella criolla de Aditus permite mezclar reflejos y, desde la biblioteca imaginaria de la barra activa, hay que quitarse el sombrero para de alguna manera, reiterar ese aplauso de hoy. Mientras que advertimos que

De Sola combinó música con medicina en su vida y desde su condición galena sugirió el nombre para la banda. En anatomía, la palabra “aditus” deviene del latín ad (hacia), e íter, (camino).

Henríquez recuerda los orígenes: “Cuando entré a la banda como cantante el estilo era influenciado por el rock sinfónico que caracterizó la década de los 70’s… Versionábamos a  la banda de los hermanos Allman con su Statesboro Blues, así como el Tobacco Road, en la versión de Edgar Winter. Aprendíamos lo que era el blues. Luego, nuestras composiciones eran muy complejas, con muchos ritmos y predominaba más lo intrumental que las voces… Eran un reto a la memoria”.

“Solenoide es el título de la canción en la que más se evidencia ese momento de efervescencia experimentalista. Luego llegaron las ideas de hacer una música más vinculada con otros conceptos, hasta llegar a una etapa donde prevaleció más el proyecto como una banda más conectada con el mundo del pop”, apunta  Falcón, quien subraya un detalle clave, esclarecedor: “Esta celebración de los 40 de Aditus nos permite a todos mirarnos en ese espejo. No sé cómo, en medio de la situación de un país como este,  hay un montón de gente trabajando en sus proyectos artísticos y aquí se habla de 40 años haciendo una música con un espectro muy amplio de tendencias musicales“.

El historiador del rock nacional, Gregorio Montiel Cupello, precisa que el nacimiento de la banda data realmente de 1966 y que, en principio, el nombre “era un largo latinazo vinculado con la anatomía acústica”, derivado en ese solo nombre, Aditus… “Resulta admirable que una institución artística alcance tales dimensiones, con tan abrumador éxito tanto a nivel musical como comercial”.

Las bandas venezolanas  mantenían durante los 70  una relación entrañada con el rock progresivo y tal tendencia marca la precoz performance de Aditus.   En 1975 estrenan su primer sencillo, un vinilito grabado en 45 revoluciones por minuto, con sendos temas: Las lunas de Marte y Bajada misteriosa. Dos años más tarde comienzan las permutaciones: De Sola marcha a Boston a estudiar en Berklee College y Lares deslinda, creando el grupo de rock Ficción. Entonces llegó el baterista, Valerio González y ocurre la transformación clave en la vida de ellos.

Gabriel Torres, músico maestro del blues en Maracaibo, formaliza su venia ante Aditus. “Formó parte de una generación de músicos que rompieron con el rock’n roll sesentero para derivar en nuevas formas de tocar y componer. Es quizás la banda más representativa de ese período en el que nació el rock-pop venezolano”.

En 1982 Henríquez y González asumen las riendas del negocio y reorientan el timón hacia una perspectiva distinta. Falcón es ahora guitarrista invitado. La era de los ochenta agrega la vos y el talento de Pedro Castillo.
Vientos de cambio que transforman el “look musical de la banda. Posición adelantada y AM Visión 1984, ratifican que los Aditus iban por lo suyo: Casualidad es un éxito que arrasa y que motiva a Sonográfica a engullírselos. Ellos, felices. Juegos de azar trajo a Victoria de la mano y entonces pocos dejaron de tararear la famosa letanía de Aditus.

La gente de empresas 1BC tamborilieaba sus escritorios sobre los magníficos registros de los (ya no tan) muchachos caraqueños, quienes apuntan certeros al corazón de la diana auditiva: Algo eléctrico, de 1987, Lo mejor de lo peor, al año siguiente. Después asumen los surcos pautados por Sono-Rodven y entra en la década de los 90, con Otro mundo y Diez.

“Estoy aprendiendo a volar”, corearán esta noche, en el Tamanaco, donde Aditus ha de sonar en retrospectiva. De Alcabala a Peligro, de 2007, cierra el ciclo discográfico de Aditus, activo aún dando giras por el país y brindando espectáculos públicos o privados.

Historias de alta música superior donde han acompañados como teloneros a leyendas de la música como el grupo canadiense Saga, Phil Collins, Tina Turner, Maná, Men at Work y Miguel Ríos. A mediados de 2012 y luego de la salida del vocalista Antonio Benítez, la banda integra como cantante y guitarrista a Gilberto Bermúdez.

Emblema de Aditus,  el magnífico Pedro Castillo en PANORAMA contó también sus experiencias personales con ese “Feeling Aditus”: Estuve viviendo unos años increíbles de mi juventud, tocaba en un grupo de gente mayor que me enseñó cómo se debe trabajar dentro de un grupo, en la música”, comentaba, agregando que hasta de mediador entre parejas. “Una joven en Margarita irrumpió en mi habitación, solo para pedirme que le cantara a su novio ‘No te vayas ahora”.

Fuente Panorama

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Originally posted 2016-11-30 19:51:20.